jueves, 31 de diciembre de 2009

Hoy se termina el año

Alberto Domingo Quiroga Venegas

En este año, reencontré a un compañero de la universidad, Fernando, quien me recordó que en uno de mis ratos de ocio, anote en uno de mis cuadernos:

"Si lees este letrero en martes, significa que ayer fue lunes".

Me he reido del recuerdo pues esa perogrullada no me suena nada rara por mi forma de ser en la universidad.

Pues hilando perogrulladas, hoy es 31 de diciembre y por lo tanto hoy termina el 2009.

Lo que signifique para cada quien es muy revelador. Algunos comprarán borregos, mazorcas doradas o calzones rojos y amarillos. Otros iran a la Iglesia y muchos más estarán muy enfocados en preparar una cena para despedir este año y recibir el otro. Algunos se pasaran de copas y se soltarán de la lengua y comenzarán el año con el pie izquierdo. Otros, desafortunadamente, se reunirán para festejar y acabarán lamentando haberlo hecho. Es triste, pero esta es para muchos una noche de excesos.

Pero hagamos lo que hagamos, hoy termina un ciclo y deja paso a otro.

Para que algo viva algo más debe de morir, esa es una ley.

Hoy muere el 2009 y al morir deja paso al 2010.

Dios nos permita vivirlo de acuerdo a su voluntad.

Mis mejores deseos para ustedes, estimados amigos.
.

martes, 29 de diciembre de 2009

Dios es el médico.

Alberto Quiroga V.

Hoy se cumplen nueve años de la muerte de mi padre a quien mucho suelo recordar.


Entre las cosas que constantemente se pasean por mi memoria, está la imagen de un antiguo cartel colgado en la pared de su consultorio donde se podía leer la frase:


Dios es el médico, yo soy su criado.
Si a El le place, trabajaré con provecho.



Siendo yo niño, le pregunté a mi padre el significado de la frase, puesto que a mi eso de “le place” me sonaba a algo así como: “Si a Dios le da la gana”.

Afortunadamente mi padre tenía casi todas las respuestas a mis preguntas infantiles y me explicó que lo que significaba era que si lo que él hacía como médico era agradable a Dios, entonces era provechoso.

Son muchas las enseñanzas que me dejó mi padre a través de esta sencilla frase colgada en la pared de su consultorio.

Me enseñó a reconocerse abiertamente creyente, aun a riesgo de perder pacientes.

También me recuerda que tanto nuestros conocimientos, capacidades y cuerpo están solamente prestados, que lo que somos y sabemos de nuestra profesión es efímero y en resumen, Dios es el patrón, El decide si nos mantiene o nos despide.

En la segunda parte va la invitación a reflexionar: Nuestros actos no son indiferentes y nuestras decisiones jamás se quedan sin repercusiones. Lo que agrada a Dios nos engrandece y lo que no, nos envilece. Así que aun cuando mi profesión no es tan humana como la medicina, también Dios es el ingeniero y yo soy su criado y si lo que hago no es agradable a El, estoy trabajando en vano.

Han pasado nueve años y ahora que muchos médicos se han convertido en asesinos y mercenarios, que sus pacientes no son sino estadísticas o simples clientes que valen en cuanto dinero tienen, la frase regresa constantemente a mi memoria.

Y junto con la frase veo la bata blanca de mi padre, sus manos siempre limpias oliendo a jabón; lo recuerdo curando a sus pacientes a veces sin cobrar y retrasando las salidas de paseo por una urgencia. Ahí sigue, manejando a altas horas de la noche, con su maletín al lado en el asiento del auto o limpiando las muestras de medicina que solía regalar a sus pacientes.

Y recuerdo…

… que Dios es el médico y que mi padre fue su criado.

.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Los hijos que Dios te dé

Alberto Quiroga V.

Estaba esperando en la recepción de un restaurante a un cliente y aunque no quiera alcanzo a escuchar. Compartiendo conmigo la sala de espera, dos señoras se quejan de lo mal portados que son sus hijos, de lo difíciles que les han salido.

Hilando ideas recuerdo las campañas de control de la natalidad y me resulta muy curioso recordar esa frase machacona de hace muchos años "Pocos hijos para darles mucho"

Mucho ¿Qué? ¿Muchos juegos de video? ¿Mucho dinero para drogas y alcohol? ¿Muchos celulares y aparatos tecnológicos? Darles mucho a los hijos no significa necesariamente darles lo que necesitan y a veces tener mucho es el camino más corto para tener nada.

Las señoras en cuestión se quejan de sus respectivos hijos únicos. Tienen nada más uno y no parecen tener la capacidad de darles mucho. Y peor aún, al escucharlas escucho a unas madres derrotadas, resignadas a sufrir y con la esperanza única de sobrellevar el problema.

Mientras siguen las quejas junto con la frase de los pocos hijos recuerdo otra: "Aceptar los hijos que Dios te de"

Pobre frase esta última. Tanto la han utilizado de burla para criticar a aquellos que tienen muchos hijos y por ello no la han sabido entender en toda su dimensión.

Aceptar los hijos que Dios te de no se refiere solamente a la cantidad, también se refiere a la calidad.

Aceptar a un hijo que tiene limitaciones de intelecto o defectos de personalidad va implícito en la frase. Puedes tener uno solamente, y estarte quejando constantemente porque no es inteligente como el del compadre o estudioso como el del vecino. Por otro lado, aceptar no significa dejarlos como están y quedarnos como simples espectadores. Aceptarlos es saber desde que punto debemos partir para llevarlos a ser mejores.

No aceptar a los hijos como son genera en ellos una sensación de rechazo que los va perjudicando y a su vez provoca en los padres un desencanto que los lleva a abandonar el barco. A los hijos se les va moldeando. Algunos tendrán un temperamento inquieto y su carácter podrá ser igual si no se le va formando para que se domine a si mismo. Otros tendrán un temperamento reservado y a ellos se les deberá ayudar para que venzan su timidez.

Por eso es importante, por lo menos en mi caso, regresar a ciertas bases y aceptar los hijos que Dios me dio, con sus capacidades, pero también con sus carencias, con sus fortalezas, pero también con sus debilidades, con sus sueños sin olvidar sus pesadillas, con sus virtudes y también con sus defectos.

Y entonces sí, con esa aceptación, aceptar a su vez el compromiso que tenemos con Dios que nos los encargo para llevarlos a ser como El quiere que seamos: Felices eternamente.
.

martes, 15 de diciembre de 2009

Hola amigo elector

Alberto Quiroga V.

Hola amigo elector:

Perdón por lo familiar del saludo. De momento dude en poner "amigo elector" porque la verdad es que no soy tu amigo. Sin embargo quiero darte gracias, porque con tu apoyo soy lo que quiero ser.

Gracias a tu voto puedo gozar de privilegios que tú ni te imaginas, porque las pocas veces que me has visto me ves disfrazado de Juan Pueblo, de playera y con sombrero y por eso crees que soy igual a ti, pero la verdad es que no, yo pertenezco a una clase más que privilegiada.

Tengo salarios envidiables, prestaciones como las que tenían los nobles en las monarquías y un poder que me permite amasar fortunas para mí y mis descendientes y todo ello gracias a tu voto.

Claro que me imagino que al momento de leer esta carta, ni siquiera sabes quien te la está dirigiendo. Me viste pocas veces, y estabas más preocupado por recoger tu torta y tu playera que por escuchar mis falsas promesas. No te preocupes, no te perdiste de nada. Poco fue lo que cumplí. Pero tu presencia me ayudó a darle veracidad a mi campaña.

Tal vez me dirás que no fuiste a votar, que esta carta no es para tí. Pero no me importa si no fuiste, igual y hasta votaste por mí aunque no te hayas presentado, porque tu apatía también me beneficia.

Por eso nuevamente te quiero dar gracias, porque tu desinterés y tu caracter manipulable me permite actuar, soy rico y poderoso y la crisis no me afecta.

¿Sabes? El poder es algo inigualable. Me permite mentir y sentirme seguro, robar y permanecer inmune. El poder lo es todo para mi y lo tengo gracias a ti, que me lo has dado. Debo reconocer que por momentos te envidio, pues mientras yo necesito más poder para ser feliz, tú pareces ser feliz con lo poco que te damos.

Estoy seguro que si reflexionaras seriamente sobre lo que hago con tu voto no votarías por mí, pero solamente podrías reflexionar si tuvieras esa capacidad y creéme que me he encargado de que no la tengas. Por eso tu educación ha sido deficiente, por ello permito que los maestros sigan cobrando aun cuando ellos mismos reprueben, por ello me encanta verte pegado a programas que hablan de chismes y por ello no me incomoda que nunca tomes un libro entre tus manos.

Espero no te ofendas, recuerda que esta carta es para darte gracias. Tal vez te enojes al leerla, pero la experiencia me dice que el enojo se te pasará rápido. Ya viene navidad, los reyes, y lo más importante, el próximo mundial. Para entonces, esta carta se te habrá olvidado, pero yo me sentiré tranquilo porque ya te he dado las gracias. Estoy en paz contigo. Tu tienes lo que deseas, tu torta, tu despensa, tu bono de madre soltera, tu credencial para la leche y tu despensa de solidaridad. Podrás patinar a gusto sobre el hielo y seguirás cobrando por tu abuelito la ayuda para adultos mayores.

Mientras, yo seguiré aquí, en el anonimato, promulgando leyes que te perjudican pero que me benefician, viendo por mi interés y gozando, más que confiado porque se que en el 2012 me darás otra oportunidad. Ya sea para diputado, asambleista, delegado o senador, se que votarás por mí. Gracias nuevamente.


Se despide.

Tu representante popular
.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Sin interés

Alberto Quiroga

Se escuchan mucho las promociones de fin de año pues para las empresas es momento de estimular el gasto porque la gente se deja llevar por una serie de factores psicológicos que la llevan a comprar y gastar sin medida.

En invierno, los días son más cortos y más grises. Menos luz provoca depresión y muchos la compensan gastando. Con el fin de año llegan los aguinaldos y bonos que dan la impresión de que ese dinero es extra, que está de más y por ello no se cuida. La euforia colectiva por las fiestas, los deseos y esperanzas de que el año que entra sea mejor que el que se va van provocando en muchos un afán de comprar.

Las tarjetas de crédito, tanto bancarias como departamentales, ofrecen los famosos "meses sin intereses", que llevan a la gente a gastar el dinero que no tienen para obligarse a pagar durante 3, 6, 12 o 18 meses una cantidad que solo es fija si se paga a tiempo.

Existe un anuncio que propone al consumidor "Compra todo lo necesario para tu cena de fin de año y pagalo a 18 meses sin intereses". En lo personal no me atrae pagar durante año y medio algo que disfrute solamente una noche.

Para un diseñador que adquiere un equipo de computo que va pagando con su propio trabajo, generado con lo que realiza en ese equipo, tener un financiamiento de 18 meses es atractivo. Eso es considerando que la computadora es necesaria y fundamental para que el diseñador haga su trabajo, además de que se convierte en un factor de producción.

Pero adquirir bienes o servicios que no son prioritarios ni necesarios, por el simple hecho de que suene atractivo el pagarlo a un plazo largo, puede ser peligroso y deprimente.

La gente pone mucha atención a la primera parte de la frase, donde dice "x meses", pero no pone atención en la segunda, "sin intereses".

Allí esta un problema. Ya disfrutaste de la cena, ya hiciste el viaje de placer, ya compraste juguetes para tus hijos que tal vez se olvidan a los dos meses y ahora a seguir pagando algo efímero por varios meses, sin intereses, es decir, sin ganas de pagarlos pero con la obligación civil y penal de hacerlo porque si no hay consecuencias.

Si ahorrar cuesta por falta de motivación, pagar sin motivación es mucho mas difícil. Para quien le sobra el dinero, no hay problema, pero para quien vive al día, no es motivante y si deprimente pagar algo que ya no tiene.

Asi que cuidado con esos meses sin intereses

lunes, 7 de diciembre de 2009

Suerte de Principiante

Alberto Quiroga V.

Mucho se habla de aquellos que se inician en una actividad con una fortuna especial, que les lleva a alcanzar premios rápidamente, ventas asombrosas o resultados espectaculares. Le llaman a este fenómeno Suerte de Principiante y se le atribuye veces de una manera muy simple a la novatez por si misma, como si el simple hecho de ser nuevo en una actividad garantizara el tener suerte.

Tal como lo platiqué anteriormente en el ensayo ¡Que suerte! donde definiamos la suerte como la conjunción de oportunidad con capacidad, no creo en la suerte de principiante como algo que tengan todos aquellos que realizan una actividad por primera vez. Sin embargo, si creo que los que se inician tienen ingredientes que son interesantes y que debemos de estudiar para aprovecharlos.

¿Que tiene un principante que no tienen los que ya han estado por meses o años en una actividad? La lista es interesante.

Un principiante tiene "ganas". Está fresquecito, recien contratado y tiene hambre de demostrar que puede y que sabe. Probablemente le costo trabajo encontrar empleo o ganarse una oportunidad y en cuanto la tiene busca aprovecharla. Las ganas que trae se convierten en un excelente combustible para moverlo, hace más llamadas, visita o atiende más clientes, pone mayor atención a los reportes o da un extra por encima de sus compañeros y todo ello le arroja mejores resultados. ¿Recuerdas la primera semana que pasaste en tu actual empleo o actividad? ¿Tenías el mismo nivel de motivación o lo has perdido? ¿Sigues trabajando al mismo ritmo o lo has reducido?

Un principiante tiene ideas frescas. Al contar con una visión externa, él puede descubrir áreas de oportunidad, mismas que quienes tienen más tiempo no aprecian. Con nuevas ideas probablemente se derriben obstáculos que los otros no podian saltar. ¿Recuerdas todas las ideas nuevas que tenías cuando empezaste a trabajar en donde estás? Muchas de ellas no eran viables, pero otras si eran valiosas y al implementarlas seguramente hubo mejoras.

Un principiante no tiene miedos ni complejos. Recuerdo que en una ocasión visite a una empresa y llegue caminando tranquilamente por una calle solitaria. Cuando me preguntaron por donde había llegado y supieron mi respuesta, se alarmaron pues decían que esa calle era muy peligrosa. Me pidieron que la evitara, lo cual no hice y la volví a recorrer pero eso si, con la idea de sufrir un asalto durante todo el recorrido por la misma calle que el día anterior había pasado tranquilamente.

Conforme avanzamos en una actividad, vamos adquiriendo miedos y prejuicios, no llamamos a clientes potenciales porque "no nos van a comprar" o emitimos juicios sobre compañeros de trabajo que no hemos tratado porque otros nos han influenciado. Esos miedos y prejuicios van limitando el accionar del principiante y por lo tanto reduciendo su oportunidad de lograr buenos resultados.

El que inicia, cuando tiene capacidad y la reune con las ventajas que menciono: Motivación, ideas frescas y ausencia de temores y prejuicios, provoca la llamada Suerte de Principiante y con ello suele tener un desarrollo rápido y llamativo.

Si pudieramos convencernos que todos los días es un nuevo principio, buscando y renovando retos, automotivándonos, podríamos tal vez dentro de algunos años empezar a hablar de la Suerte del Veterano.
.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Inventario anual

Alberto Quiroga V.

Con el cierre de año, las empresas suelen verificar sus existencias para saber que es lo que tienen y compararlo con sus controles. Lo que se aplica a las materias primas y objetos físicos, también se le puede aplicar a las experiencias y habilidades.

Está terminando este 2009 que muchos han catalogado como año de retos. No ha sido sencillo para muchas empresas sobrevivir este año, es más, algunas se quedaron en el camino. Hablando de personas, muchas perdieron su trabajo y otras más estuvieron con paros técnicos.

Platicando con amigos, la gran mayoría me ha comentado que si han resentido los efectos de la situación económica, pero también percibo en ellos la confianza en que con mejor actitud la crisis se puede superar.

A principios de año, comentaba yo en una conferencia, ante la pregunta de uno de los asistentes acerca de que significaba la crisis para mí. La respuesta fue: La crisis solamente significa que nos debemos esforzar más, que debemos crear más y que debemos mejorar más.

Dicen que lo que no te mata te fortalece, por lo que estoy convencido que este año hemos aprendido cosas que tal vez no tengamos bien presentes, pero que si las buscamos las encontraremos y las podremos aprovechar en lo futuro.

Haciendo un recuento

Ninguna situación es totalmente buena o totalmente mala. Este año, a pesar de su dificultad, ha traído buenos frutos. Hagámos un análisis de todo lo bueno que hemos pasado en este año.

Probablemente este año aprendimos a ser más moderados en nuestros gastos, descubrimos tal vez que se desperdiciaban recursos como el tiempo y el dinero y ahora que la situación se complicó aprendimos a darles su verdadero valor.

Tal vez en este año descubrimos en nosotros nuevas habilidades para buscar oportunidades y no solamente esperarlas, o quizá empezamos a valorar más a los clientes y los empezamos a cuidar de manera especial para que no se fueran con nuestra competencia.

Si tomamos conciencia de todo lo bueno que sacó de nosotros la crisis, lo tendremos de ahora en adelante como una herramienta, pero si no lo aprendemos, cuando la crisis pase tal vez lo volvamos a olvidar.

Lo malo también enseña

¿Qué paso en este años que no quisieras que se volviera a repetir? ¿Tomaste alguna mala decisión que si pudieras cambiarías?

Hay quien dice que el hubiera no existe, pero yo pienso diferente. No estoy de acuerdo en quedarse lamentando por un pasado que no podemos cambiar, pero si me gusta analizar el pasado para aprender de él para el futuro. Los errores que cometimos este año nos pueden ayudar a evitarlos en el 2010

Hacer una lista objetiva de los errores cometidos en este año, cada uno de ellos con dos o tres posibles soluciones, es un excelente ejercicio para mejorar.

La evaluación final

También es importante que hagamos una evaluación de aquellos buenos propósitos que tuvimos al iniciar el 2009. ¿Los cumplimos todos? ¿Nos olvidamos de ellos? ¿Nos quedamos a medias?

Hacer una evaluación es muy necesario. No sabemos si estamos trabajando bien o mal a menos que nos califiquemos en nuestros resultados. Si en este 2009 no cumplimos con nuestros propósitos, estamos a tiempo de replantearlos para el año siguiente, ya sea modificándolos, dejándolos como están pero tomándolos en serio o por el contrario, si no valen la pena quitarlos de nuestra lista para que no nos causen frustración por no cumplirlos.

Regálate una carta

Si decides hacer esta evaluación, con un inventario de lo bueno y lo malo, con estrategias para el siguiente año y con una lista renovada de propósitos, te conviene ponerlo por escrito. Si lo dejas a la mente, difícilmente lo tendrás presente y se te borrará con el tiempo, pero si haces una relación de ello en tinta y papel, ese documento podrá ser un aliado durante el 2010 recordándote lo aprendido de este año y los propósitos del siguiente.
.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Ya se acabó el año

Alberto Quiroga V.

Que curioso que continuamente nos quejamos por la falta de tiempo, pero somos nosotros mismos los que lo desperdiciamos.

Al escribir estas líneas, es 2 de diciembre, pero para mucha gente ya termino el año. La actividad baja, los proyectos se cancelan o se posponen, todo se pasa para enero o a veces hasta febrero.

¿Quiéres concertar una cita de trabajo? Mejor hasta enero, este año ya se acabó.
¿Y la dieta pendiente? Pues hasta enero, porque se vienen las posadas y las cenas.
¿Qué hay del dinero que me debes? Pues aguantame hasta enero, porque ya ves que se vienen gastos.
¿Arrancamos el proyecto? Vente el año que entra, este ya murió.

Y así nos podemos seguir.

Creo que todos quisieramos vivir la vida con plenitud. Mi pregunta es ¿Si damos por hecho que este año ya se acabó, la estamos viviendo en plenitud? ¿Qué acaso diciembre no existe? ¿Ya estamos en "automático" y si nos va bien reiniciamos en enero?

Pensar que se acabó el año al iniciar diciembre significa 40 meses perdidos para alguien de mi edad, el equivalente a poco más de tres años. Por eso nunca nos alcanza el tiempo.

Si escuchas la radio los viernes en diferentes estaciones, notarás que son varios los locutores que repiten la famosa frase "Gracias a Dios es viernes". Escucha a esos mismos locutores los lunes y se estarán quejando de que la semana inicie. Uno de ellos, por ejemplo, se refiere al jueves como "casi viernes". Pensar en el viernes desde el lunes ayuda a condenar a la ineficiencia a los demás días laborales.

Cuando comence mi camino en la capacitación, me recomendaron que por cuestión didáctica, los cursos preferentemente no se deberían manejar en sesiones de una hora porque los asistentes tardaban mas o menos 15 minutos para encarrerarse y el mismo tiempo antes del final se desconectaban. Si la sesión era de una hora, el tiempo efectivo se reducía a 30 minutos.

Esta información me pareció exagerada, pero la práctica me confirmó que mucha gente reacciona así, desperdiciando ese tiempo, lo cual considero es más por una cuestión cultural que por causas fisiológicas. En México, muchos acostumbran llegar tarde a sesiones de capacitación porque al principio no se dice nada importante. Nuevamente, vemos el desperdicio de tiempo.

Pensar que ya se acabo el año en diciembre, la semana en jueves y el curso 15 minutos antes, son solamente tres ejemplos de como se desperdicia el tiempo y la razón de por qué nunca nos alcanza.

Bueno, si no se me ocurre nada antes, nos leemos en enero.
.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Hablando de machos...

Alberto Quiroga V.

México, como muchos otros paises, sufre de la terrible enfermedad social que es el machismo. Condenando las actitudes que dañan directamente a otras personas, que por lo general son sus esposas e hijas y a veces también los hijos, los machos representan para mi una increíble oportunidad de hablar de las incongruencias de esta vida.

Aclaro nuevamente, repruebo totalmente las golpizas, agresiones verbales y limitaciones con las que los machos lastiman a las mujeres.

Pero por otra parte, no se que me da ver que detrás de un macho, está una persona por lo general miedosa, insegura de si misma, incompetente y prácticamente digna de lástima, porque ha de ser horrible saberse así y tener que aparentar otra cosa. Y claro, mucho más horrible convivir con y depender de alguien así.

Me duele ver a un macho aventarle la comida a su mujer porque "sabe" mal, pero me da risa verlo tragarse los insultos de su supervisor porque a ese le teme y no le puede hacer nada.

Me molesta ver como el macho le impide a sus hijas estudiar porque ellas deben estar en la casa, pero se me hace cómico ver como el macho aunque quisiera no podría estudiar porque no se cree con la capacidad para aprobar un examen ni tiene la disciplina para asistir a un curso.

El macho es muy macho, le grita y le pega a su mujer, pero en la calle cuando lo detienen aun sin cometer una infracción, se baja humildemente de su coche, le dice "oficial" a un simple policía, le saluda y le da dinero porque le tiene miedo y no conoce sus derechos.

El macho grita y clava una mirada de fuego en su casa, pero en la calle le tiembla la voz y baja la cabeza frente a un delincuente o un policía judicial.

El macho en su casa no cocina ni levanta su ropa, pero en su trabajo aunque no le paguen es capaz de hacer trabajos serviles para agradarle al jefe.

El macho es muy hombre, excepto cuando se encuentra con alguien más poderoso. Los machos presumen de tener muchas mujeres, son pocas las mujeres que presumen de tener un macho como pareja.

Si las madres dejaran de crear machos, para educar hombres, bastaría una generación para hacer de este un México mejor, pero a veces me da la impresión de que algunas mujeres persiguen un consuelo de tontas, pensando que porque a otras les va a ir como les fue a ellas eso las hará sentirse mejor.

Conozco a machos que en su casa son verdaderos tiranos, pero en la calle son verdaderos tapetes. El macho es un ser de extremos, pasa de la intolerancia a la sumisión, de la tiranía a la sobajez, de la soberbia a la autohumillación. Que difícil será para el macho buscar el justo medio, tanto en su casa como fuera de ella.
Si los papeles se invirtieran y los machos fueran en su hogar diligentes y tolerantes y en la calle exigieran sus derechos, el país comenzaría a cambiar. Por mientras, los machos seguiran causando terror en sus casas y provocando lástimas fuera de ella.

.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Mañana es un excelente día

Alberto Quiroga V.

La fascinación por el día de mañana está probablemente en que al no existir, lo podemos moldear en la a mente a nuestro antojo.

A partir de mañana podemos ser mejores personas, más capaces, más felices, más libres. El día de mañana siempre puede ser mejor de lo que es el día de hoy.

Alguien podrá decir con justificada razón: Hoy no tengo fuerzas ni ganas de cambiar, pero mañana será un día diferente y podré iniciar el camino para ser mejor persona. A partir de mañana comenzaré esa dieta que el postre que tengo ahorita frente a mis ojos me impide comenzar o a partir de mañana dejaré de ser una persona temerosa para ser una segura de si misma. A partir de mañana comenzaré a estudiar para ser adulto, hoy por mientras déjame ser joven y despreocupado. A partir de mañana empezaré a dar el extra que se requiere de mí en tiempos de crisis pero por mientras dejame estar hoy un rato más en mi zona de confort. Hoy, los miedos, las angustias, las limitaciones y las desidias están presentes, pero mañana, mañana desapareceran.

Por eso digo, mañana es un excelente día, con el pequeño inconveniente de que tal vez nunca llegará.
.

martes, 24 de noviembre de 2009

Reflexiones en un semáforo

Alberto Quiroga V.

En una todavía oscura mañana de otoño, mientras esperamos que el semáforo cambie a la luz verde, mi hijo y yo vemos a uno de esos artistas urbanos encender las puntas de dos bastones. Una vez con fuego, los bastones giran rápidamente haciendo vistosas figuras en la oscuridad, volando a varios metros de altura para volver a caer, siempre girando y siempre llamando la atención.

Mientras mi hijo y yo nos cuestionamos si en la punta le ponen gasolina o petróleo para que permanezcan encendidas a pesar del vuelo, los segundos pasan y se esmera cada vez más el artista en hacer sus mejores trucos. Cambia la luz a verde y los sonidos de las bocinas no se hacen esperar, el artista sale de su letargo, retiene sus bastones, los apaga y corre a tomar unas monedas que le ofrecen en el coche de enfrente. Cuando arrancamos, mi hijo y yo alcanzamos a ver una sonrisa que refleja nerviosismo: ¡Se le han escapado más propinas!

Sobre el camino mi hijo y yo reflexionamos. El artista ha estado tan concentrado en su número que se le ha olvidado que lo hace para ganar dinero, pero además, no ha planeado bien su estrategia. Si entre cada cambio de luz hay un minuto, perder diez segundos en acomodar sus bastones y encenderlos es perder el 16% del tiempo disponible para el espectáculo y alargarlo le roba el tiempo de recolectar.

No dudamos, concluimos mi hijo y yo, que él tiene ganas de hacer lo que hace, se ha levantado temprano, hace frío y no le importa, sabe hacer sus trucos y los hace bien, le ha invertido horas al entrenamiento y dinero a sus materiales, sin embargo, se ha olvidado del objetivo y se ha quedado con una propina cuando pudo obtener más.

El caso del artista urbano no es ajeno a muchos de nosotros, que muchas veces nos esforzamos y nos preparamos, pero tal pareciera que un pequeño detalle hace que las cosas salgan mal. Mientras ese detalle no se corrija, las cosas seguirán saliendo mal. Y para corregirlo hay que detectarlo.

En otras ocasiones he platicado de la tendencia muy humana de centrar los enfoques sólo en algunos aspectos, como en el enamoramiento, que se contemplan exclusivamente algunos detalles agradables y se obvian otros que no lo son. Esta tendencia mencionada evita que se consideren los detalles generales y particulares en su totalidad y que se consideren solamente algunos, lo que nos lleva a apreciaciones que bien pueden ser falsas, bien pueden ser erróneas o por lo menos incompletas.

A veces las personas pueden estar haciendo bien todo lo que hacen y ni así obtener sus resultados esperados. El problema no es que estén haciendo algo mal, sino que les está haciendo falta hacer "algo".

Un comerciante puede abrir temprano, tener su mercancía en orden y vigente, ser amable para atender y ni así vender lo suficiente. El se puede preguntar y responderse a sí mismo que todo lo que hace lo hace bien, pero aquí el problema sea tal vez falta de carisma para vender, no ofrecer servicios que la gente busca y que él no tenga o no dar servicio a domicilio. No es lo que hace, sino lo que le falta hacer.

En otros casos, se hace lo correcto, pero en el orden equivocado o a destiempo. También la sincronía es importante. No es lo mismo estudiar a una semana del examen que hacerlo dos horas antes, porque el tiempo pasa de ser aliado a ser enemigo. Medir los tiempos es básico para otorgarle a cada actividad su secuencia y su periodo adecuados. Si bien al vestirnos resulta claro que los calcetines se ponen antes que los zapatos, en los procesos reales a veces esto no es tan evidente y si esto te parece absurdo, recuerda a la gente que llega con las maletas hechas a la terminal de autobuses a ver si hay boletos disponibles en plena temporada vacacional. Comprar el pasaje y preparar el equipaje son dos cosas buenas y necesarias para viajar, pero la secuencia a veces no se respeta.

Hacer lo que se debe, en la forma y tiempo que se deben. Así de sencillo... y así de complicado.
.

viernes, 13 de noviembre de 2009

No me gustan esos chistes

Alberto Quiroga Venegas

Quiero comentarles que no me gustan los chistes de gallegos, no conozco nadie de Galicia, no puedo ni debo juzgar o estereotipar a quienes no conozco y por lo tanto no dar por ciertos los malos atributos que se les quieren dar.

También existe otra razón que no me mueve ni a escuchar ni a contar chistes de gallegos y esa es que mucho de lo que se menciona para burla de los gallegos oculta la trágica realidad mexicana que tomamos a juego.

¿Cuantos gallegos se necesitan para cambiar un foco? Cinco, uno para que se suba a la mesa y lo sostenga en alto y otros cuatro para que le den vuelta a la mesa.

¿Cuantos mexicanos se necesitan para tapar un bache? Diez, uno para ir por las tortillas, otro para que caliente la tapa de tambo a manera de comal, dos más para que desvíen el tránsito con un trapo que alguna vez fue rojo, uno arriba del camión de volteo para cuidar que nadie se lo robe, dos más para ir por los refrescos para todos, dos para manejar la pala y la aplanadora y uno más para supervisarlos.

Pero mientras el de los gallegos es chiste, lo de los mexicanos es una triste realidad que pagamos con nuestros impuestos.

No conozco ningún gallego, pero no creo que sean capaces de poner corrector sobre la pantalla del monitor de la computadora. Por nuestra parte, los mexicanos somos expertos en poner "corrector" para intentar tapar ridículamente nuestros defectos con miles de pretextos.

También he escuchado el chiste del gallego que no sabia sumar 2+2 y siempre pedia otra oportunidad, y cuando contestó correctamente por casualidad, fue el público gallego el que pidió otra oportunidad.

A los mexicanos, por años, nos han hecho mal las cuentas. Administramos mal la abundancia. Cínicamente aceptaron que ya nos habían saqueado pero que ya no nos volverían a saquear y ¿qué crees? Les dimos otra oportunidad.

Esta el chiste del gallego que devolvía el diccionario porque no tenía índice. Por su parte tenemos las estadísticas de los mexicanos que en nuestra gran mayoría no leemos ni un libro al año, tenga índice o no.

A un gallego le dijeron que su mujer lo engañaba con su mejor amigo, entonces mató al perro. A los mexicanos nos han estado engañando por años, pero seguimos votando por ellos a cambio de una despensa pagada con nuestro propio dinero.

Es por eso que no me gustan los chistes de gallegos.
.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Curiosa similitud

Alberto Quiroga V.

Mientras la Ciudad de México se ve envuelta en el caos propiciado por las protestas del Sindicato Mexicano de Electricistas SME, escucho en la radio opiniones en contra (las más) o a favor (las menos) de las protestas.

Entiendo en lo general el cierre de esa compañía. A un mes del despido de los 40 mil trabajadores, el suministro de energía eléctrica ha sido constante, lo cual confirma que Luz y Fuerza se podía operar con mucho menos gente. Lo lamento por aquellos trabajadores que hacían su trabajo adecuadamente y que ahora se tienen que enfrentar a la nada sencilla tarea de emprender un nuevo negocio o de contratarse en otro lado.

También debo ser sincero. Jamás sufrí de cobros excesivos aunque ya me había acostumbrado a fallas en el suministro, que si bien no eran sino de unos cuantos minutos, en medio de una conferencia me ponían a temblar porque dependo del uso de equipos de sonido y de proyección.

Por mencionar algunos, la Compañía de Luz se liquidó con los siguientes argumentos:

-Era inoperante, costaba demasiado dinero y comparada con otras compañías similares su eficiencia era muy baja.
-Los subsidios que se le otorgaban se perdían por improductividad.
-Sus trabajadores gozaban de prestaciones muy por encima del promedio de los trabajadores en México.
-El servicio era deficiente, se prestaban a actos de corrupción.
-Sus negligencias eran costosas para la industria, los comercios y los hogares, por sus constantes fallas.


Y aquí viene lo curioso, si en lugar de compañía de Luz y Fuerza ponemos Cámara de Diputados o Partidos políticos, los argumentos encajan perfectamente. La pregunta es: ¿Que esperan para cerrarlos?
.

martes, 10 de noviembre de 2009

Absurdo asueto

Alberto Quiroga Venegas

En estos momentos no se sabe en que va a terminar la propuesta aprobada de los diputados para descansar el 20 de noviembre con motivo del aniversario del inicio de la Revolución Mexicana.

Como podemos recordar, desde el 2006 se planteo que los días festivos se recorrieran a los lunes para generar los llamados "fines de semana largos" de tal manera que si un día feriado cayera en un día diferente al lunes, no se cortaran las actividades. Entre estos días a recorrer estaba el 20 de noviembre y por ello este año se iba a descansar el 16 (lunes) en lugar del 20 (viernes).

Sin embargo, parece que nuestros diputados se enteraron el mes pasado que el 20 de noviembre es aniversario 99 de la revolución y que el año que entra es el centenario, puesto que el 27 de octubre propusieron que este año se descanse el 20, además del 16 que estaba en su lugar, para poder festejar el centenario de la mencionada lucha.

La propuesta aun debe pasar al Senado donde puede ser rechazada, lo cual en lo personal espero.

Las justificaciones que plantearon los diputados son absurdas. Por ejemplo, se dice que se busca fomentar la convivencia familiar y fomentar el turismo. ¿Acaso se puede planear y desarrollar un turismo de calidad con medidas al vapor? ¿Hay alguna forma de obligar a que la gente conviva con sus familiares por el simple hecho de faltar al trabajo? Por fin ¿Vamos a festejar la Revolución o a fomentar el turismo y la convivencia?

Esta medida no es sino otra muestra más de que estamos gobernados por personas que hacen planes sobre las rodillas, con un total desconocimiento de los efectos colaterales de medidas como estas. Me pregunto: ¿Algunos de los diputados habrán previsto que en esa semana, los empresarios deben parar sus empresas y descansar sus gentes dos días hábiles, uno de ellos no previsto, con la consecuente pérdida económica? Y aclaro, al hablar de empresarios no me refiero a Carlos Slim ni a Emilio Azcárraga, me refiero a Don Juan el dueño la Ferreteria "Gallo de Oro", con diez trabajadores o a Doña Lupe, la propietaria de la tintorería "Lupita", que orgullosamente emplea a dos personas pero apenas sobrevive en estos tiempos. También muchas personas que trabajan a destajo, lo menos que quieren en estos momentos es parar para dejar de percibir ingresos (Me incluyo en ellos).

Claro que para gente acostumbrada a ir a "trabajar" cuando se les ocurre, que gozan de un sueldo faraónico y que no tiene una visión más allá de la tribuna de la cámara de diputados, pues la medida debe parecer excelente.

Ya otras veces los mexicanos hemos hecho en la realidad lo que los políticos no pueden hacer en sus planes. Tal vez ahora sea el momento de ignorarlos e ir a trabajar, aun si por una absurda ley nos obligaran al descanso.

Esperando que no se apruebe, me despido.

martes, 3 de noviembre de 2009

Navidad Comercial

Alberto Quiroga V.

En 1979, la compañía Xerox desarrolló una herramienta para aprender y estudiar a los competidores y la llamó "benchmarking" que podría ser traducida como tomar referencia o hacer una comparativa. Con esta herramienta, podemos emular a quienes van teniendo mejores ideas y anticiparnos a quienes están en el mismo ramo.

El benchmarking con el tiempo fue cambiando y evolucionando y algunos nos sólo estudiaron a los competidores sino a cualquier proceso que tuviera alguna relación con lo que hacemos o debiéramos hacer.

Por ejemplo, una estética de corte de pelo podría aprender de un restaurante en lo referente a servicio a dientes, así como una empresa de venta de revistas podría aprender de una de mensajería en cuanto a distribución.

En esta época, los católicos podemos aplicar un "benchmarking" navideño y aprender de como las tiendas le sacan jugo a la navidad, para que nosotros podamos sacarle jugo a la Navidad (me gustaría que notaras que una va con mayúscula y otra con minúscula).

Primer punto: Definamos un objetivo.
Para las tiendas el objetivo es muy claro, aprovechan la navidad para vender, es fin de año, invierno, hay aguinaldos, se presta para gastar y hacer regalos y esto lo saben bien los dueños y directores de las tiendas.

Para los católicos, ¿el objetivo es claro? ¿Sabemos que es la Navidad? ¿Hemos reflexionado acerca de la trascendencia de que Dios se vuelva hombre y decida vivir entre nosotros?

Segundo punto: Preparémonos con tiempo.
Las tiendas ya desde septiembre comienzan a bombardearnos con la navidad, con árboles, esferas, renos y santa closes. Para ello ya han hecho un estudió de mercado, han comparado precios, calculado existencias, pronosticado ventas y desarrollado planes de publicidad, promoción y de emergencia por si las cosas no marchan. No esperan a diciembre para hacer uso de este tiempo sino que lo anticipan y planean.

Los católicos también tenemos nuestro tiempo de preparación y se llama Adviento y se recuerda vivamente en los cuatro domingos anteriores a la Navidad. Debe ser un tiempo de reflexión y preparación, debemos meditar sobre el hecho de que Dios nazca entre nosotros y preparar el corazón para recibirlo.

Tercer punto: Desaparece lo accesorio.
Para las tiendas cuyo objetivo principal es vender, todo lo que no sirva para este fin debe desaparecer. Por eso conviene más santa clos, porque da regalos, que un humilde niño que prefirió nacer en un pesebre en lugar de hacerlo en una recamara calientita, con estéreo cuadrafónico, juegos de video y aire acondicionado. Las tiendas no promueven la reflexión ni la solidaridad porque eso podría bajar sus ventas. En resumen, eliminan todo aquello que los aleje de su objetivo.

Los católicos también deberíamos borrar todo lo accesorio e intrascendente. Veo a muchos más preocupados por preparar la cena de navidad que por preparar la comunión en la misa. Otros están más enfocados en poner el árbol y los renos que en poner el nacimiento cuya representación nos lleva a pensar en la humildad del nacimiento de Cristo. Borremos todo aquello que puede desacralizar la Navidad para hacerla una fecha comercial más.

Cuarto punto. Redoblemos esfuerzos.
Las tiendas comienzan a ampliar sus horarios para abarcar más horas de ventas. Contratan personal eventual para estas fechas y hacen alianzas con bancos y proveedores para dar facilidades de pago.

Los católicos también debemos redoblar esfuerzos. Aun hay mucha gente en el mundo que no sabe que Dios nos ha nacido hace dos mil años. Hay muchos que en estas fechas se sienten vacios y necesitan de nosotros para reencontrarle un sentido a su vida. Busquemos alianzas para servir mejor a nuestros hermanos y facilitar que Dios nazca en más corazones.

Punto final. No olvides el objetivo.
Este es el objetivo de las tiendas: Vender, vender y vender. Sin venta no hay navidad, no hay ganancias y la tienda desaparece.

Salvar, salvar y salvar. Salvarnos a nosotros y ayudar a la salvación de los demás. Ese es el objetivo de los que estamos en la Tierra y creemos en un Cristo redentor. Jesús nace entre nosotros para traernos la salvación y regresa al cielo dejándonos esa tarea a sus seguidores. La Navidad es un tiempo de reflexión y alegría, pero también es un tiempo de compromiso.

Me despido así amigos, deseándoles lo mejor es estás fechas, y creo que lo mejor es que Jesús renazca en nosotros y nos transforme.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Un peligro que no se ve

Alberto Quiroga V.

Ayer estuve con mi esposa y mis hijos el Pachuca, la Bella Airosa. Fiel a su nombre, estuvo soplando un viento frió que nos recuerda el invierno cercano.

Entrando a la ciudad vi las instalaciones del Tec de Monterrey y recordé hace algunos años cuando montamos allí una exposición y los stands fueron tirados por el viento. Eso me ayudó a tratar de compartir un poco de cultura con mi familia y salió el tema de la Bella Airosa y el porque del sobrenombre.

Recordé que cuando monté la exposición le especifiqué al cliente que los stands no se podían montar a la intemperie.

No va a llover -me interrumpió.
No me preocupa la lluvia -le contesté- me preocupa el viento.

No ha soplado -contraatacó y sarcásticamente le respondí: ¿Sabes por qué a Pachuca le dice la Bella Airosa? No te puedo montar a la intemperie.

El cliente aceptó poner una carpa pero sin embargo y a pesar de la plática, se las arregló para obligar a mi gente a montar dos stands a la intemperie con el pretexto de que estaban entre dos edificios que le protegían del viento y como yo no fui en esa ocasión a supervisar ni me reportaron el detalle, el cliente se salió con la suya, pero sólo momentáneamente, porque a las pocas horas tuvo que avisar de los stands en el piso y todo se complicó por no atender las precauciones debidas.

Varias veces me he preguntado porque la gente no piensa en la fuerza del viento y llego a la conclusión de que lo hace porque no lo ve. El sentido al que más peso le damos es por lo general el de la vista y lo que no vemos suele ser menospreciado.

El viento puede tirar estructuras que en apariencia son sólidas tal como pasó en 1940 con el Puente de Tacoma (Foto de esta entrada), del cual incluso existe una filmación que se volvió un clásico en las escuelas de ingeniería para explicar estos fenómenos de fuerza y resonancia. En Estados Unidos, donde los tornados son devastadores, se contempla más la fuerza del viento, pero a nivel práctico en México no se le toma en cuenta a pesar de que derriba anuncios espectaculares, casas de madera, provoca accidentes de tráfico y llega a voltear camiones. Con todo ello, no es visto como un elemento peligroso por eso precisamente, porque no se ve.

Y así como no vemos el viento tampoco apreciamos el efecto de esa pérdida de valores disfrazada de libertad o de esa deficiencia en la educación que se ha trasladado de las aulas a la televisión. No vemos esos peligros y por ello son más peligrosos: Porque no los vemos.

Para proteger lo que queremos o valoramos debemos utilizar algo más que la vista, tenemos más sentidos y sobre todo tenemos una capacidad que nos lleva a interpretar lo que nuestros sentidos captan. Confiar sólo en lo que vemos nos puede llevar a resultar dañados por lo que no vemos.
.

Lista de contactos

Alberto Quiroga Venegas

Uno de las actividades más provechosas en los humanos es detenerse a reflexionar sobre su vida. Pensar duele, cuesta y puede ser peligroso, por eso a muchos no les conviene que pensemos. Pero a nosotros si.

Nos conviene pensar y reflexionar porque es de nuestra inteligencia de donde podemos sacar los ingredientes para ser mejores y felices.

Hace algunos años, cuando el Papa Paulo VI dijo la frase: Joven, piensa lo que quieras, pero piensa; muchos se escandalizaron y dijeron estaba dando permiso a los jovenes de que piensen lo que fuera.

La razón que dio Paulo VI fue muy sencilla, pues explicó que en realidad los jóvenes (y los demás, agregaría yo) por lo general no piensan y dejan su destino en manos de los demás. Si un joven piensa, aunque piense mal, será guiado por una razón natural que a la larga lo llevará de manera lógica a la verdad.

Pero si un joven no piensa toda su vida será manipulado.

En nuestra vida, muchos de los errores que cometemos son el fruto de no pensar, de no reflexionar.

Detengamonos un momento a pensar seriamente porque somos así, porque nos vestimos así, porque nos agreden las virtudes o los defectos de otras personas.

Si no sabes por donde comenzar a reflexionar te dare una pequeña tarea, si tú lo quieres.

Revisa tu lista de contactos del correo.

¿A quién tienes por compromiso?
¿Quién es ese a quien le mandas correos que ni conoces y no sabes porque está allí?

¿A quién tienes que pedirle perdón?

¿A quién debes eliminar porque no es conveniente su amistad o su relación contigo?

¿Quién es quien desearias que ya no te envie correos?

¿A quién tienes por amistad?

¿A quién no le has escrito y sabes que requiere de tus palabras?

Con este sencillo ejercicio constatarás que la reflexión es como una noble planta que siempre da buenos frutos.
.

martes, 27 de octubre de 2009

Hijos Triunfadores

Luís Baba Nakao (Marzo de 2008)

Hace unos siglos un famoso pensador griego dijo:
‘Lo único permanente es que vivimos en mundo de cambios’

¿Qué paradoja verdad? El mundo que nos ha tocado vivir es uno en que todo cambia a una velocidad que difícilmente podemos alcanzar. Las formas de comprar, producir, organizarnos para lograr el éxito, distribuir, promocionar y vender están cambiando permanentemente y cada vez a una velocidad mayor. Probablemente la respuesta principal a tanto cambio sea el impresionante avance de la tecnología, especialmente en dos actividades: la informática y las telecomunicaciones. Pero ¿cómo preparar a nuestros hijos para que puedan ser mejores ciudadanos del mundo?

A continuación les resumo un mensaje que recibí hace unas semanas de un buen amigo.

Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del futuro, no el mundo de nuestros padres ni el nuestro. En este mundo actual lo determinante para triunfar será el carácter, no exactamente el conocimiento, como muchos pudiéramos creer. Tener temple, salir de fracasos adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una tragedia…, eso será lo que buscarán los seleccionadores de personal

Para los trabajadores independientes será un auto requisito.

Un hijo forjará carácter si percibe claramente la autoridad de los padres . Con presencia de autoridad los niños y jóvenes a su vez actuarán con autoridad para resolver sus problemas; actuarán por determinaciones. Sin presencia de autoridad nuestros hijos serán débiles de carácter y actuarán por impulsos con los consecuentes problemas de adaptación.

¿Exceso de autoridad? Siempre será mejor exceso que falta de autoridad. El límite de autoridad lo pone la siguiente regla: ‘La autoridad no debe humillar’. Básicamente lo que es el niño o el joven hoy será el adulto del mañana. De vez en cuando hay que mirar al hijo como un adulto potencial.

¿ Queremos que nuestros hijos no sufran? Entonces hay que prepararlos para sufrir . No podemos estarle evitando todo el tiempo todo posible sufrimiento ¿si no cuándo aprenderá? Debe comprender la muerte, los problemas de la vida, los problemas en el trato de sus congéneres. No debemos resolverles todos los problemas, hay que ayudarlos a que poco a poco los resuelvan ellos mismos. Nadie logra metas exitosas y duraderas sin un poco de sufrimiento. ¿Alguien imagina a un campeón de atletismo que no sufra para lograr sus marcas? Eso se aplica a todo tipo de campeón y a todo tipo de actividad. Siempre hay que pensar que, en parte, no queremos que ellos sufran para no sufrir nosotros, pero les hacemos un daño con miras al futuro.

Hay que enseñarles a hacer ESFUERZOS SUPLEMENTARIOS. Que sepan que siempre se puede un poquito más. Recuerda que nadie recoge su cosecha sin sembrar muchas semillas y abonar mucha tierra.

Es muy importante enseñarles a carecer , es decir a ’sentir la falta de’ y arreglárselas por sí mismos. Hay chicos que no juegan su deporte si no tienen zapatillas de ‘marca’. Si no aprendes a carecer no aprendes a arreglártelas. Aunque tengamos para darles el 100%, los chicos deben saber el valor de las cosas. Si no lo hacen de chicos, les será muy difícil de adultos y allí sí que van a sufrir y nosotros también con ellos. ¿Cómo les enseñamos a carecer? ¡ Dándoles un poquito menos de lo que necesitan ! ¡No hay otra manera! Si no ¿cómo sienten la falta de? Así aprenden a apreciar lo que tienen. Aprenden a no ser ingratos. Aprenden a gozar de la vida porque muchas veces se goza en las cosas sencillas. Aprenden a no ser quejosos.

Una excelente escuela para aprender a carecer (sin morir en el intento) es la mesa del hogar, la comida. ¿Qué debemos darles de comer? ¡Lo que nosotros decidamos que es bueno para ellos! Es no sólo por su bien estomacal, sino que es una excelente forma de que aprendan a carecer, que no sean ingratos, que no sean quejosos.’Mami… no me gustan las lentejas’. Si quieren hacerles un bien para la vida, denles las lentejas. Habrá berrinches, no se exalten (autoridad no es gritar), que no coma si no quiere, pero cuando le vuelva el hambre: ¡SORPRESA! … ¡Las lentejas del refrigerador calentadas!

Parece increíble, pero si no hacemos este tipo de cosas no se podrá adaptar. La comida es una buena escuela del carecer, pues así no serán quisquillosos en sus relaciones sociales, en el trabajo y en el mundo real.

También hay que educarlos en el servicio. Una familia normal es un equipo de trabajo con pocas tareas: tender la cama, limpiar los cuartos, lavar los platos, pintar la casa, etc.Hay que educarlos para que realicen labores de hogar, aunque lo hagan mal al principio . Si no hacen este tipo de servicios luego tendrán problemas. Las escuelas más importantes de liderazgo del mundo enseñan a los jóvenes a carecer, para que sepan y entiendan el mundo y lo puedan liderar.

¿ Mesadas? Que sean una cantidad fija, más bien, semanales y algo menos de lo que creen que necesitan. Así aprenden a administrar el dinero. Claro que se deben aceptar excepciones, pero conversadas serenamente.

Construyamos hijos luchadores, no debiluchos sobreprotegidos . Que se superen a sí mismos. Que tomen los problemas como desafíos para mejorar. Recuerden que nadie alcanza altura con un solo vuelo. También hay que ilusionarlos con ideales, metas futuras, sueños para que sean buenos de corazón. Importante también es estar convencidos de que triunfador no equivale a tener ‘dinero o propiedades’, triunfadores son aquellos que son felices con lo que hacen, con su vida. Solamente así podrán hacer felices a otros.

Los hijos con carácter templado, conocimiento del carecer, educados en el servicio y plenos de amor e ilusiones serán hijos triunfadores

Los padres tenemos la gran responsabilidad de criar hijos que transformen nuestro país, en uno donde reine la libertad, la abundancia, la justicia y sobre todo la felicidad.
.

lunes, 26 de octubre de 2009

Jalogüin

Alberto Quiroga

No se que pienses tú, pero en lo personal, el jalogüin es algo más que una simple fiesta o moda venida de Estados Unidos.

Lo menos que puedo decir de ella, es que es un ardid mercantilista encaminado a fomentar el consumo. Por las calles de la ciudad de México cada vez son más frecuentes por estas fechas los puestos ambulantes y los comercios que se dedican a vender disfraces, dulces y calabazas con motivo del día de brujas.

En lo personal, y como está la crisis, gastar en disfraces de seres malignos no se me hace muy conveniente. Eso por el lado del consumismo.

Por el lado de mis creencias, idealizar demonios y brujas y disfrazarme de ellos sería el equivalente de disfrazarme de narcotraficante o secuestrador, es decir, no creo que sean seres que los niños deban emular. Habrá quien diga que es una broma inofensiva y si bien algunos no creen en la existencia del demonio, yo sigo pensando que su mayor travesura es la de hacernos creer que no existe, puesto que nadie se defiende de un enemigo que desconoce.

Uniendo ambos planteamientos: ¿Por qué no inventamos "La Noche del Narcosecuestrador" y vendemos armas, disfraces y drogas? Suena abominable, ¿Verdad? Pues así me suena la noche de brujas.

¿Te has preguntado por qué te disfrazas o por qué disfrazas a tus hijos?

Disfrazar a tus hijos con el argumento de que todos lo hacen no se me hace buen argumento. Las mayorías no siempre tienen la razón. Hace ya algunos siglos la mayoría pidio para Jesús la crucifixión. Hacerlo porque es la moda tampoco es argumento, porque también las estadísticas señalan que muchas mujeres son maltratadas, pero no por eso se vale lastimarlas.

"No tiene nada de malo" dicen algunos. Nos podemos autoengañar y pensar que es algo inofensivo, pero relajar los valores no los reafirma, antes los pierde.

¿Por qué a la sociedad se le facilita tanto disfrazarse de demonio pero al mismo tiempo se le haría ridículo que alguien saliera a la calle disfrazado de San Francisco de Asis?

Sutílmente, el Jalogüin va metiendo la idea en la mente de la sociedad de que lo malo no es tan malo y que lo bueno es aburrido, de que el demonio es un invento y que la brujería y lo oculto es un juego. Si hay una fiesta o evento en la actualidad en la que se note la ausencia de Dios, esa es el Jalogüin. Celebrarlo y de allí a creer otras cosas que nos sigan alejando de la Verdad, hay un solo paso.

Si no tienes un plan, alguien más te hará parte de su plan. Si celebras Jalogüin ¿En qué plan lo haces? ¿Es tu plan o te lo impuso alguien más?
.

viernes, 23 de octubre de 2009

Pagando por la incompetencia

Alberto D. Quiroga V.
¿Qué sucede cuando quieres que los demás paguen por tu incompetencia? Te encaminas al fracaso.

Tomemos el ejemplo de un mecánico incompetente, que por desconocer el procedimiento de desmontaje de una pieza, la rompe. Seguramente lo primero que le pasa por la mente es que la debe reemplazar pues sino el auto no funcionará, pero difícilmente aceptará el cubrir el gasto y se lo cargará al cliente.

El resultado de la práctica anterior redunda en que el consumidor final acaba pagando un sobre precio por la falla del mecánico. Si por alguna razón el cliente acude con otro mecánico en el futuro y descubre que fue engañado, el mecánico incompetente automáticamente será vetado.

Hace poco comentaba la problemática de transferir nuestros errores a otros como una mala práctica debido a que al “quitarnos” la responsabilidad inconscientemente nos desobligamos de buscar soluciones.

De la misma manera, cuando nos acostumbramos a que los demás paguen por nuestra incompetencia tendemos a estancarnos pues hallamos una salida fácil a nuestros problemas.

Sin embargo, a veces se nos olvida que no estamos solos en este mundo y si bien es muy cómodo que los demás paguen por nuestros errores, por su parte los demás no están dispuestos a pagar por ellos, por lo menos conscientemente. Por lo tanto, cuando alguien descubre que está pagando de más, reacciona y busca otra opción.

Trabajé en una fábrica cuyo peso ideal de consumo era 700 gr para fabricar una pieza de 450 gr. Esto significaba que después de hacer los cortes y perforaciones, por cada 700 gr. de material nos quedaba una pieza de 450 gr. de producto terminado.
Pero en los libros y en los controles el peso de consumo estaba tasado en 975 gr. es decir, un 28% adicional. La cantidad se había calculado con base en los registros históricos, que incluían robos de material, desperdicios, malos almacenajes y mermas, y todo esto se justificaba diciendo que el proceso y el personal no estaba preparado para llegar a 700gr. y era mucho más cómodo tener un peso inflado que compensara errores, negligencia e incompetencia.
Obviamente, el precio de venta estaba en función de 950 gr.

Y así como este caso he sabido de otros, en los cuales, lejos de buscar mejoras se compensan las fallas, como la historia de aquel que cada vez que escuchaba un ruido en el motor de su auto le subía el volumen a la radio.

Cuando las empresas, personas o países acostumbradas a cobrar la incompetencia se enfrentan con otras que no la toleran, el resultado es que el cliente, el patrón o quien sirva de juez entre ambos toma una decisión lógica y se va con quien mejor le conviene.

Creo que todos en mayor o menor medida somos incompetentes, lo cual es bueno porque reafirmamos que somos perfectibles y podemos mejorar. Lo malo es cuando nos acostumbramos a ser incompetentes y encima queremos que los demás paguen por ello.
.

jueves, 22 de octubre de 2009

Las odiadas matemáticas

Alberto Quiroga V.

Acabo de leer un apasionante libro de matemáticas llamado "El hombre que calculaba" escrito por Malba Tahan, pseudónimo del escritor y profesor brasileño Julio César de Melo e Souza.

Entre muchas otras, la ventaja de tener hijos en edad escolar es que podemos repasar y recordar tiempos de aulas. Gracias a mi hijo he podido leer libros que no conocía y confieso que he tenido una agradable sorpresa con éste que les menciono.

Escrito como novela y entretejiendo problemas matemáticos, que hábilmente resuelve el protagonista Beremiz Samir, Malba Tahan cumple con creces el objetivo que se plateó al escribir el libro y que es desmitificar esa imagen equivocada de que las matemáticas son algo oscuro o complicado, a la par de demostrar que tiene sus grandes ventajas el saber de números.

En este mundo de hoy donde se juega con las cifras, las estadísticas se posicionan como una de las mentiras más socorridas de políticos y empresarios, por eso saber interpretar adecuadamente los números debería ser una de las constantes en todos nosotros.

¿Quien, por ejemplo, ve un poco más allá de los pagos chiquitos? Comprar una grabadora que vale $899.00 pagando solamente $26 semanales puede sonar atractivo, pero calcular que pagando en 52 semanas acabas pagando por ella $1,352.00 lo que da un 50% más por un producto que no es de vital importancia para sobrevivir puede ya no ser tan atractivo.

A nivel de economía nacional, tenemos el caso de los llamados excedentes petroleros. Jugando con números se calcula el precio del barril para un ejercicio fiscal en determinada cantidad, y si el precio real está por arriba del estimado y se vende más caro, a la diferencia se le considera un excedente, como si nos sacáramos la lotería y como buenos mexicanos a gastar... Y siempre existe la tentación de poner el precio más bajo de lo estimado ¡pos así ganamos más!

Plantear bien

En "El hombre que calculaba" se proponen varios ejercicios matemáticos que podríamos llamar engañosos, en los cuales, un planteamiento falso lleva un resultado erróneo.

Se narra en el libro que tres amigos estaban en una hostería, donde les cobran por el servicio 30 monedas de oro y cada uno de ellos coopera al pago con 10 monedas. Viendo que son buenos clientes, el dueño de la hostería les devuelve cinco monedas y siendo ellos tres, cada uno se queda con una moneda y dan dos de propina. Después de reflexionar uno de los clientes protesta: "Les han robado una moneda"

La molestia del huésped es la siguiente, si cada uno cooperó con diez monedas y le regresaron a cada uno una, eso significa que cada quien acabó pagando nueve. Como nueve por tres son 27 y dieron dos de propina, lo que hace un total de 29 ¿En donde está la moneda que hace falta?

Historias con problemas como éste, aderezados con datos históricos de los antiguos reinos árabes te llevan de la mano para convencerte de la importancia de saber matemáticas.

En nuestro México de hoy, así como se juegan con las cifras en las votaciones, excedentes petroleros, gastos de sindicatos y prestaciones, si todos supiéramos de números, no sólo como calculadores, que es una función mecánica, sino como analistas, que es una función pensante, entonces seríamos menos manipulables de lo que desgraciadamente somos.

Un niño que en la primaria se niega a saber de números y rehuye a los problemas matemáticos, queda a merced de aquellos que juegan con las cifras. Si a ti o a algún conocido no le gustan las matemáticas, estamos en buen momento para que les empiecen a gustar, digo, por si quieren saber en dónde quedó la moneda que hace falta.
.

lunes, 19 de octubre de 2009

La bola de estambre

Alberto Quiroga V.

¿Has visto rodar una bola de estambre? Si no hay nada que detenga el extremo del estambre, la bola rodará completa, pero si algo lo atora, la bola rueda pero va dejando atrás hilo.

Si en nuestra vida nos aferramos a cosas que sólo nos detienen, comenzamos a deshacernos con nuestro rodar, al igual que la bola de estambre. Eso nos pasa con el resentimiento que nos ata al pasado mientras rodamos al futuro. Mientras más fuerte es el resentimiento, más rápida pasa la vida, más rápida rueda la bola y más pequeña se hace.

Si cortamos con el resentimiento, podemos seguir rodando sin el desgaste de quedar atados a lo que ya no podemos cambiar.

¿Has visto desaparecer una bola de estambre? Yo sí. La he visto desaparecer por las manos laboriosas de quien teje un sueter o una bufanda. Quien así lo hace transforma el hilo en una prenda que acaba por ser totalmente diferente y totalmente trascendente. Aumenta su valor y permanece.

No es lo mismo desgastarse por el piso, atado en un extremo que desgastarse transformado y vistiendo. Sin embargo el estambre es el mismo. Pero a diferencia de la bola de estambre, tú puedes decidir cómo te desgastas.

.

viernes, 16 de octubre de 2009

Mi buena mala suerte

Alberto D. Quiroga Venegas

He estado haciendo un recuento de mi vida y veo que tengo una muy buena mala suerte.

Así es. A los ojos del mundo, durante mi vida, me han pasado cosas que en primera vista pueden parecer muy malas, pero que al tiempo he visto la conveniencia de ellas.

Me han despedido de trabajos en los que según yo he dado resultados, lo que me llevó a estados depresivos, pero de todos esos empleos saque la mejor parte, que fue la experiencia y el romper con una zona de confort que me llevó a tener nuevos retos.

No lo voy a negar, he sentido la desilusión, pero reconozco que esos episodios me han abierto la oportunidad de rozarme con otras personas que me dieron un crecimiento mucho mayor que el que hubiera podido tener si me hubiera quedado allí. A la distancia pienso en esos despidos y estoy seguro que fue lo mejor que me pudo haber pasado.

Tuve una muy buena mala suerte, porque de otra forma me hubiera estancado.

Dicen que lo bueno es enemigo de lo mejor y jugando con esa frase me he dado cuenta que lo malo es amigo de lo mejor porque lo malo que te pasa te puede ayudar a sacar lo mejor de ti mismo.

También me he topado con gente que me ha robado. No me refiero a delincuentes de la calle sino a otros más peligrosos, los de cuello blanco, que llegan contigo oliendo a colonia y bien presentados. También con ellos he tenido muy buena mala suerte, porque si bien me han robado, las cantidades no han sido como para dejarme en la ruina.

Cuando ha pasado eso, lo primero que he pensado es en la mala suerte que he tenido de ser estafado y me molesta el dinero perdido. Después, al tiempo, reconozco que mi mala suerte fue buena puesto que descubrí a tiempo los malos manejos y pude tener una salida menos lesiva que si no me hubiera percatado del problema.

Cuando alguien me pide dinero y no me lo paga pienso: Que mala suerte, mil pesos perdidos. Pero después, con el tiempo pienso Que buena suerte, me salió barato descubrir a un ladrón.

De igual forma con las falsas amistades, con las relaciones inconvenientes, con los accidentes de auto o con las enfermedades, he logrado descubrir que un aparente mal pequeño acaba por librarme de un mal enorme y real.

Y es curioso como uno mismo va por la vida malinterpretando los sucesos. En una ocasión, con mi esposa, comentábamos la coincidencia de que cada vez que lograba ganar un dinero extra se presentaba una situación que consumía ese dinero. Por poner un ejemplo, vendí dos cursos que no tenía contemplados lo que me representó un ingreso y a los pocos días el auto se descompuso necesitando una reparación mayor y cara.

-Que mala suerte -pensé- cada vez que tengo algo de dinero sale algo que se lo lleva.

Pero después descubrí un maravilloso secreto. Cada vez que me iba a pasar algo Dios me mandaba algo de trabajo extra para poder compensar ese gasto, lo que ha sido tan coincidente que en realidad me espanta porque no creo merecer tantas bendiciones.

Por ello te digo: Tengo muy buena mala suerte, por la cual le doy gracias a Dios.

.

miércoles, 14 de octubre de 2009

¡Ay dolor!

Alberto D. Quiroga V.

Ya en otras ocasiones he mencionado que la forma de ver o plantear un problema, es determinante para encontrarle un solución o para que se quede incluso, sin resolver.

Cuando en un planteamiento se confunden las causas y los efectos, interpretándose unos por otras, quien intenta resolver el problema puede desgastarse tratando de eliminar un efecto que será recurrente mientras no se elimine la causa.

Recuerdo de mis clases dJustificar a ambos ladose Anatomía los esfuerzos que hacía el Dr. Octavio Ríos para convencernos de estudiar algo que a la mayoría le parecía intrascendente y que era el estudio del funcionamiento del cuerpo humano. Entre otras ideas nos planteaba que si no sabíamos como funcionaba nuestro cuerpo podíamos desgastarnos inútilmente tratando de curar una tos (síntoma) provocada por una infección (causa) puesto que la mayoría de los remedios para la tos no sirven para acabar con todos los virus que pueden causar una infección.

Cosa similar sucede con el dolor. Actualmente, en la televisión se ofrecen medicamentos que ayudan a disminuir el dolor tal como si este fuera una causa y no un efecto. Por su parte, los médicos suelen reconocer en el dolor un gran aliado puesto que es una señal de alerta que permite detectar y descubrir en donde hay un problema. Tomar analgésicos o cualquier otra medicina antes de visitar al médico puede entorpecer la búsqueda de la verdadera causa y así evitar o retrasar su eliminación.

¡Ya no quiero sentir dolor! Palabras más o menos he escuchado varias veces esta súplica que es entendible pero a la vez distractora, porque suele enfocar a la gente a centrarse en el dolor (efecto) y no en la causa que lo produce. Y debido a que el dolor puede tener muchos inhibidores cómodos, la gente los busca para corregir en el inmediato plazo. Y en este caso me refiero tanto dolores físicos como mentales y espirituales.

Muchos alcohólicos reconocen que se refugiaban en la bebida para olvidar el dolor causado por problemas, pero no tenían claro que una vez pasado el efecto del alcohol el dolor regresaría más fuerte porque paradójicamente, la verdadera causa se había agravado a causa del alcoholismo.

En la mecánica automotriz existe un ejemplo claro de esta afición a tratar de desaparecer los efectos sin atacar las causas. Todos los autos traen luces indicadoras en el tablero, llamadas también testigos. Se encienden cuando se presenta un problema en alguno de los sistemas o cuando se activa un elemento, como el freno de mano. Debido a lo sofisticado de los sistemas, algunos mecánicos poco capacitados son incapaces de corregir la falla y por lo tanto, el foco permanece encendido indicándole al propietario que la falla persiste. Por lo tanto, los mecánicos toman el camino fácil y desconectan el foco en cuestión, desapareciendo el efecto pero permaneciendo la causa.

A semejanza de estos mecánicos, a veces caemos en la comodidad o falta de visión de tratar de desaparecer el dolor sin atacar sus causas. Al pensar que el dolor es lo que debemos de eliminar, dejamos de lado lo que lo está provocando y permitiéndole seguir causando daño.

En el ámbito deportivo, son recurrentes las historias de deportistas que han jugado prácticamente anestesiados, para engañar a un cuerpo que les está avisando que algo está mal. Pero el deseo de jugar para no perder la titularidad, la fama o lo que sea, al final acaba con su carrera cuando el problema es tan grave que ya no es posible corregirlo con una inyección.

Regresando a la comparación con los autos, circular en uno que cuente con malos indicadores puede ser muy peligroso. Pensar que el tanque de gasolina está lleno porque así lo marca un gasómetro defectuoso puede provocar que nos quedemos sin combustible a medio del camino a pesar de que el medidor indique que no hay problema.

De igual manera, en esta vida podemos quedarnos varados si seguimos pensando que el dolor es el enemigo a vencer y no un aliado que nos indique en donde están los problemas que debemos corregir.
.

martes, 13 de octubre de 2009

Durmiendo con el enemigo.

Alberto D. Quiroga V.

Que curioso resulta saber que muchas veces los dueños de las empresas, altos directivos o gerentes, tienen más miedo de su propia gente que de la competencia o de los inspectores gubernamentales.

Quién no ha sabido, o padecido, de bloqueos a gente que llega con ganas de aportar a una organización, y que lejos de ser vista como un apoyo se le ve como una amenaza.

Abundan los casos en que gente talentosa se ve confinada a puestos de poca importancia, mientras que gente incapaz y manejable sube como la espuma dentro de la organización, solo porque mientras los primeros se ven como gente peligrosa, y los segundos son como piezas de ajedrez que pueden ser movidos al antojo.

Mala situación de aquel que cae en una organización donde demuestre que sabe más que quienes están arriba, porque dice el refrán: "A ningún jefe le cae bien un subalterno que siempre tiene la razón"

Entre las conclusiones que podemos sacar de lo anterior, está el que no siempre la gente brillante triunfa por si misma, a menos que coincidan una serie de factores que le permitan un cauce a su brillantez.

Por ejemplo, seguramente Pelé no hubiera sido estrella de Fútbol si hubiera nacido en los EU, donde hubiera sido visto de otra forma, y donde el fútbol no era tan popular en esos entonces.

Cuantas veces no hemos tenido gente talentosa a un lado, y lejos de aprender de ella, buscamos zafarnos de esa pesada losa que es estar en segundo plano. Y si a esta situación le agregamos que el que se sienta amenazado tenga poder, nos encontramos con jefes que bloquean a sus empleados, que los alejan de proyectos importantes, o a quienes inclusive les encargan tareas improductivas para señalarlos como poco importantes para la empresa.

No es sencillo aceptar el reto de aprender de quienes se debería considerar saben menos que nosotros. Sin embargo, cuando impere una cultura laboral en la que los jefes se sientan orgullosos de los éxitos de su equipo, y donde no exista el miedo al reconocimiento, seguramente estaremos entrando a una nueva y mejor etapa.

Alianzas Estratégicas

Alberto D. Quiroga V.

La batalla para ganar más no necesariamente se debe pelear a solas...

-Pedro es propietario de un taller. Para ganar más dinero se ha enfocado en buscar compañías que le envíen autos de sus flotillas. Después de mucho batallar consiguió una cita con el gerente de mantenimiento de una gran empresa, pero debió rechazar el trabajo por falta de capacidad.

-Antonio sufre mucho con las variaciones del mercado. Hay días que le llegan tantos autos que no se da abasto, aún cuando él y sus muchachos se queden hasta tarde. Pero en otras ocasiones no cae nada al taller, y debe sacar dinero del banco para pagar la nómina. Cuando esto pasa suele recordar la frase: Hay veces que nada el pato y hay veces que ni agua bebe.

-Roberto ha notado que sus clientes suelen pedirle servicios que no maneja. Por ejemplo, uno de ellos le solicitó el año pasado que le hicieran limpieza al radiador, pero como es algo que no hace ni conoce a nadie confiable, le negó el servicio al cliente. Después se enteró que este cliente probó con otro taller y ya no regresó.

Los tres ejemplos arriba mencionados son la muestra de situaciones que no puede manejar un taller solo. Pedro, Antonio y Roberto pierden oportunidades por no tener la capacidad y los elementos necesarios para tomarlas.

Uniendo fuerzas

Cuando reflexionamos acerca del principio de sinergia para potenciar los esfuerzos individuales parece ser que se habla exclusivamente de personas, pero lo que se aplica para los individuos, también se puede aplicar para las empresas.

¿Qué pasaría con Pedro, si antes de empezar su búsqueda de nuevos clientes, se hubiera reunido con otros propietarios de talleres para formar un equipo con el cual pudiera atender no 10, sino 50 autos a la semana? Pues seguramente se hubiera sentido confiado cuando la gran empresa le planteó la atención a más autos de los que él solo puede reparar, pero en equipo resulta una tarea manejable.

Y qué decir de Antonio, que a veces tiene mucho trabajo, y a veces nada. Si él logra ponerse de acuerdo con otros talleres para facilitarse entre ellos a los mecánicos, se podrían apoyar prestándose personal para evitar tenerlo ocioso, con el respectivo pago de sueldos.

En cuanto a Roberto, si él lograra formar una red de talleres con servicios complementarios, no dejaría que sus clientes buscaran opciones por otro lado y aumentaría sus ingresos promedio por cada visita.

Planteando una alianza

Es una realidad innegable que así como dos cabezas piensan más que una, dos talleres deben ser más fuertes que uno solo.

Desafortunadamente, algo que es tan obvio el teoría en la realidad tiene muchos obstáculos.

El primero de ellos es el egoísmo. Nos cuesta mucho trabajar en conjunto porque tendemos a ver las cosas exclusivamente desde nuestro punto de vista. En pocas palabras, queremos recibir pero estamos muy poco dispuestos a dar.

Nos encanta que nos recomienden clientes, pero nos es muy difícil dar recomendaciones. Podemos solicitar ayuda, pero pocas veces las brindamos.

Pero si vencemos el egoísmo y sabemos ver a largo plazo, las ventajas de trabajar con aliados saltan a la vista.

Por ejemplo, es una realidad que cada vez son más las marcas y modelos que se fabrican o comercializan en México, por lo tanto, es muy difícil que un taller cuente con toda la gama necesaria de Computadoras de Diagnóstico (Scanner) e información para atender a cualquier los autos. Si un taller quisiera estar preparado para poder diagnosticar todo tipo de vehículo lo tendría que hacer a un costo muy alto, y la inversión probablemente no se vería recompensada. Pero si en lugar de adquirir diez equipos, compra 3 y busca un convenio con otros talleres que tengan o adquieran otros diferentes., entonces recuperará más rápidamente su inversión.

Buscando ingredientes

En la receta de las Alianzas estratégicas podemos encontrar los siguientes ingredientes:

Lealtad, compromiso, visión de largo plazo y gusto por el trabajo en conjunto.

A lo largo de los años, he podido ver intentos de formar alianzas entre talleres y/o reaccionarias y cuando faltan los ingredientes arriba mencionados éstas se vienen abajo.

Recuerdo el caso de un grupo de Rectificadoras y Reconstructoras de Motor que se pusieron de acuerdo para realizar compras en conjunto para obtener precios de mayoreo. Al principio, no importaba la cantidad que comprara cada miembro porque todos estaban conscientes de los precios que pagaban cuando lo hacían en forma individual. Pero después de unos meses, los que compraban más empezaron a exigir que los que compraban menos tuvieran un menor descuento. Por su parte, estos últimos se sentían afectados porque consideraban que si bien compraban menos, a final de cuentas sumando todas las cantidades llegaban a buenos volúmenes de compra.

Las discusiones acabaron por disolver el grupo, y todos volvieron a pagar precios de menudeo.

Esto que se platica en dos párrafos condensa la falta de visión del trabajo conjunto y es un ejemplo de egoísmo.

También he conocido el caso de talleres que han pedido apoyo de otro para reparar un auto cuando se carga el trabajo, y el que lo repara aprovecha para dejar publicidad, ya sea con un volante en la guantera o una calcomanía en la puerta, lo cual le deja ver al dueño del vehículo que el auto no fue reparado en el taller al que lo llevó, sembrando duda y desconfianza.

En este caso, hablamos de un ejemplo de deslealtad.

En cuanto al compromiso, recuerdo un intento de algunos talleres que se encontraban repartidos por la zona metropolitana de la Ciudad de México, y que plantearon el ofrecer un servicio de rescate por zonas dando a los clientes una serie de teléfonos de atención para solicitar apoyo según se encontraran, con la obligación de apoyar sin hacer labor de venta.

Sin embargo, cuando llamaban para solicitar servicio, no todos los talleres participantes tenían el mismo nivel de compromiso para ayudar y le daban preferencia a sus propios clientes, lo que hizo perder la credibilidad del proyecto.

Como empezar una alianza

Primero que nada detecte una oportunidad. Ubique sus capacidades y descubra sus debilidades, y piense en alguien con quien podría compensar sus puntos débiles. Evalúe a su posible aliado pensando en su nivel de lealtad, compromiso y analice la capacidad de visión y de trabajo que tiene él.

Si considera que puede confiar en él, realice un esquema en donde le ofrezca algo equivalente a lo que usted está pidiendo, para establecer la alianza en un clima de ganancia mutua, en el famoso esquema de ganar-ganar.

Si su posible aliado acepta trabajar en conjunto con usted, definan claramente las bases sobre las cuales se desarrollará el trabajo conjunto, los compromisos y responsabilidades de cada quien y no inicien hasta que lleguen a un acuerdo.

Cuando comiencen a trabajar aliados dense un plazo de prueba para evaluar el funcionamiento y mantengan una comunicación estrecha para hacer los ajustes necesarios.

Revisen los resultados periódicamente, esto además de ser un indicador, puede ser motivante.

Establecer una alianza es como cualquier proyecto, requiere de un diagnóstico, análisis, propuestas y evaluaciones. Si de momento no existen las condiciones para realizar una, manténgase atento, y cuando se presente la oportunidad, aprovéchela.

martes, 6 de octubre de 2009

El billete falso

Alberto Quiroga Venegas

Una mañana de camino al trabajo me detuve en la tienda de costumbre a comprar mi desayuno, ese que los estadounidenses llaman "On go" y que consiste en comer lo que se pueda mientras manejamos por horas en el tránsito cargado de la ciudad de México.

Me dice el dependiente que son 35 pesos y pago distraído con un billete de 200.

Tienes suerte -me dice- solamente tengo un billete de 100 y no tengo suficientes monedas.

¿Por qué tengo suerte? -pienso mientras recibo el cambio y noto una extraña textura en el billete. Lo reviso y veo una burda y borrosa imagen de Netzahualcoyotl. Trato de observar la marca de agua y la percibo de lodo, porque es visible a simple vista y no solamente a contraluz y determino.
Este billete es falso- y lo devuelvo.
¿En que es falso? me alega. Y respondo que basta mirarlo.
-Pues no es falso.
-Pues no lo quiero- y pongo sobre el mostrador la mercancía.
El tendero toma el billete y pide a gritos a su mujer otro billete de a 100 - ¿no que nada más tenías uno? y la mujer pregunta desde dentro. ¿Y ora por qué?
-Pues quesque es falso...

Recibo otro billete de a 100, recojo mi desayuno del mostrador y me marcho para jamás regresar a esa tienda.
Mientras tomo mis alimentos, solo y rodeado de miles de automovilistas, pienso en el billete falso. Si hay alguien distraído ese soy yo, que me tenía que encadenar las llaves de la casa al pantalón para no perderlas, pero a pesar de mi distracción la falsificación era tan burda que la he notado.
¿Cuántas veces -me pregunto- habrán pasado por mis manos billetes falsos sin que haya dado cuenta?

Entonces recuerdo que en alguna ocasión pase por una tienda y pagué con un billete de a 20 que me fue devuelto de inmediato.

Es falso -me dijeron- no sirve.
¿En que es falso? -pregunté y me responden que le hace falta un pequeño detalle en el águila.

Lo cambié por uno bueno y después revisé mi billete falso. Efectivamente, parecía bueno, pero faltaba un detalle en el ave y el papel, aunque similar, no era el que debiera. Lo doblé en cuatro y lo guardé en el fondo de mi cartera al tiempo que traté de recordar donde lo obtuve sin dar con la respuesta.

Un buen billete falso

Para que un billete falso sea tomado por bueno, debe ser lo más parecido posible a uno legal. Pero aun si esta hecho con los mismos materiales, prensas y tintas, el billete sería falso si no tiene el respaldo de un gobierno que lo emita.

Algunas personas o ideas parecen ser buenas, y es solamente un pequeño detalle el que nos demuestra su falsedad. Pero a veces por pequeño lo minimizamos y le quitamos importancia.

Circula por allí una historia de una persona deprimida que se encuentra con un amigo, quien le muestra un billete nuevo. Para demostrar que aun cuando la persona se deprima no pierde su valor, el amigo animoso arruga el billete y lo ensucia para demostrar que sigue valiendo a pesar de lo ajado. Aun cuando un billete legal esté roto, puede recuperar su valor con cinta adhesiva transparente.

En el extremo contrario, tenemos a billetes que parecen ser buenos, pero a la hora de la verdad, una leve diferencia revela su falsedad.

Todos identificamos a personas malas que nos quieren dañar cuando son muy obvias, como sería el caso de un asaltante que en una calle vacía se nos acerca con cuchillo en mano. Pero no todos identificamos a tiempo a personas que nos quieren dañar y se nos acercan con la sonrisa en la boca y la mano extendida.

De igual forma en que un billete falso se revela por pequeños detalles, aun cuando esté muy bien hecho, así los falsos amigos se revelan por pequeños detalles. La mentira y la incongruencia entre el decir y el actuar son dos de los denominadores de los falsos amigos. La ausencia en momentos de necesidad es otro de los indicadores. El ataque a nuestros valores también, aunque esto lo suelen hacer de manera velada. Por último los resultados: Un mal amigo siempre te lleva a resultados lamentables en el mediano y largo plazo.

Tintas especiales, máquinas de luz ultravioleta, marcas de agua y micro impresiones son detalles que nos ayudan a distinguir un billete falso de uno bueno. También los pequeños detalles nos ayudan a distinguir una idea o persona falsa de una buena, pero debemos estar atentos. Así como en los negocios cuidan su dinero revisando los billetes así en nuestra vida cuidemos nuestra tranquilidad revisando a quien llamamos amigo y le otorgamos nuestra confianza.
.