viernes, 25 de noviembre de 2011

Anudando



Si alguna vez te ha tocado tratar de desenmarañar una madeja de estambre, sabrás que lo primero que es recomendable es buscar uno de los dos extremos. Es importante no jalar ni perder la paciencia, porque un tirón sencillo puede provocar un nudo complicado.

Si encuentras un extremo, en automático lo puedes tomar el principio. De allí comenzar a enrollar y dar orden es el siguiente paso.

Obviamente en una bola de estambre no es relevante comenzar por un extremo u otro, ambos pueden ser principio o final.

En la vida no es lo mismo, a veces se toma como fin definitivo lo que a la par es un principio y los resultados son desastrosos.

Supongamos que alguien concibe su matrimonio como un final. Se concentra en la boda, planea la fiesta, la misa, las invitaciones con mucha anticipación, cuidando todos los detalles y se casa. Ya cumplió su objetivo, la ceremonia fue emotiva, la recepción todo un suceso, los regalos magníficos, pero allí acaba todo. Eso se tomó como un final-final cuando al mismo tiempo es un principio de una vida con satisfacciones, pero también con dificultades, que al no ser anticipadas ni esperadas, causan decepción, porque se pensó que una vez despedido al último invitado se acaban las tensiones.

Al emprender un nuevo negocio suele pasar lo mismo, se planea la apertura, se hace con mucha ilusión el logo, se desarrolla el nombre y el concepto, se organiza la apertura. Pero una vez abierto el negocio la mente opera en contra porque se piensa que el fin era abrir la empresa y no mantenerla. Las estadísticas que marcan que 8 de cada 10 nuevas empresas fracasan antes de 3 años confirman que mucha gente se preparó para la apertura, pero no para el mantenimiento. Se tomó como final lo que también era un principio.

Cuando alguien teje, al terminar una madeja toma otra, le hace un nudo y continua. Si no se agrega, el tejido queda incompleto. Haciendo la comparación, a la madeja de estudiante se le debe de anudar la de trabajador, a la madeja de novio se le debe anudar la de esposo y a la de emprendedor le sigue la de empresario. En nuestra vida tenemos que reinventarnos constantemente, uniendo proyectos; entendiendo que a todo final le sigue un principio y que no es posible que tejamos nuestra vida con una sola madeja.
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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Los talentos


La historia es de las más conocidas de la Biblia (Mateo 25, 14-30). Un hombre que se iba de viaje le dejó dinero a tres de sus siervos para que lo cuidaran. A uno le dejó cinco talentos, a otro dos y al tercero uno. Los talentos mencionados eran unas monedas de mucho valor y ello es simbólico, pues representan confianza y responsabilidad de quien lo da y de quien lo recibe. La parábola nos cuenta que los que recibieron cinco y dos se pusieron a trabajar con el dinero recibido y lo duplicaron, el que recibió uno simplemente lo enterró para que no se lo robaran. Ni siquiera se le ocurrió dárselo a otros para que lo trabajaran por el y le pagaran intereses. Su castigo fue grave.

Creo que todos conocemos el significado: Dios nos ha dado a todos dones (talentos) que debemos poner a trabajar para El. Si se nos ocurre quedarnos estáticos podemos recibir el mismo trato que el siervo perezoso.

Pero a mi me queda una pregunta por responderme y que no está especificada: Sí hubo un castigo grave para quien no hizo nada con los dones recibidos, ¿Cuál será el castigo para quien utiliza sus dones para fines contrarios al plan de Quien los recibió?

Hay quien recibió el don del convencimiento. Tiene la habilidad para motivar a los demás a tomar decisiones, pero no ocupa ese don, por ejemplo, para que la gente deje algo que le daña sino para estafarla.

Está aquel que tiene una capacidad tremenda de detectar las debilidades del prójimo, pero no utiliza esa visión para ayudarle a soportarlas sino que se aprovecha de ellas para manipularlo.
Sabemos que hay quien tiene una asombrosa capacidad de hacer negocios, pero sus negocios siembran desaliento y muerte.

¿Qué será peor? ¿Enterrar el talento u ocuparlo para ofender a Quien nos lo ha dado? De nuestra respuesta podemos inferir el castigo merecido por ocuparlo para el mal.

Parábola de los talentos Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Un gran temor



Dicen que los grandes ejecutivos nunca toman vacaciones, porque les da miedo que la empresa se de cuenta de que no son necesarios.



¿No te daría miedo desaparecer y que nadie notara tu partida?

Considero que ese temor esta impreso en muchos de nosotros, y como cualquier temor nos lleva a cometer errores. Tener miedo de no ser notado nos lleva a alzar la voz, a meternos en lo que no nos importa, tomar decisiones que no nos corresponden y estorbar en donde nos debieramos.
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jueves, 10 de noviembre de 2011

Si hubiera...



La frase es del General Pedro María Anaya. Al momento de entrevistarse con el general Twig, después de hacer una honrosa defensa del convento de Churubusco, el general vencedor preguntó por el parque (municiones) a lo que el General Anaya respondió:

Si hubiera parque no estuviera usted aquí.¿No te ha tocado ver una situación como la de Anaya? Momentos en los que se sabe lo que se necesita, pero se carece de ello.

Cuando alguien está desempleado, sabe que necesita de un trabajo. Pero en estos tiempos, aun con capacidad no es sencillo encontrar un buen empleo. Así que escuchar a alguien y decirle simplemente: "Echale ganas a buscar trabajo", puede ser un tanto vano. No es lo mismo que decirle: "¿Qué tipo de empleo puedes desempeñar para ayudarte a buscar?".

El apóstol Santiago nos recuerda en su carta lo fácil y comodino que es decirle a un hermano: Aliméntate, vístete, (Anímate).
El problema está en ayudarle a obtener alimento, vestido o el ánimo. Allí se requiere de un esfuerzo mucho mayor que la simple frase vacía.

Aunque se puede dar el caso, es muy difícil que alguien que tiene agua potable se muera de sed. Aconsejar a un sediento que beba cuando no tiene agua es cruel, dársela es misericordioso.
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miércoles, 2 de noviembre de 2011

La casa de los changos


De un libro de lectura de la escuela primaria, recuerdo la historia que contaba por qué los changos no construyen casas.

Todas las noches, en la selva, bajo la fuerte lluvia, los changos se juntaban unos con otros, temblorosos, sufriendo el frío. Entonces se proponían construir a la mañana siguiente una casa como la de los hombres para protegerse. Animados por esa idea se dormían apretujados y mojados y a la mañana siguiente, con el calor del sol, las pieles se secaban, las ganas de jugar y de balancearse por las ramas hacían que los changos se olvidaran de sus casas, de las cuales no se volvían a acordar hasta la noche, cuando la lluvia les volvía a traer la necesidad de protegerse. El cuento se trataba de un eterno formular y olvidar deseos.

Hace falta memoria. Bastaba un poquito de sol para distraer a los changos. ¿Qué es lo que nos distrae que no hemos podido construir una casa, una familia, un país?

¿Cuál es ese sol que nos calienta a ratos y que nos impide crecer y buscar la mejora permanente en lugar de una satisfacción temporal?
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