Alberto Quiroga V.
En 1979, la compañía Xerox desarrolló una herramienta para aprender y estudiar a los competidores y la llamó "benchmarking" que podría ser traducida como tomar referencia o hacer una comparativa. Con esta herramienta, podemos emular a quienes van teniendo mejores ideas y anticiparnos a quienes están en el mismo ramo.
El benchmarking con el tiempo fue cambiando y evolucionando y algunos nos sólo estudiaron a los competidores sino a cualquier proceso que tuviera alguna relación con lo que hacemos o debiéramos hacer.
Por ejemplo, una estética de corte de pelo podría aprender de un restaurante en lo referente a servicio a dientes, así como una empresa de venta de revistas podría aprender de una de mensajería en cuanto a distribución.
En esta época, los católicos podemos aplicar un "benchmarking" navideño y aprender de como las tiendas le sacan jugo a la navidad, para que nosotros podamos sacarle jugo a la Navidad (me gustaría que notaras que una va con mayúscula y otra con minúscula).
Primer punto: Definamos un objetivo.
Para las tiendas el objetivo es muy claro, aprovechan la navidad para vender, es fin de año, invierno, hay aguinaldos, se presta para gastar y hacer regalos y esto lo saben bien los dueños y directores de las tiendas.
Para los católicos, ¿el objetivo es claro? ¿Sabemos que es la Navidad? ¿Hemos reflexionado acerca de la trascendencia de que Dios se vuelva hombre y decida vivir entre nosotros?
Segundo punto: Preparémonos con tiempo.
Las tiendas ya desde septiembre comienzan a bombardearnos con la navidad, con árboles, esferas, renos y santa closes. Para ello ya han hecho un estudió de mercado, han comparado precios, calculado existencias, pronosticado ventas y desarrollado planes de publicidad, promoción y de emergencia por si las cosas no marchan. No esperan a diciembre para hacer uso de este tiempo sino que lo anticipan y planean.
Los católicos también tenemos nuestro tiempo de preparación y se llama Adviento y se recuerda vivamente en los cuatro domingos anteriores a la Navidad. Debe ser un tiempo de reflexión y preparación, debemos meditar sobre el hecho de que Dios nazca entre nosotros y preparar el corazón para recibirlo.
Tercer punto: Desaparece lo accesorio.
Para las tiendas cuyo objetivo principal es vender, todo lo que no sirva para este fin debe desaparecer. Por eso conviene más santa clos, porque da regalos, que un humilde niño que prefirió nacer en un pesebre en lugar de hacerlo en una recamara calientita, con estéreo cuadrafónico, juegos de video y aire acondicionado. Las tiendas no promueven la reflexión ni la solidaridad porque eso podría bajar sus ventas. En resumen, eliminan todo aquello que los aleje de su objetivo.
Los católicos también deberíamos borrar todo lo accesorio e intrascendente. Veo a muchos más preocupados por preparar la cena de navidad que por preparar la comunión en la misa. Otros están más enfocados en poner el árbol y los renos que en poner el nacimiento cuya representación nos lleva a pensar en la humildad del nacimiento de Cristo. Borremos todo aquello que puede desacralizar la Navidad para hacerla una fecha comercial más.
Cuarto punto. Redoblemos esfuerzos.
Las tiendas comienzan a ampliar sus horarios para abarcar más horas de ventas. Contratan personal eventual para estas fechas y hacen alianzas con bancos y proveedores para dar facilidades de pago.
Los católicos también debemos redoblar esfuerzos. Aun hay mucha gente en el mundo que no sabe que Dios nos ha nacido hace dos mil años. Hay muchos que en estas fechas se sienten vacios y necesitan de nosotros para reencontrarle un sentido a su vida. Busquemos alianzas para servir mejor a nuestros hermanos y facilitar que Dios nazca en más corazones.
Punto final. No olvides el objetivo.
Este es el objetivo de las tiendas: Vender, vender y vender. Sin venta no hay navidad, no hay ganancias y la tienda desaparece.
Salvar, salvar y salvar. Salvarnos a nosotros y ayudar a la salvación de los demás. Ese es el objetivo de los que estamos en la Tierra y creemos en un Cristo redentor. Jesús nace entre nosotros para traernos la salvación y regresa al cielo dejándonos esa tarea a sus seguidores. La Navidad es un tiempo de reflexión y alegría, pero también es un tiempo de compromiso.
Me despido así amigos, deseándoles lo mejor es estás fechas, y creo que lo mejor es que Jesús renazca en nosotros y nos transforme.
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