martes, 21 de agosto de 2012

Gracias a Dios: Te puedo escribir


Una supuesta consejera de la radio, a la que no me interesa promocionar diciendo su nombre, acostumbra interrumpir a las personas que se atreven a llamarle para pedirle consejos cuando éstas mencionan la frase "Gracias Dios".

Si quien llama menciona, por ejemplo: "Mi hija, gracias a Dios terminó la prepa" provoca una reacción casi furibunda -No, no fue gracias a Dios, fue gracias a que tuvo la capacidad.

Y así, sin fallar, cada que alguien se atreve a mencionar la frase viene la reacción inmediata. Pregunta: ¿Y la capacidad, quién se la dió?

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Pues yo quiero darle gracias a Dios que te puedo escribir. Sí, gracias, porque me regaló unos padres, maestros, hermanos y amigos que me han llevado por este correr, me enseñaron las letras, me llevaron a la escuela, me compraron o prestaron cuadernos y se esforzaron cuando no entendía la diferencia entre la "b" y la "d". La capacidad, poca o mucha, no la compre, no me la obsequió nadie sino Dios, a El se la agradezco.

Flaqueo mucho, dudo más. Cuando pareciera que no hay motivos para seguir escribiendo, me llega un correo de "alguien" a quien quizá no conozca que me dice tácitamente que siga al agradecerme lo que he escrito. ¿Por qué cuando parece que escribo en vano siempre me llega un mensaje que me da ánimos? La respuesta la tengo en el corazón.

No sé si escriba bien o mal, eso no me compete, lo que si puedo decir con toda seguridad es que doy gracias a Dios que te puedo escribir.
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jueves, 16 de agosto de 2012

La importancia del ejemplo

Cuando el capitán Cook realizó su famoso viaje de exploración alrededor del mundo, temía los estragos del escorbuto en los marineros. Esta enfermedad había acabado con muchos viajes de exploración. Sin saber que la vitamina C evitaba los síntomas (todavía no se descubría), si sabían que algunos alimentos que la poseen ayudaban a los marineros a no perder los dientes y demás males que acarrea esta enfermedad.
Siendo un viaje muy largo y desconocido el que planeaba realizar, llevar frutas era impráctico pero la col en salmuera podía cubrir esa necesidad, con un pequeño problema: A la gente no le gustaba ese preparado.
Cook sabía por experiencia que no importando que se les pidiera a los marineros que comieran la col para evitar el escorbuto, estos se negaban y lo tiraban. No quería eso para su viaje así que ideo un juego psicológico para solucionarlo: Mandó a los cocineros que exclusivamente les sirvieran a los oficiales la col en salmuera y que se lo negaran sistemáticamente a cualquier otra persona. A los oficiales les ordenó comer demostrando suma satisfacción por el manjar.

Resultado: La gente casí se amotinó para exigir que a ellos también les dieran de comer col. Y no hubo escorbuto. Con una tripulación sana el viaje tuvo éxito.

Ahora que en nuestro México se habla de tantos y tantos problemas, el Capitán Cook nos deja una muestra de cómo alcanzar metas. Ni azotes ni amenazas por un lado, ni indiferencia ni irresponsabilidad por el otro. Simplemente firmeza de convicciones, astucia para lograr objetivos y buen ejemplo de los líderes, que hicieron lo correcto aunque no fuera de su agrado.

¡Qué difícil es pedirle a un niño que saque buenas calificaciones si su padre tiene un desempeño mediocre en su trabajo! ¡Cómo exigirle a una niña que se dé a respetar si su madre se deja insultar a diario por su pareja!

Una cara de satisfacción de un oficial al comer col ganó más que cualquier otra estrategia. Qué no se podría lograr con buenos ejemplos en nuestro pais. Ojala que los líderes de todos los niveles tuvieran la inteligencia, compromiso y visión de Cook y sus oficiales.
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martes, 7 de agosto de 2012

Tan grande y tan pequeño

La lluvia de ayer me ha recordado a un programa de desastres naturales. Terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis y tornados. ¿De donde sale tanta agua y tanta fuerza? De la Naturaleza ¿Y la Naturaleza? ¿De dónde ha salido y de donde saca tanta fuerza?

Pienso en el Universo y me centro en el antiguo dilema: ¿Por qué la Tierra gira alrededor del Sol? Ah, pues por la atracción gravitacional ¿Entonces por qué no se funde atraída en él? Ah, pues por la fuerza centrífuga ¿Entonces por qué no sale disparada al espacio? Ah, pues porque están equilibradas. ¿Y quién las equilibró? Responder para el humilde es muy sencillo, para el soberbio, complicado.

Si algo nos cuesta a los humanos es mantener el equilibrio. Somos muy grandes y al mismo tiempo somos muy pequeños. Comparados con la fuerza de un terremoto somos muy débiles, con la distancia entre los planetas, diminutos y con la edad del Universo, más que efímeros.

Pero basta ver la mano de un recién nacido para darse cuenta de toda la grandeza contenida en él. Ni el mejor grupo de científicos e investigadores ha sido capaz de programar un robot para que sea capaz de tomar con tanta precisión un biberón y mucho menos dotar a ese robot de la capacidad de aprender y de adaptarse. Y si de lo material pasamos a lo mental y espiritual, los intentos de copiarlo quedan aun más cortos.

Quién equilibró el Universo también equilibró al hombre. Le dió inteligencia, voluntad, capacidad y libertad. El desequilibrio viene del hombre. Cuando me sienta demasiado grande recordaré que en realidad soy muy pequeño. Cuando me sienta demasiado pequeño, recordaré que en realidad soy muy grande. Así nos hizo Quien equilibró el Universo. Y El no puede estar equivocado.

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