lunes, 30 de mayo de 2011

Viaje en el Tiempo


Me fui de vacaciones al pasado hace unos días gracias a unas bellas acuarelas de la Ciudad de México hechas hace 150 años. Todavía cerca de un lago, sin los problemas de hoy pero con los de esos tiempos, viendo las pinturas sin analizarlas provocó un antojó de vivir en esa Ciudad de Ensueño, bien llamada de los Palacios. Pero curiosamente justo cuando añoraba esas épocas que no me tocaron vivir, me encuentro una acuarela que representa un ataque a una diligencia.
Durante mi retorno al presente la memoria me trajo a la novela "Los bandidos de Rio Frio" donde se puede ver retratada de una manera muy fiel la ciudad de mediados del siglo XIX, con inundaciones, robos, epidemias e inseguridad. Los cambios se han dado alternando bonanza y escasez, calma y agitaciones.

Volver en el tiempo ha pasado seguramente por la mente de todos los seres humanos pensantes. Tener el poder de cambiar el pasado seria un atractivo deseo para quien encontrara la lámpara maravillosa. Pero si alguien regresara a su niñez o juventud, seguramente tomaría las mismas decisiones porque en ese momento los grados de conocimiento y madurez así lo indicarían.

Es precisamente el roce con el error y con la falla lo que va puliendo lo que somos hoy. En todo caso, lo interesante de volver en el tiempo mentalmente es descubrir la capacidad de tomar hipotéticamente mejores decisiones.

Pensar "No debí haber dicho o hecho eso" nos ayuda a evitar en lo futuro repetir esos errores, sobre todo porque hay tantas posibilidades que es de aburrimiento seguir cometiendo los mismos. Esa puede ser la ganancia de visitar ocasionalmente el pasado.

Aun cuando parece más sencillo o común viajar al pasado, volar hacia el futuro puede ser muy productivo. Supón que viajas a tu futuro y te ves a ti mismo proyectado, si no te gusta, puedes hacer hoy lo necesario para cambiarlo. Si por el contrario ese futuro te halaga, entonces podrás descubrir hábitos o actitudes que te ayudarán a lograrlo y otros que debes quitarte para hacerlo realidad.

Aun siendo producto de la fantasía de la mente, viajar ordenadamente en el tiempo puede resultar muy provechoso.
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miércoles, 25 de mayo de 2011

Libro de Autoayuda


Se dice sarcásticamente que los libros de autoayuda solamente le sirven a quien los escribe. Entrar en una discusión de si funcionan o no cae en un plano muy subjetivo y relativo, tal como dicen de aquellos productos milagros, los resultados pueden variar de persona a persona.

Lo que no es para nada subjetivo es que muchos que han escrito libros de este tema se han visto muy beneficiados económicamente y llegan a sacar uno nuevo con una frecuencia que nos indica que o se la pasan escribiendo o alguien más los escribe para ellos. También están los que no pasaron de su obra prima y desaparecen.

He leído varios de estos libros, algunos me han servido y otros no, unos han quedado y de otros he olvidado hasta el título y el tema, quedando solamente la impresión de intrascendencia. Obviamente, cuando me mencionan libros de autoayuda yo me quedo con los que me han gustado y servido, como puede ser el caso del escrito por Dale Carnegie titulado "Cómo hablar bien en público e influir en los hombres de negocio" que me ayudó a adquirir destrezas y habilidades que he ocupado mucho.

Por eso no me agrada el simplismo de decir que los libros de autoayuda solamente le ayudan a quien los escribe. Sin embargo, quiero tomar esa afirmación como válida para compartir con ustedes algo que nos puede servir a todos. Vamos escribiendo cada quien nuestro propio libro de autoayuda para que en principio nos ayude a nosotros mismos.

Escribir es una actividad que activa muchas funciones del cerebro: Al escribir tenemos que traducir las ideas en palabras y éstas en caracteres. Si lo hacemos a mano debemos acomodar las ideas en párrafos y los párrafos en la hoja, activando funciones espaciales y mecánicas. Como se piensa más rápido de lo que se escribe, este desfase permite reflexionar sobre nuestras ideas. Quedando las cosas por escrito, nos sorprendemos de lo que escribimos y pensamos, algo que no sucede cuando simplemente nos quedamos cavilando y borramos lo que nos disgusta de nuestra mente.

Releer nos puede permitir ver que lo que considerábamos el fin del mundo en realidad fue un problema sin importancia, nos descubre errores y aciertos y nos permite ser más asertivos, porque no es lo mismo pensar "Ojalá te mueras" que verlo escrito y entender la dimensión de lo que estamos pensando.
Si nos decidimos a escribir ese libro de autoayuda, en el podemos poner todos esos consejos que les damos a los demás y que no nos funcionan a nosotros mismos. Tal vez viéndolos escritos pensamos que son de otra gente, les damos credibilidad y los ponemos en práctica. También podemos anotar todo aquello que escuchamos y nos influye, para que así no se difumine en el tiempo. Nuestro libro de autoayuda podrá incluir ¿Por qué no? todos esos triunfos y privilegios que tenemos y que cuando nos caemos se nos llegan a olvidar. Con todo esto, no será difícil que una vez escrito te sorprendas a ti mismo con ideas maravillosas que en las crisis se te esconden.

Así que se le queda de tarea a quien la quiera: Vamos a escribir un libro de autoayuda.
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domingo, 22 de mayo de 2011

Paradoja de la baja autoestima


La autoestima tiene unas extrañas paradojas, concretamente a veces cuando se tiene muy baja autoestima se sufre por tenerla muy alta.

Muchas veces me he detenido a pensar lo difícil que es platicar o convivir con algunos que tienen la autoestima baja porque de repente se sienten aludidos por todo. Un simple comentario lo reciben como ofensa, platicarle de tus triunfos lo interpretan como burla e incluso un halago lo toman como agresión sarcástica.

Un análisis me lleva a la siguiente hipótesis: Estas personas con baja autoestima sufren porque en realidad la tienen muy alta, pero no la canalizan adecuadamente.

¿Por qué digo que tienen la autoestima baja? Porque se sienten inferiores, débiles, incapaces.
¿Por qué digo que simultáneamente la tienen muy alta? Porque se sienten tan importantes como para creer que todo el mundo se confabula alrededor de ellos.

Cuentas un chiste inofensivo, decente y muy propio en una reunión con la única intención de compartir algo sano que te hizo reír y resulta que hay alguien que se da por aludido, se ofende porque según él tú lo hiciste con toda la mala fe del mundo para poner en evidencia uno de sus defectos, que por cierto, nadie conocía.

Una organización sindical cierra el Periférico y alguien se molesta porque justo a él lo tenían que detener ahora que después de dos meses sin conseguir empleo por fin había conseguido una entrevista de trabajo.

En una junta de trabajo se menciona que se debe aumentar la productividad y un encargado que ni siquiera fue mencionado en la reunión de inmediato se altera porque eso significa que lo van a correr porque la empresa no reconoce sus esfuerzos.

Es decir, algo que puede ser tomado como una intrascendencia o impersonalmente, se lo hace propio con malos resultados, porque en el mismo individuo la alta autoestima interpreta un ataque que se acepta por la baja autoestima.

La realidad es que todos nosotros tenemos una influencia muy débil en los demás, para la gran mayoría de la gente somos intrascendentes, entre otras razones, porque somos miles de millones, solemos ser egocentristas y gran parte del tiempo cada quienes están tan preocupados por sus propios problemas e intereses como para enfocarse en alguien más.

Sentirnos poco importantes para la gran mayoría del mundo no debería de afectarnos si tenemos una apreciación propia de que somos importantes para quienes nos interesan, en primera instancia a nosotros mismos.

Pero si para compensar una baja autoestima caemos en el engaño de creer que somos importantes para todo el mundo, por lo menos en lo que a ataques se refiere, la paradoja de la autoestima nos lleva a sentirnos importantes negativamente.

A veces el camino para ser importante está a través de no sentirte tan importante, esta es la paradoja de la autoestima.
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martes, 17 de mayo de 2011

Saber comprar



Entre las actividades cotidianas está la de comprar. Lo hacemos casi a diario, en tiendas o negocios, presencialmente o por medios remotos. Es por esta regularidad que probablemente todos tengamos la idea de que sabemos comprar, porque pedimos algo y damos dinero a cambio. Pero no por hacerlo muchas veces significa que lo hacemos bien.

Saber o no comprar, en el lenguaje de los negocios, implica sacar el mejor provecho de una transacción. No solamente el precio manda, sino otras condiciones como la garantía, el tiempo de respuesta del proveedor, su seriedad, el abasto, el respeto por las condiciones y muchas cosas más. Por ejemplo, adquirirle a un menor precio a quien no da garantía tiene riesgos.

Saber comprar también implica tiempos y necesidades. Hacerlo en el momento justo y no hacerlo si no se necesita también es un arte. Arte desconocido del que se aprovechan los comerciantes, vendiéndonos desde octubre lo de Navidad con el pretexto de que se acaba o encajándonos cosas que no necesitamos.

Y lo que ocurre con los productos tiene su reflejo en las ideas. Las más de las veces no sabemos comprar.

Tenemos el riesgo todos los días de comprar ideas muy caras, que el proveedor nos vende como verdades y no son más que intrigas. Compramos burlas y las pagamos como si fueran juicios certeros. A veces andamos tan a la carrera que nos perdemos de verdaderas ofertas, buenas ideas que se van porque no nos detenemos a analizar y por el contrario, a veces adquirimos ideas que nos dañan solamente por la novedad o por la buena labor de un "vendedor" a quien le interesa encajarnos su venta.

Tanto para comprar productos como ideas existen una serie de reglas que nos ayudan a evaluar de mejor manera:

¿Es confiable quien te lo ofrece? Una persona chismosa no te puede dar siempre buenas ideas, por lo general te venderá chismes. Una resentida te venderá odio.

¿Te ofrecen garantía? La idea que te venden tiene concordancia con la reputación del vendedor, así que es importante ver el respaldo de lo que te ofrecen.

¿El vendedor tiene buena reputación? No te fíes de ideas que vienen de gente con mala reputación, por lo tanto, no compres la idea de que eres un "buey" si te la quiere vender un microbusero que invadió tu carril.

No te quedes con una sola opción. Pregunta y compara antes de comprar. Si alguien te quiere vender una mala idea, que te daña, porque no tiene otra cosa que ofrecerte, busca otro proveedor que te ofrezca mejores cosas.


Ningún vendedor hábil habla mal de su producto. Ningún intrigoso o envidioso te mostrará sus ideas como tales, te las disfrazará de consejo o ayuda.

La importancia de saber qué ideas comprar y cuales desechar estriba en que acabamos siendo un reflejo de lo que pensamos. Así que el consejo que nos dan contra el consumismo se aplica también a nuestra mente:
No compres por comprar..

lunes, 16 de mayo de 2011

La encuesta en el Colegio

En esta ocasión les comparto un artículo de Arturo Guerra, LC

En realidad los autores de este artículo son muchos niños de primaria del campus varonil del Instituto Cumbres y Alpes Saltillo.

Hace poco tiempo, ellos respondieron una encuesta con preguntas variadas y he aquí una pequeña muestra. Por las respuestas comprobaremos que hay niños poetas, filósofos, teólogos y también prácticos y pragmáticos.

¡Cuánto podemos aprender de nuestros niños!

¿Cuál crees que es la mejor cualidad de tu mamá?

“Es generosa”. “Sabe escuchar y aconsejar a la gente”. “Es lista y hace cosas muy buenas”. “Es chistosa”. “Me consuela cuando estoy triste”. “Me hace el desayuno”.

¿Por qué crees que Dios escogió para ti la mamá que tienes y no otra?

Empezamos con la respuesta de un niño que está muy familiarizado con las leyes de la lógica: “Para que no tengamos todos la misma mamá”.

Y siguen las respuestas de los niños teólogos: “Porque Dios sabía que era la mamá ideal”. “Porque Dios me ama y cree que no hay otra mejor”. “Porque Dios sabía que mi mamá me quería mucho y que nunca me iba a dar nalgadas”. “Para que me guiara al cielo”. “Porque me porto bien”.

Ahora las respuestas de los niños poetas: “Porque es la más bonita”. “Porque encaja conmigo”. “Porque Dios quiso que me pareciera a ella”.

Luego la respuesta de un niño muy realista: “Porque tal vez otra no podría conmigo”.

Y por último la respuesta de un niño con la autoestima alta: “Porque mi mamá se lo merecía”.

¿Cuál es el regalo más grande que te ha dado tu mamá?

“Su corazón”. “Una hermana”. “Un beso y un abrazo”. “Mi primera comunión y muchas cosas importantes”. “Ella”. “Traerme al mundo”. “Su corazón por la familia”.

¿Qué le pedirías a tu mamá si pudieras pedirle lo que fuera?

“Que nunca me deje de amar”. “Que me enseñe a ayudar a los demás y a distinguir el bien y el mal”. “Un abrazo y un beso”. “Que me llevara a la capilla”. “Una hermana”. “Que no me regañe cuando me manden reportes”.

La respuesta de un niño aficionado a las matemáticas: “Que me enseñe a sumar más”.

Y por último la respuesta de los niños prácticos: “Que me compre cuatro perros”. “Que me traiga la cena”. “Que me hiciera todos los días enchiladas o lasaña sin champiñones…”

Muchas gracias, niños, por enseñarnos tantas cosas, entre otras que la lasaña sabe mejor sin champiñones…

Ya lo decía Jesús que si no nos hacemos como niños no entraremos en el Reino de los Cielos…
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miércoles, 11 de mayo de 2011

Festejo en mayo

Tres fechas relevantes coinciden en mayo: Días del Trabajo, de las Madres y del Maestro.

Causalmente por esta coincidencia, he recordado en estos días la última conversación que sostuve con mi madre, fallecida ya hace algunos años. Ningún lamento, ninguna desesperación hubo en esa despedida, solamente consejos: Hijo, sé fuerte y trabaja como yo te enseñe.
Las fechas de mayo también coincidieron en la figura de mi mamá, que supo ser ejemplo en el trabajo y maestra en mi vida.

Todo lo que pueda decir de más... esta de más.
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