viernes, 4 de septiembre de 2009

En el sentido contrario

Alberto Domingo Quiroga V.

Visite con mi hijo Felipe el sábado pasado la exposición de Vampiros y Hombres Lobo en el Museo de la Policía de la Ciudad de México.

Entre los detalles que me llamaron la atención está uno de los métodos para eliminar vampiros y que consistía en abrir el ataúd del supuesto vampiro, colocarlo boca abajo y con unas piedras a la espalda, para que al despertar sintiera la presión de las piedras, comenzara a escarbar pensando que estaba boca arriba y se hundiera más y más.

Considerando que los vampiros pueden tener alterado su sistema del equilibrio y orientación espacial y por lo tanto no distinguir la ubicación de arriba y abajo, no pude sino sonreir un poco con el método. Me imagino al vampiro despertándose confundido con arriba-abajo, escarbando y haciendo más profunda su fosa y antes de llegar con sus antípodas, al otro lado del mundo, se le acababa la noche y tenia que regresar a su tumba. El método no explicaba por que los vampiros si sabían que terminaba la noche pero no que estaban escarbando en sentido contrario.

Después de ese pensamiento recordé como muchas personas pierden la orientación y malinterpretan señales, como si existiera algún maleficio que los obligara a desgastarse escarbando, hundiéndose cada vez más.

Me pregunto cuantas ocasiones hemos estado mal enfocados y creyendo que nuestro objetivo está en una dirección, la cual es equivocada.

Muchas veces, quien va en sentido equivocado, se resiste por un tonto orgullo a reconocer que se ha equivocado, lo cual lo ata al camino incorrecto. El problema no está en equivocarse sino en aferrarse al error.

Se puede pensar que quien se equivoca de camino lo hace por falta de inteligencia, pero creo que si bien ésta puede ser una razón, también lo es malinterpretar las señales. Nadie duda que Tomás Alva Edison, el gran inventor, fue un hombre muy inteligente, sin embargo cometió el error de seguir prefiriendo el uso de la corriente directa (también llamada continua) a la corriente alterna. Debido a que ésta última es mucho más fácil de transportar a grandes distancias a diferencia de la primera, Edison debió dejar paso a sus competidores al no poder competir con su método para iluminar ciudades. Lo interesante de esta historia es que el desarrollador de la corriente alterna, Nikola Tesla, trabajó para Edison. Pero mientras el empleado era ingeniero electricista, físico y matemático, el patrón era autodidacta.

Es probablemente el éxito de Edison lo que le haya dado un enfoque equivocado en cuanto a la utilidad de las corrientes alternas, puesto que al ser de los llamados hombres labrados a sí mismos, esto tal vez lo hacía sentirse invulnerable. Cuando Tesla comenzó a sobrepasarlo en el campo de la electricidad, el hecho rompió con el esquema de invulnerabilidad de Edison y hubo un choque de creencias. Por su parte Nikola Tesla al no sentirse apreciado, se independizó.

Uniendo la historia del vampiro y la electricidad, podríamos decir que las piedras en la espalda de Edison fueron unas falsas creencias en cuanto a que nadie podía enseñarle en el tema eléctrico y que le impidieron evaluar objetivamente ambos métodos, para cerrarse exclusivamente en el suyo, la corriente directa y así acabar saliendo del mercado desplazado por sus competidores.

Ahora las preguntas son: ¿Tengo algunas piedras en mi espalda? ¿Estoy enfocado en lo que es realmente conveniente para mí y para los que me rodean? ¿O estoy como el vampiro, escarbando inútilmente para abajo?
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