martes, 8 de septiembre de 2009

Benchmarking de todos los días

Alberto D. Quiroga V.

El Benchmarking en el sentido empresarial, es una herramienta utilizada para hacer un estudio comparativo de las actividades de los competidores con respecto al desempeño propio.

Utilizado por las compañías para aprender de los demás, poco a poco se ha utilizado para sacar provechos de las habilidades no solo de los competidores directos, sino de toda aquella persona, empresa o actividad que tenga un punto en común con quien lo aplica.

Benchmarking podría ser traducido como "Marca de referencia", pero si en lo personal se me preguntara, yo diría que consiste en aprender de los demás, así de simple y así de complicado.

Es un hecho que todos estamos influenciados por quienes nos rodean, utilizamos frases y palabras similares, vestimos con el mismo estilo que quien frecuentamos y adoptamos hasta los mismos tonos de voz, que llegan a ser tan característicos por regiones.

Aprendemos de los demás y copiamos hábitos y actitudes, pero por lo general es de una manera tan sutil que no lo notamos, como es el caso de quien se va a vivir a una región diferente a la suya y adquiere a los pocos meses el llamado tonito, el cual pasa imperceptible a quien lo adquiere pero resalta cuando se va de visita al lugar de origen. Y como menciono, la forma es tan sutil que copiamos tanto lo bueno como lo malo.

Por el contrario, lo interesante del Benchmarking es que es una invitación a aprender lo bueno de los demás, pero de manera consciente.

Las compañías lo utilizan para aprender de sus competidores, las transnacionales para trasladar lo bueno de sus sucursales en Asia, por ejemplo, a América, y viceversa.

Y todos nosotros lo podemos hacer para aprender de quienes nos rodean.

Yo considero que una de las formas más sencillas de aprender y crecer es juntándome con personas que saben más que yo, con el ingrediente de la humildad para reconocer que existe quien hace mejor las cosas. Con un poco de observación podremos observar que alguien tiene una habilidad especial para contestar el teléfono, que otro sabe escuchar adecuadamente, que una amiga es excelente para tomar notas y hacer análisis de situaciones y así con cada persona que nos rodea.

Cuando conocemos a alguien exitoso, deseamos su éxito pero tal vez no deseamos desarrollar las habilidades que ellos han generado para obtenerlo. Podemos querer ser buenos para las ventas, pero no poner atención en el proceso de contacto a clientes o en el método de seguimiento a cotizaciones de quien es exitoso para ello.

En el plano espiritual, nos llaman la atención las gentes felices, tranquilas y seguras de sí mismas, pero nos aburre cuando nos platican de su proceso de cambio o de su acercamiento a Dios.

Como seres humanos egocéntricos y egoístas, nos cuesta trabajo aprender de los demás y reconocer en ellos virtudes y capacidades. Si pensamos en el éxito de los demás, suele venir el sentimiento de envidia y no el de la sana emulación. Queremos resultados pronto y ya, emitiendo juicios torpes y desgastantes que impiden nuestro crecimiento.

Denostar al mejor es fácil y el camino fácil suele llevar a ningún lado. De igual forma que las grandes empresas deciden aprender de sus competidores y hacen de ello un proceso metódico, también nosotros podemos desarrollar la capacidad para librarnos del "No le tengo nada que aprender".
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