martes, 15 de septiembre de 2009

Desmotivación

Alberto Domingo Quiroga.

Una de las travesuras de esta vida es acomodar las piezas de tal manera, que nosotros los humanos, por naturaleza propia, caigamos en la desesperación y nos sintamos solos y poca cosa. Solemos tener enfoques estrechos y ver todo en tonalidades blancas o negras, preferentemente estas últimas.

Muchas veces, parece que tenemos todo en contra, por el simple hecho de que tenemos unos lentes invisibles que filtran la información y dejan pasar sólo lo que esos lentes quieren. Vemos exclusivamente lo malo, lo terrible, lo deprimente y llegamos a la conclusión de que si todo eso nos pasa es porque no valemos, y si no valemos, creemos que no vale la pena que nadie nos ame. Sin amor, estamos muertos.

Tal vez tú te esforzabas en la escuela, pero otro era el consentido y nunca ocupaste el lugar de honor. Tal vez un día trajiste una nota sobresaliente pero el mismo día tu hermana se rompió un brazo y ella se llevó toda la atención. Quien está en estados de tristeza y desesperación suele enfocarse en lo malo reforzando la idea de que todo está en su contra. Pero que bueno que nunca ocupaste el lugar de honor porque significa que nunca llegaste a tu límite y esa búsqueda puede ser un motivador y que bueno que contaste con unos padres que sabían distinguir prioridades y le dieron la atención a tu hermana accidentada. Un enfoque negativo se puede transformar en un motivador.

Hace unas décadas, se empezó a colocar carteles de motivación en las empresas. Diseñados con una imagen agradable, hablaban del trabajo en equipo, liderazgo, creatividad y motivación. Paralelos a ellos, surgieron los llamados carteles de la desmotivación, así que mientras el cartel serio mostraba una parvada de gansos y decía: "Trabajo en equipo, una estrategia para volar alto" su contraparte de desmotivación mostraba seis o siete ratones atrapados en la misma ratonera con la frase "Trabajo en equipo, compartiendo las victorias... y las derrotas".



Lo curioso de todo, es que a mi me motivaban los posters de desmotivación y aclaro que no me gusta la mala vida, sino que en realidad los posters de desmotivación decían la verdad y si ésta se toma en cuenta, se puede avanzar.

Por ejemplo, uno de los posters de desmotivación mostraba unos corredores con la frase: "Por cada vencedor hay decenas de perdedores, lo más probable es que seas uno de éstos". Lo cual es cierto en las olimpiadas, solo tres suben al podio, los demás quedan abajo. Pero si reconoces que el triunfo puede no estar en la medalla, sino en vencerte a ti mismo y superarte día con día, dejas de preocuparte en vencer a los demás y de ver tu éxito con relación a los otros.

Otro póster mostraba un teléfono con telarañas con la frase: "No te preocupas por tus clientes, alguien más lo está haciendo" Lo cual también es verdad, alguien más está al pendiente del dinero de tus hijos, alguien más está al pendiente de tu familia para modificarle sus valores, así que el teléfono olvidado es un recordatorio de la comunicación que debe existir no sólo con los clientes, sino con quien decimos amar.

Infórmale, infórmate

Creo que un desmotivado es un motivado en potencia, pero no está bien informado. Y aquí es donde entran las obras de misericordia que nos invitan a consolar al afligido y dar consejo a quien lo necesita, visitar al cautivo y al enfermo, enseñar al que no sabe.

La desesperación del hombre actual está en gran parte en la imagen distorsionada de su razón de ser. Se mide el valor de una persona por el poder que tiene, por sus posesiones. Esto lleva al hombre a entrar en una carrera que no podrá ganar, porque cuando alguien llegue a poseer la Tierra, querrá la Luna, y si la llegara a conquistar, querrá otro planeta.

Por mucho poder que tenga un hombre, no será capaz de hacer que el planeta gire en sentido contrario, no podrá por su poder ser inmortal. Así que la carrera del poder y del dinero lleva a intentar ganar para llegar a ningún lado. Y como menciona el póster de la desmotivación, por cada ganador hay decenas de perdedores, así que si en esa carrera el ganador pierde, los perdedores pierden más.

Pero si no entramos en esa carrera, ni en otras que no llevan a ninguna parte y nos enfocamos en andar el camino que nos toca, esforzándonos en ser mejores con nosotros mismos, servir al prójimo y hacer el bien, llegaremos a nuestra meta que es la eternidad.

Si conoces a alguien que ha perdido la esperanza, infórmale que hay motivos para tener confianza, que si bien el camino es estrecho para llegar a la eternidad, eso no significa que no pasemos todos, pues hay suficientes habitaciones allá en el Paraíso y Jesús no las preparó para que se queden vacías.
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