martes, 2 de noviembre de 2010
No tengo ni idea…
Cualquiera que guste de enfrentarse a lo desconocido ha dicho la frase. Cualquiera que busque zafarse de problemas también.
No tengo ni idea es un recurso muy socorrido para aquellos que les dicen a los demás “No me preguntes a mí” o “búscate otro culpable”.
¿Alguien sabe por qué no funciona la copiadora? No tengo ni idea, puede ser la respuesta, aderezada con algunos adjetivos peyorativos entre las palabras ni e idea.
Pero no es a ellos a quienes dirijo este escrito sino a aquellos a quienes la búsqueda de respuestas parece detenerse ante un callejón sin salida y allí sí, con toda la humildad del mundo, reconocer que no saben cómo salir de un atorón.
Son muchas las ideas que han cambiado la vida para bien a quienes las desarrollaron. Los inventores son el más claro ejemplo de esto. George de Mestral inventó el velcro y eso les ha ahorrado broncas a las mamás que se han olvidado de batallar con agujetas, cierres y botones para vestir a los niños al ir a la escuela. Un simple juntar ambas cintas y ya, la lonchera asegurada, el zapato ajustado y la chamarra cerrada. Y de paso volvió rico a Mestral.
Pero parece que no todos somos un Mestral, un Edison o un Bill Gates, a quienes esas ideas brillantes fluyen sin cesar. La realidad es que al común de nosotros las ideas parecen esconderse y ponerse en huelga de brazos caídos.
Pero aquí viene algo interesante, si no tenemos ideas no es por falta de capacidad sino por falta de habilidad para generarlas. Todos somos inventores en potencia y si no recuerda la última vez que llegaste tarde a una cita o a tu casa, tal vez la historia que inventaste podría servir de base a una novela de Julio Verne.
La realidad es que las ideas no llegan por si solas. Nosotros solemos ver los resultados de las investigaciones pero pocas veces ponemos atención en el proceso, tiempo y esfuerzo para lograr ese resultado. Por eso si una idea no nos llega con la “rapidez” esperada esto acaba por desesperar.
Algunas consideraciones:
Los procesos creativos no son aleatorios, no dependen de la suerte. Los inventores suelen llevar un proceso definido, tomar notas, comparar y probar, probar y probar.
El esfuerzo y la motivación son fundamentales. Un inventor considera los fracasos como aprendizajes. Edison mencionaba que cada que fallaba en su intento por inventar la bombilla en realidad descubría una forma en la que no se podía fabricar, por lo tanto se acercaba a su objetivo.
Cubrir una necesidad es importante para ser creativo. Arrojar pintura contra una pared y después buscarle forma puede servir para tener un minuto de fama en la televisión, pero los procesos creativos permanentes son el resultado de llenar una necesidad. Bill Gates se propuso colocar una computadora en cada hogar mientras otros científicos consideraban que la computadora tendría exclusivamente cabida en grandes universidades y empresas. Con base en esa idea, Gates buscó hacer más accesible y amigable el uso de las computadoras y trabajó arduamente para ello.
Involucra todo tu ser. Es mentira que pensemos exclusivamente con lo que se genera dentro del cerebro. Nuestros sentidos mandan constantemente información y mientras más manden mejor. Algunos inventores recordaban la infancia llena de carencia, el estómago vacío, los piquetes de las pulgas y eso los motivaba a seguir creando. Beethoven, escondiéndose de su casero, retomó los golpes en la puerta de su casa para escribir la famosa entrada de su Quinta sinfonía.
El sentido más utilizado es el de la vista, pero el que recibe más estímulos es el del tacto, (la piel es el órgano más grande del cuerpo) constantemente sentimos frio o calor, presión, rugosidad o lisura. Pero a este sentido y a los del olfato, oído y gusto acabamos por perderles potencia por descartarlos. Pon más atención a lo que sientes con toda tu piel, cambia el oír por el escuchar, detente a percibir olores y no comas aprisa, para que utilices el gusto. Esto alimentará más tu cerebro y tendrá más elementos para escoger.
Si quieres ser creativo, júntate con gente creativa. Si no la tienes a la mano, lee historias de inventores, pero ponle atención a todo el proceso y no te quedes únicamente con los resultados que se publican en las biografías de la papelería.
Edison, después de cientos de intentos por inventar la bombilla, después de cientos de bombillas fundidas, a pesar de cambiar las condiciones del filamento y del voltaje, se sentó a una mesa y dijo: “Ahora sí, mi cerebro está vacío”.
Y en ese momento recordó que en el vacío no existe combustión, extrajo el aire de una bombilla y la encendió sin que se fundiera.
Así que ánimo. Si quieres ser creativo, no tener idea no es el final, es el principio.
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