La frase ¿Hasta donde quieres llegar hoy? se hizo famosa por Microsoft, quien la utilizó como lema publicitario. La pregunta es muy interesante porque me consta que la mayoría no se la formula y mucho menos se la contesta.
Mucha gente sobrevive cual zombie y trabaja porque todos trabajan, compra lo que todos compran y ve los programas que todos ven. Por la falta de objetivos pocos son realmente concientes de lo que están haciendo.
¿Hasta dónde quiero llegar? debería de ser una pregunta constante y mientras la respuesta nos mande más lejos, más empeño pondremos en preparar el camino si es que queremos realmente llegar allá. La realidad es que muchos empleados no ven más lejos del día de quincena, los estudiantes no alcanzan a ver más allá del fin de año escolar o la próxima entrega de calificaciones y los empresarios a veces no pasan del aguinaldo que está próximo y que representa gastos.
El día de ayer, un asistente a las conferencias que impartimos, ante mi invitación a participar en la cena anual de la empresa intentó zafarse del pago del boleto argumentando que quien sabe si llegue al 4 de diciembre. Le contesté que si tenía pensado morirse, podría dejarme pagado el boleto y marcharse en paz. Confrontado con la idea de morir, este hombre de sesenta años me dijo que tenía planeado vivir por lo menos 10 años más.
Sé que nadie tiene la vida comprada pero ¿Por que sólo 10 más? me pregunté mentalmente y recordé una interesante plática de un experto en envejecimiento que mencionaba que aquel que se ha hecho a la idea de que va a morir a los 60 años, a los 50 o 55 baja su ritmo de trabajo y abandona los planes a largo plazo porque ya se va. Pero si todos nos hicieramos el plan de vivir por lo menos 100 años, a los 40 seguiríamos cuidando el cuerpo, la mente y el espíritu porque aun falta más de la mitad de la vida por vivir.
El efecto psicológico de esto es interesante. Por analogía, lo podríamos comparar con los carros que dan las compañías a sus empleados: Quienes no quieren hacer carrera en la empresa los descuidan y maltratan, los usan con la clara idea de que no son suyos y de que no les va a durar más de dos años, ya sea el auto o el empleo.
Preguntarnos a dónde vamos nos puede ayudar a evitar desgastes y recorridos infructuosos. Quien no hace planes desperdicia sus esfuerzos, quien los hace exclusivamente a corto plazo genera respuestas de corto plazo. Quien hace planes en el largo y el eterno plazo es capaz de desarrollar esfuerzos sorprendentes.
Y en parte depende de plantearse la pregunta y responderla adecuadamente.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario