lunes, 31 de enero de 2011

Orita vas a ver



Se acerca un aniversario más de la muerte de mi madre y recordar es una de las formas de vivir.

La frase "orita vas a ver" la escuche muchas veces de sus labios, pero no como preludio a un castigo (ella no avisaba, nomás sonaba el cinturonazo) sino como la antesala a un ejercicio sorprendente de creatividad.

Si me atoraba en algo y no sabía como resolverlo, orita vas a ver me anunciaba que su ingenio aparecería transformando un trozo de tela en un disfraz o una simple caja de cartón en las partes importantes de una maqueta para la escuela.

Recuerdo que una vez quise unas burbujas de jabón pero no había dinero. Regresando a la casa tomé un alambre y le puse estambre, igual que los que vendían, lo metí en la solución jabonosa y soplé pero no funcionaba. Viendo mi tristeza y con el orita vas a ver, tomó un carrete de hilo y sumergiendolo en el jabón, sopló por el conducto interior y para mi sorpresa salieron burbujas. Con el orita vas a ver, me enseñó manera correcta de enrollar un trompo y bailarlo, a sus cincuenta y tantos años.

Por la manos de mi madre pasaron pastas de migajón que se tornaron flores, cientos de cuentas de chaquira que dieron vida a árboles y animalitos, kilómetros de estambre e hilo de chambritas, bufandas, carpetas y protectores, kilos de borra que le dieron consistencia a cientos de muñecos de osos, perros, gatos y payasos. Con habilidad transformaba un pantalon viejo talla 14 en un nuevo pantalon talla 8 y aun el día de hoy le envidio la capacidad de cambiar costales en vestidos. Su creatividad no se quedaba en la casa. Por ella aprendí que el paseo lo hacemos nosotros y no el paisaje, que no importa que el camión brinque y apeste mientras tengamos la capacidad de ver lo bello afuera de las ventanillas.

Tengo de mi madre un árbol de chaquira, un buho de estambre con ojos de botón y un payaso de peluche con armazón de alambre. Pero mejor aun, tengo el recuerdo de lo importante que es imprimirle a lo que haces el corazón y el amor.

No importa cuantos años pasen, la sigo extrañando pero al mismo tiempo la tengo presente. Ahora como ingeniero, le rindo tributo cada vez que las soluciones parecen ocultarse, los presupuestos acortarse y los tiempos vencerse. Entonces, cuando todo parece en contra, orita vas a ver es el recuerdo de que siempre hay una respuesta.

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