miércoles, 12 de enero de 2011

Receta equivocada


No soy doctor, pero si lo fuera, con mi paciente más indisciplinado por lo menos en una ocasión me daría el gusto de hacer una receta más o menos con la siguiente redacción:

Yo le recomiendo"X", pero tómese lo que quiera, con la dosis que quiera a la hora que quiera por los días que quiera.
Si se sigue sintiendo mal es mi culpa, si se compone, seguramente es gracias al té que le recomendó la vecina.


Afortunadamente para mis pacientes no soy doctor, pero he escuchado multiples quejas de mis amigos que ejercen esta profesión sobre lo ingrata que puede ser, pues dependen en mucho de la voluntad, deseo y disciplina de sus pacientes y esos tres valores no se surten con receta.

El médico receta Sulfametazol para corregir el problema, apunta que la dosis deben ser 5 ml. cada 8 horas durante tres días. La primera toma se hace a las 8 de la mañana, pero la segunda se va a las 6 de la tarde porque la novela estaba muy buena y la tercera, pos ni modo que nos despertemos para tomarnosla, así que mejor de una vez a las 10 de la noche por si nos gana el sueño. En ese inter, llega la comadre que justamente hace veinte años tuvo un padecimiento igualito y tambien le recetaron un frasquito blanco como en el que viene el Sulfametazol en cuestión, no recuerda el nombre de la medicina, pero de veritas que era igualito el frasco y no sirvió para nada, pero lo que verdaderamente la curó fue un té hecho con pelo de elote mezclado con un poquito de mejorana. Así que de los tres días, solamente dos se sigue a medias el tratamiento y se pasa al remedio casero. Dos semanas después, de vuelta al doctor, pero a otro, porque el anterior ya ves que ni cura ni nada y vuelta a empezar.

Esto no solamente sucede en el plano de salud. Son varias las oportunidades que he tenido de compartir experiencias con consultores. Lo mismo que les sucede a los médicos les ocurre a ellos cuando por ejemplo, un empresario se niega a despedir a su amante que ciertamente le está tirando el negocio. La receta es deshazte de esa persona que ha adquirido un poder muy pernicioso, está afectando la toma de decisiones, las líneas de mando y está causando insatisfacción y molestia ante el personal por sus beneficios.

Y el paciente-empresario se rebela ante la receta: ¡No! El problema no está allí, ve a mi compadre, que no anda con una sino con dos y ve sus empresas. Yo esta crisis empresarial me la curo solicitando un crédito, buscando un conecte en el Gobierno y contratando otro consultor que no se meta en mi vida privada.

Muchos de los problemas de este mundo no se resuelven aun teniendo solución porque se utiliza la receta equivocada, ya sea en cualquiera de sus condiciones. Todo tratamiento médico así como toda propuesta tiene un margen de operabilidad. Una dosis se puede retrasar unos minutos pero no unas horas porque entonces pierde efectividad. Fuera de ese margen el riesgo de fracaso crece.

La vida, en su vasta experiencia, nos da cientos de recetas que han demostrado su efectividad siempre y cuando se sigan. Muchas de ellas requieren de un esfuerzo extraordinario para lograr un cambio, implican renuncias a placeres insanos, vicios y malos hábitos. Renuncias de este tipo no suelen ser sencillas y de allí se deriva el rechazo.

El punto a reflexionar es que tanto estamos acostumbrados a que las soluciones se den de manera mágica y que tanto nos habituamos a buscar que otros adquieran las responsabilidades que nos corresponden. Debemos reflexionar que tan cómodo es culpar al médico de una receta que no seguimos.
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