lunes, 29 de junio de 2009

Necesito un cómplice

Alberto Domingo Quiroga.
Una de las situaciones que más me puede poner a pensar es cuando alguien se me acerca y me solicita consejo. La razón es que quien pide consejo tiene un problema y no ha podido o querido resolverlo.
¿Por que la gente no resuelve sus problemas? A veces porque no sabe resolverlos, pero en algunos casos es por resistencia al cambio y por temor al dolor que implica la solución. En ocasiones los problemas no se resuelven por comodidad, negligencia o en el caso más grave, por perversidad.
Si alguien no sabe como resolver un problema, escuchar consejo de quien le puede ayudar es benéfico, pero quiero enfocarme en el caso concreto de quien sabe que tiene un problema pero se resiste a resolverlo.
.
Hace algunos años impartí un curso matutino y empezábamos a las siete de la mañana. Todos los días uno de los asistentes llegaba por lo menos media hora tarde y los pretextos iban del congestionamiento de tránsito al accidente que bloqueaba la carretera. Además de llegar tarde, nos robaba minutos para justificarse por su demora y nos rompía el ritmo. Según él, ya no sabía como hacerle para llegar temprano, tomaba una ruta y otra y todas le fallaban. Un día, uno de los compañeros lo interrumpió y le dijo: Quítese de pretextos ¡Levántese media hora más temprano y se acabó el problema!
A partir de ese día no hubo más retrasos.
Haciendo un análisis, esta persona tenía en sus manos la solución pero no la ponía en práctica porque para él era más cómodo llegar tarde con pretextos, que renunciar a media hora de sueño. Afortunadamente, encontró dentro del grupo quien lo sacara de esa zona de confort y le ayudara a corregir un vicio, encontró alguien que se negó a ser cómplice.

Existe quien solicita consejo cuando ya ha analizado el problema y tiene varias opciones de solución, pero se resiste a tomarlas.
Una tarde estaba tomando una bebida con un conocido y me preguntó: Alberto, ¿Qué opinas de las mujeres que ya no te escuchan ni te motivan? a lo que yo le respondí que necesitaba analizar por qué no escuchan ni motivan.
¿Y que opinas de esas relaciones que se apagan y que ya no te llenan?
-Pues que hay que encenderlas de nuevo -le respondí.
-Pero ¿Y cuando ya no se sientes nada por la otra persona?
Yo no sabía como estaba en su vida matrimonial, pero lo interrumpí: Vámonos rápido, ¿quieres que te diga que está bien que engañes a tu esposa?
-No, cómo crees, sólo estaba pensando. Yo estoy bien con mi esposa y no me refería a ella.

A los dos meses la abandonó por otra. Este hombre no necesitaba respuestas, necesitaba cómplices.

*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^**^*

Recuerdo la historia de una chica atractiva que había obtenido muy bajas calificaciones en matemáticas. Espero pacientemente a encontrar a su profesor al final del día y lo abordó cuando éste se encontraba solo en su cubículo.

La chica entró a la pequeña habitación y viendo con los ojos entornados al maestro le dijo: Profe ¿qué puedo hacer para pasar su materia?
-¿estás dispuesta a todo? preguntó el maestro
-Si Profe...-mientras se acercaba al escritorio.
-¿Segura que estas dispuesta a hacer lo que te pida?
-Claro Profe, lo que sea...
-Bueno -le dijo al tiempo que le daba un libro- entonces ponte a estudiar que te hace mucha falta.
^*^*^*^**^*^*^*^**^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^**^*^*^*^*

Si te encuentras ante un problema y deseas pedir ayuda, analiza primero si no hay por allí una solución que ya sabes que es la correcta pero te duele tomarla, porque entonces no estás buscando consejo, estás buscando un cómplice.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario