lunes, 8 de febrero de 2010

Forrando el cuaderno

Alberto Quiroga V.

Tuve la fortuna de tener excelentes maestros y unos padres que los pagaran. Uno de esos maestros, Alberto Barragán, nos dijo en una ocasión en primero de secundaria que un buen curso comenzaba forrando el cuaderno. Eran muy exigentes en esos pequeños detalles en la escuela a la que asistí, la Cristobal Colón. No tener el cuaderno forrado era motivo de tener puntos menos, lo cual a veces se nos hacia exagerado, pero son los pequeños detalles los que hacen las grandes diferencias.

Paralelo a mis estudios, solía dar clases de regularización en física y metemáticas a niños con problemas. A todos ellos, acostumbraba como primer punto pedirles el cuaderno para revisarselo y sí, como podrán imaginar, no lo tenían forrado o si lo tenían, estaba muy maltratado.

Cuando un alumno forra el cuaderno, se va formando dentro de él la conciencia de que lo que va a aprender vale la pena y por eso debe ser protegido. Forrar el cuaderno habla de preparación, pero también de mentalización y respeto.

Cuando alguien no forra personalmente el cuaderno, tiene más posibilidades de maltratarlo.

Algunos deportistas exitosos nos han compartido la preparación que tienen antes de la competencia, donde en analogía con el cuaderno, revisan atentamente sus zapatos, su ropa, sienten la cancha o la pista y visualizan la prueba una y otra vez. Están forrando el cuaderno.

Durante mi vida, he tenido la oportunidad de conocer a gente con mucha capacidad potencial, pero autolimitados. Empleados inteligentes, con conocimientos, trabajando a medio gas con el pretexto de que no se esfuerzan porque no les pagan lo suficiente para ello. En una ocasión le pregunte a uno por qué no se esforzaba y me respondió: "Lo haré cuando tenga mi propio negocio".

Deseándole suerte, me quede con la reflexión interna acerca de si esta persona no se llevaría una sorpresa cuando tenga su propio negocio y no tenga las habilidades necesarias para hacerlo rentable, porque no forró el cuaderno, es decir, no se preparó desde que era empleado para ser su propio jefe y no se autoexigió.

¿Acaso una persona que bajo exigencias no se esfuerza, lo hará cuando no tenga exigencias? Yo lo dudo. No en vano dicen que una de las paradojas es que casi todos los que se contratan a si mismos lo hacen de medio tiempo.

El éxito requiere de preparación. Solamente en el diccionario el éxito se encuentra antes del trabajo y la preparación. Si bien el forro del cuaderno no altera en nada el contenido del mismo, el forrar manda un mensaje positivo. No es el forro en si, sino lo que representa el detalle.

Ya no hay maestros que me lo exigan ni puntos perdidos por no hacerlo, pero yo sigo forrando mis cuadernos.

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