viernes, 12 de febrero de 2010

Día del amor

Alberto Quiroga V.

Globos con tonos rojos, chocolates en forma de corazón, paletas de caramelo coloradas, peluches, tarjetas y mensajes de texto. Restaurantes abarrotados, películas de enamorados, discos piratas con canciones románticas y el obligado intercambio de regalos. Es el disfraz que toma el amor en estos días.

Recuerdo los intercambios en la escuela. Festejabamos el amor y la amistad y comenzábamos por lamentar quien nos había tocado por un sorteo para regalarle.

-Me tocó "el chango" y no lo soporto, cámbiamelo por favor.
-Pues a mi me tocó la payasa de Yayis, pero si la prefieres te la cambio.

Así comenzaban los festejos en la escuela.

Ese día, nos engañabamos al pensar que quien recibía más regalos era el más amado y por ello, quienes no recibían se ocultaban tímidamente y esperaban con paciencia el 15 de febrero.

Que curioso. Así como algunos no puede ver el bosque porque se lo ocultan los árboles, así muchos el 14 de febrero sentirán la desilusión de no sentirse amados por no recibir un regalo en forma de corazón.

La vida siempre nos va haciendo regalos. Para quien tiene la vista atenta, el amor aun sigue moviendo al mundo, aunque a veces se nos esconde porque no parece en nada ni globo, ni chocolate ni corazón.

Está por ejemplo, ese regalo en forma de torta de frijoles que preparaba nuestra madre para que no pasaramos hambre en la escuela. Está también el esfuerzo de un padre por educar a un hijo rebelde, al que a veces quisiera aventar por la ventana. No olvidar tampoco a ese amigo, que nos regala un consejo preciso y duro cuando nosotros buscabamos su complicidad.

Está el amor del maestro, para quien sería más cómodo poner un diez, pero se resiste y nos pone el cinco que merecemos. Está el del doctor, que busca aparecer fuerte para darnos fortaleza, pero por dentro se desmorona porque sufre por nosotros.

El amor se nos regala en la madre que nos espera despierta "aunque ya somos mayorcitos" y también se nos regala en los hijos para quien somos lo máximo.

En eso y muchas cosas más lo descubrimos.

Cuando alguien me dice que no encuentra al amor, me queda la duda de si tal vez no lo halla porque lo busca en forma de chocolate o corazón.
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