Alberto Quiroga Venegas
No se cuando me decidí a ser ingeniero industrial, pero si recuerdo que fue de niño y seguramente por la influencia de mi hermano Juan Pablo, de quien me llamaba la atención su capacidad de resolver problemas.
A los ingenieros industriales se les encasilla en las fábricas, como si éstas fuesen las únicas industrias. Pero considerando que cualquier labor productiva realizada por el ser humano puede ser definida como empresa, y que todas esas labores tienen procesos, el ingeniero industrial cabe en las fábricas, pero también en las escuelas, en las farmacias, hospitales, bancos y cualquier negocio. Pero bueno, esto no es un promocional de mi carrera y mucho menos de mi persona.
A donde quiero llegar hoy es a compartir contigo las 4 preguntas que nos podemos hacer todos los días para optimizar nuestros procesos y por lo tanto nuestra vida.
Cada vez que busques mejoras, sea en tu trabajo, familia, persona o mente, ubica el proceso en cuestión y respóndete estas preguntas.
¿Estoy haciendo todo lo necesario?
¿Hay algo que esté haciendo que no es necesario?
¿Lo estoy haciendo en el orden adecuado?
¿Hay algo que puedo hacer simultáneamente?
Apliquémoslo a los estudios, al trabajo de la casa o a nuestro negocio y las respuestas nos abren las puertas a caminos de mejora inmediata al podemos ver como los procesos se vuelven más eficientes
Con la primer pregunta ¿Estoy haciendo todo lo necesario? ubicamos operaciones que hacen falta en el proceso. Tal vez no estamos estudiando o capacitándonos lo suficiente, estamos evitando archivar documentos que se están acumulando o no estamos dando seguimiento a las cotizaciones que hemos hecho. El proceso está incompleto si no estamos haciendo todo lo necesario.
Al preguntarnos ¿Hay algo que esté haciendo que no es necesario? podemos detectar todas esas operaciones que lo menos que hacen es robarnos tiempo y lo más que hacen es generarnos problemas. Tal vez estamos perdiendo un tiempo precioso hablando con gente que no nos reporta nada bueno, o navegamos inconscientemente en internet buscando la hora de la comida. Ni que hablar del tiempo perdido en chismes o en rencores. Ninguna de esas operaciones es necesaria, nos roban tiempo y nos generan problemas.
Cuando reviso el orden en que hago las cosas, puedo detectar que aun cuando estoy haciendo todo lo necesario, lo hago al revés. Por ejemplo, me divierto, que es sano, y después estudio. Si invierto ambas actividades, el resultado es diferente. En este punto podemos hablar por ejemplo de ese memorando que llega después de que se realizó la junta, la cual no resultó como se esperaba porque la gente no estaba ni enterada ni preparada. Memo y junta son necesarias, pero citar es primero que reunirse.
La cuarta pregunta nos lleva a ahorrar tiempos buscando operaciones simultáneas. No se trata de ser el hombre orquesta, tocando la batería con la mano derecha mientras con la izquierda rascamos la guitarra. La simultaneidad se puede dar por ejemplo, cuando estamos en clase tratando de aprovechar esa exposición para comenzar nuestro estudio, imaginando las posibles preguntas para el examen y respondiéndolas. Al hablar con un cliente, podemos, a la par de hacer nuestra labor de venta, recabar datos importantes para el seguimiento y al cerrar la venta, obtener los datos fiscales y bancarios para evitar llamadas posteriores, aprovechando que tenemos al cliente enfrente.
Muchas empresas han hecho de estos servicios simultáneos una fortaleza, como puedes apreciar en los supermercados, en cuyas cajas no se cobra únicamente la mercancía sino también servicios que son ajenos al supermercado.
Cuatro preguntas sencillas nos ayudan a encontrar lo que la cotidianeidad nos oculta. Si las respondemos a conciencia nos dicen cómo ser mejores.
miércoles, 24 de febrero de 2010
martes, 23 de febrero de 2010
¿Por qué no habla el gato?
Alberto Quiroga V.
Recordando nuevamente al genial Marco Aurelio Almazán, él afirma que el gato no habla no porque no pueda sino porque no le da la gana, porque con decir miau lo dice todo: Que quiere leche, que le gusta la luna, que solicita gata, que tiene sueño o que se le antoja una sardina.
Es a los humanos a quienes les corresponde interpretar los deseos del gato y cumplírselos, lo cual hacen con todo gusto, porque el gato les proporciona compañía sin reproches, no les critica su forma de ser ni de vestir, no le encuentra faltas de ortografía a los trabajos y se abstiene de hacer comentarios burlones sobre las parejas de su dueño. A cambio de ello, bien valen los platos de leche caliente que se puedan tomar.
A veces, en los bebes, se retrasa el desarrollo del habla no por problemas de deficiencia física, sino porque el niño no tiene necesidad de hablar, con llorar o señalar lo dice todo: Que está cansado, que tiene hambre, que está mojado, que no le gusta la tía o que el pañal le raspa. Y los padres interpretan de inmediato, vía el ensayo y error, lo que el niño quiere (o lo que ellos creen que quiere). Entonces el niño retrasa el poder hablar porque no lo practica. ¿Para qué dejar que el niño intente comunicarse, llore y se esfuerce, si lo puedo callar pronto y seguir viendo mi novela?
En la etapa estudiantil, muchos niños y jóvenes no estudian no porque no puedan sino porque no les da la gana, porque con llorar o quejarse lo obtienen todo, buenas calificaciones o premios. ¿Para qué desgastarse estudiando y aprendiendo complicadas fórmulas, si basta una queja para que el maestro transforme un cinco en nueve?
Algunos pueblos no se transforman no porque no puedan sino porque no les da la gana, porque con estirar la mano obtienen todo, vales de despensa y tarjetas de descuento. ¿Para que esforzarse por sembrar si basta con quejarse para obtener los frutos que otros han cosechado? ¿Para que trabajar si se puede robar?
Considerando que el mundo es un sistema cerrado, mis preguntas son: ¿Qué pasará cuando ya no quede nadie que produzca y sí muchos que consuman? ¿Qué pasará con el sistema cuando se acaben los platos de leche para quienes no pueden servírselos solos?
Tratándose de un gato, es cómodo y hasta benéfico interpretarle sus gustos. Las personas que tienen mascotas suelen vivir más. Pero tratándose de un hijo o un pueblo, hacerlo dependiente es malo, y si me apuran, hasta perverso.
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Recordando nuevamente al genial Marco Aurelio Almazán, él afirma que el gato no habla no porque no pueda sino porque no le da la gana, porque con decir miau lo dice todo: Que quiere leche, que le gusta la luna, que solicita gata, que tiene sueño o que se le antoja una sardina.
Es a los humanos a quienes les corresponde interpretar los deseos del gato y cumplírselos, lo cual hacen con todo gusto, porque el gato les proporciona compañía sin reproches, no les critica su forma de ser ni de vestir, no le encuentra faltas de ortografía a los trabajos y se abstiene de hacer comentarios burlones sobre las parejas de su dueño. A cambio de ello, bien valen los platos de leche caliente que se puedan tomar.
A veces, en los bebes, se retrasa el desarrollo del habla no por problemas de deficiencia física, sino porque el niño no tiene necesidad de hablar, con llorar o señalar lo dice todo: Que está cansado, que tiene hambre, que está mojado, que no le gusta la tía o que el pañal le raspa. Y los padres interpretan de inmediato, vía el ensayo y error, lo que el niño quiere (o lo que ellos creen que quiere). Entonces el niño retrasa el poder hablar porque no lo practica. ¿Para qué dejar que el niño intente comunicarse, llore y se esfuerce, si lo puedo callar pronto y seguir viendo mi novela?
En la etapa estudiantil, muchos niños y jóvenes no estudian no porque no puedan sino porque no les da la gana, porque con llorar o quejarse lo obtienen todo, buenas calificaciones o premios. ¿Para qué desgastarse estudiando y aprendiendo complicadas fórmulas, si basta una queja para que el maestro transforme un cinco en nueve?
Algunos pueblos no se transforman no porque no puedan sino porque no les da la gana, porque con estirar la mano obtienen todo, vales de despensa y tarjetas de descuento. ¿Para que esforzarse por sembrar si basta con quejarse para obtener los frutos que otros han cosechado? ¿Para que trabajar si se puede robar?
Considerando que el mundo es un sistema cerrado, mis preguntas son: ¿Qué pasará cuando ya no quede nadie que produzca y sí muchos que consuman? ¿Qué pasará con el sistema cuando se acaben los platos de leche para quienes no pueden servírselos solos?
Tratándose de un gato, es cómodo y hasta benéfico interpretarle sus gustos. Las personas que tienen mascotas suelen vivir más. Pero tratándose de un hijo o un pueblo, hacerlo dependiente es malo, y si me apuran, hasta perverso.
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martes, 16 de febrero de 2010
Se quema la base
Alberto Quiroga V.
Uno de los juegos más populares es el llamado de "las traes" o "la Roña", que se juega entre varios niños y consiste en que uno de ellos trae la roña y la debe pegar a otra para quitarsela a si mismo. No solo se trata de correr rápido, sino también ágilmente para evitar ser tocado y contagiado.
Para tener un lugar de descanso, los niños suelen inventar bases, donde están protegidos y la roña no les puede ser pegada. Pero como para toda defensa hay un ataque, quien trae la roña puede obligar a los que se protegen a salir con una fórmula mágica.
A las tres se quema la base.
Y a las tres, todos a correr.
Los adultos, en nuestro juego diario, también inventamos bases, aunque ya no son los postes verdes o el árbol de enmedio del jardín. Las bases que inventamos son por ejemplo, la del "No es mi problema" o la del "Eso a mi que me importa".
Estar en nuestra base nos hace permanecer estáticos, sentirnos protegidos aun cuando los demás son contagiados.
Hace unas décadas, cuando la violencia contra las mujeres empezó en Ciudad Juárez, muchos se quedaron en su base pensando que ese era un problema muy lejano. Ahora, Ciudad Juárez está en la siguiente calle de mi casa, donde a una vecina le han secuestrado a la hija o a un vecino le han robado el auto a mano armada. Cuando escuchamos del problema del narcotráfico en Colombia, pensamos que estaba en Sudamérica. Hoy, el narcotráfico está en las narcotienditas o a las afueras de nuestras escuelas. Pero para escuchar narcocorridos que exaltan los valores de los narcotraficantes, se inventó la base de "la libertad de expresión".
Cuando los programas de televisión comenzaron a propagar la imagen del padre torpe y manipulable con un hijo astuto y sinvergüenza, se permitió que los niños vieran esos programas, porque era muy comoda la base de "No tiene nada de malo" con tal de que no dieran lata y no causaran problemas en la casa. Ahora abundan los hijos consumidores pero improductivos, exigentes aunque irresponsables.
Por perder de vista que lo que importan son los conocimientos y no las calificaciones, los padres inventaron otra base, la del "Yo pago y yo mando" y los maestros fueron obligados a no reprobar a algunos que lo merecían. Ahora tenemos muchos títulos y poca capacidad.
Todavía hoy, cuando se atacan ciertos valores, como la familia, el respeto a los padres o maestros, el matrimonio, muchos se quedan en la base de "Cada quien su vida" y se mantienen ajenos al problema en una posición fácil, pero también muy peligrosa.
Todas esas bases cómodas se están desmoronando, pues son ficticias como las del juego y se queman con mucha facilidad.
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Uno de los juegos más populares es el llamado de "las traes" o "la Roña", que se juega entre varios niños y consiste en que uno de ellos trae la roña y la debe pegar a otra para quitarsela a si mismo. No solo se trata de correr rápido, sino también ágilmente para evitar ser tocado y contagiado.
Para tener un lugar de descanso, los niños suelen inventar bases, donde están protegidos y la roña no les puede ser pegada. Pero como para toda defensa hay un ataque, quien trae la roña puede obligar a los que se protegen a salir con una fórmula mágica.
A las tres se quema la base.
Y a las tres, todos a correr.
Los adultos, en nuestro juego diario, también inventamos bases, aunque ya no son los postes verdes o el árbol de enmedio del jardín. Las bases que inventamos son por ejemplo, la del "No es mi problema" o la del "Eso a mi que me importa".
Estar en nuestra base nos hace permanecer estáticos, sentirnos protegidos aun cuando los demás son contagiados.
Hace unas décadas, cuando la violencia contra las mujeres empezó en Ciudad Juárez, muchos se quedaron en su base pensando que ese era un problema muy lejano. Ahora, Ciudad Juárez está en la siguiente calle de mi casa, donde a una vecina le han secuestrado a la hija o a un vecino le han robado el auto a mano armada. Cuando escuchamos del problema del narcotráfico en Colombia, pensamos que estaba en Sudamérica. Hoy, el narcotráfico está en las narcotienditas o a las afueras de nuestras escuelas. Pero para escuchar narcocorridos que exaltan los valores de los narcotraficantes, se inventó la base de "la libertad de expresión".
Cuando los programas de televisión comenzaron a propagar la imagen del padre torpe y manipulable con un hijo astuto y sinvergüenza, se permitió que los niños vieran esos programas, porque era muy comoda la base de "No tiene nada de malo" con tal de que no dieran lata y no causaran problemas en la casa. Ahora abundan los hijos consumidores pero improductivos, exigentes aunque irresponsables.
Por perder de vista que lo que importan son los conocimientos y no las calificaciones, los padres inventaron otra base, la del "Yo pago y yo mando" y los maestros fueron obligados a no reprobar a algunos que lo merecían. Ahora tenemos muchos títulos y poca capacidad.
Todavía hoy, cuando se atacan ciertos valores, como la familia, el respeto a los padres o maestros, el matrimonio, muchos se quedan en la base de "Cada quien su vida" y se mantienen ajenos al problema en una posición fácil, pero también muy peligrosa.
Todas esas bases cómodas se están desmoronando, pues son ficticias como las del juego y se queman con mucha facilidad.
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viernes, 12 de febrero de 2010
Día del amor
Alberto Quiroga V.
Globos con tonos rojos, chocolates en forma de corazón, paletas de caramelo coloradas, peluches, tarjetas y mensajes de texto. Restaurantes abarrotados, películas de enamorados, discos piratas con canciones románticas y el obligado intercambio de regalos. Es el disfraz que toma el amor en estos días.
Recuerdo los intercambios en la escuela. Festejabamos el amor y la amistad y comenzábamos por lamentar quien nos había tocado por un sorteo para regalarle.
-Me tocó "el chango" y no lo soporto, cámbiamelo por favor.
-Pues a mi me tocó la payasa de Yayis, pero si la prefieres te la cambio.
Así comenzaban los festejos en la escuela.
Ese día, nos engañabamos al pensar que quien recibía más regalos era el más amado y por ello, quienes no recibían se ocultaban tímidamente y esperaban con paciencia el 15 de febrero.
Que curioso. Así como algunos no puede ver el bosque porque se lo ocultan los árboles, así muchos el 14 de febrero sentirán la desilusión de no sentirse amados por no recibir un regalo en forma de corazón.
La vida siempre nos va haciendo regalos. Para quien tiene la vista atenta, el amor aun sigue moviendo al mundo, aunque a veces se nos esconde porque no parece en nada ni globo, ni chocolate ni corazón.
Está por ejemplo, ese regalo en forma de torta de frijoles que preparaba nuestra madre para que no pasaramos hambre en la escuela. Está también el esfuerzo de un padre por educar a un hijo rebelde, al que a veces quisiera aventar por la ventana. No olvidar tampoco a ese amigo, que nos regala un consejo preciso y duro cuando nosotros buscabamos su complicidad.
Está el amor del maestro, para quien sería más cómodo poner un diez, pero se resiste y nos pone el cinco que merecemos. Está el del doctor, que busca aparecer fuerte para darnos fortaleza, pero por dentro se desmorona porque sufre por nosotros.
El amor se nos regala en la madre que nos espera despierta "aunque ya somos mayorcitos" y también se nos regala en los hijos para quien somos lo máximo.
En eso y muchas cosas más lo descubrimos.
Cuando alguien me dice que no encuentra al amor, me queda la duda de si tal vez no lo halla porque lo busca en forma de chocolate o corazón.
Globos con tonos rojos, chocolates en forma de corazón, paletas de caramelo coloradas, peluches, tarjetas y mensajes de texto. Restaurantes abarrotados, películas de enamorados, discos piratas con canciones románticas y el obligado intercambio de regalos. Es el disfraz que toma el amor en estos días.
Recuerdo los intercambios en la escuela. Festejabamos el amor y la amistad y comenzábamos por lamentar quien nos había tocado por un sorteo para regalarle.
-Me tocó "el chango" y no lo soporto, cámbiamelo por favor.
-Pues a mi me tocó la payasa de Yayis, pero si la prefieres te la cambio.
Así comenzaban los festejos en la escuela.
Ese día, nos engañabamos al pensar que quien recibía más regalos era el más amado y por ello, quienes no recibían se ocultaban tímidamente y esperaban con paciencia el 15 de febrero.
Que curioso. Así como algunos no puede ver el bosque porque se lo ocultan los árboles, así muchos el 14 de febrero sentirán la desilusión de no sentirse amados por no recibir un regalo en forma de corazón.
La vida siempre nos va haciendo regalos. Para quien tiene la vista atenta, el amor aun sigue moviendo al mundo, aunque a veces se nos esconde porque no parece en nada ni globo, ni chocolate ni corazón.
Está por ejemplo, ese regalo en forma de torta de frijoles que preparaba nuestra madre para que no pasaramos hambre en la escuela. Está también el esfuerzo de un padre por educar a un hijo rebelde, al que a veces quisiera aventar por la ventana. No olvidar tampoco a ese amigo, que nos regala un consejo preciso y duro cuando nosotros buscabamos su complicidad.
Está el amor del maestro, para quien sería más cómodo poner un diez, pero se resiste y nos pone el cinco que merecemos. Está el del doctor, que busca aparecer fuerte para darnos fortaleza, pero por dentro se desmorona porque sufre por nosotros.
El amor se nos regala en la madre que nos espera despierta "aunque ya somos mayorcitos" y también se nos regala en los hijos para quien somos lo máximo.
En eso y muchas cosas más lo descubrimos.
Cuando alguien me dice que no encuentra al amor, me queda la duda de si tal vez no lo halla porque lo busca en forma de chocolate o corazón.
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miércoles, 10 de febrero de 2010
¿Por qué te molesta?
Alberto Quiroga V.
En días pasados tuvimos en nuestros medios informativos la lamentable noticia del asesinato de quince estudiantes en Ciudad Juárez. Con los motivos aun sin aclarar, la noticia fue rápidamente aprovechada por algunos, entre ellos los senadores, quienes expresaron su molestía por la violencia que existe en esa ciudad.
Si realmente les molestó, eso no lo sé. Pero si nos quedamos con sus declaraciones no a todos les molestó por lo mismo y así lo expresaron. Mientras unos decían que la violencia ha crecido por la falta de acuerdos entre los partidos para permitir un crecimiento económico otros se molestaban por la incapacidad del Gobierno Federal para combatir la violencia.
El mismo hecho, diferentes molestias.
Es una realidad que siempre existirán cosas que nos causen molestia. Es parte del proceso de crecer. El ser humano se transforma a raiz de intentar cambiar aquello que no le gusta. Pero un mismo factor de molestia puede tener diferentes efectos.
A alguien le puede molestar que a un compañero de trabajo le den aumentos por servirle de tapadera al jefe, pero la verdadera razón de la molestia puede ser porque:
A) Le parece injusto que los aumentos se den con base en servicios extralaborales.
B) El compañero le cae mal porque se jacta de ganar más haciendo menos.
C) El quisiera ser la tapadera del jefe y tener esos beneficios, pero no fue el elegido.
D) Cualquiera otra que se les ocurra.
La manera de reaccionar ante una molestia depende de la verdadera razón (a veces muy oculta en el subconciente) del por qué de la misma.
^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*
En un curso planteé el siguiente ejercicio: Propuse a los asistentes imaginarse que llegaban a su departamento, ubicado en la parte media de un edificio, cansados, en la noche de un viernes de una semana muy agotadora, con ganas de dormir doce horas seguidas. Pero al salir del elevador, en el departamento de al lado, se escuchan los ruidos típicos de una fiesta fenomenal. ¿Cuál es la reacción? Enojo, fue la respuesta, con variantes que iban desde el reportarlos a la policía hasta el bajarles el interruptor de la luz.
La segunda parte del ejercicio cambiaba un poco la temática, ahora llegan en las mismas condiciones, pero resulta que en ese departamento vive su mejor amigo, a quien le deben mil favores y quien espera sonriendo desde su puerta para invitarlos a la fiesta. La reacción fue totalmente diferente aun cuando los hechos eran básicamente los mismos, cansados y sin ánimo de fiesta. Y nadie mencionó que iria con su amigo y le diría que le parece injusto tener una fiesta así en un edificio de departamentos donde además de ellos mismos, seguramente habría más personas cansadas deseándo dormir.
Creo que podemos aprender mucho de analizar lo que nos molesta y el por qué nos molesta, conoceríamos más acerca del cómo y por qué reaccionamos con enojo ante diferentes situaciones y eso siempre será una ayuda si queremos superarnos.
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En días pasados tuvimos en nuestros medios informativos la lamentable noticia del asesinato de quince estudiantes en Ciudad Juárez. Con los motivos aun sin aclarar, la noticia fue rápidamente aprovechada por algunos, entre ellos los senadores, quienes expresaron su molestía por la violencia que existe en esa ciudad.
Si realmente les molestó, eso no lo sé. Pero si nos quedamos con sus declaraciones no a todos les molestó por lo mismo y así lo expresaron. Mientras unos decían que la violencia ha crecido por la falta de acuerdos entre los partidos para permitir un crecimiento económico otros se molestaban por la incapacidad del Gobierno Federal para combatir la violencia.
El mismo hecho, diferentes molestias.
Es una realidad que siempre existirán cosas que nos causen molestia. Es parte del proceso de crecer. El ser humano se transforma a raiz de intentar cambiar aquello que no le gusta. Pero un mismo factor de molestia puede tener diferentes efectos.
A alguien le puede molestar que a un compañero de trabajo le den aumentos por servirle de tapadera al jefe, pero la verdadera razón de la molestia puede ser porque:
A) Le parece injusto que los aumentos se den con base en servicios extralaborales.
B) El compañero le cae mal porque se jacta de ganar más haciendo menos.
C) El quisiera ser la tapadera del jefe y tener esos beneficios, pero no fue el elegido.
D) Cualquiera otra que se les ocurra.
La manera de reaccionar ante una molestia depende de la verdadera razón (a veces muy oculta en el subconciente) del por qué de la misma.
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En un curso planteé el siguiente ejercicio: Propuse a los asistentes imaginarse que llegaban a su departamento, ubicado en la parte media de un edificio, cansados, en la noche de un viernes de una semana muy agotadora, con ganas de dormir doce horas seguidas. Pero al salir del elevador, en el departamento de al lado, se escuchan los ruidos típicos de una fiesta fenomenal. ¿Cuál es la reacción? Enojo, fue la respuesta, con variantes que iban desde el reportarlos a la policía hasta el bajarles el interruptor de la luz.
La segunda parte del ejercicio cambiaba un poco la temática, ahora llegan en las mismas condiciones, pero resulta que en ese departamento vive su mejor amigo, a quien le deben mil favores y quien espera sonriendo desde su puerta para invitarlos a la fiesta. La reacción fue totalmente diferente aun cuando los hechos eran básicamente los mismos, cansados y sin ánimo de fiesta. Y nadie mencionó que iria con su amigo y le diría que le parece injusto tener una fiesta así en un edificio de departamentos donde además de ellos mismos, seguramente habría más personas cansadas deseándo dormir.
Creo que podemos aprender mucho de analizar lo que nos molesta y el por qué nos molesta, conoceríamos más acerca del cómo y por qué reaccionamos con enojo ante diferentes situaciones y eso siempre será una ayuda si queremos superarnos.
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lunes, 8 de febrero de 2010
Forrando el cuaderno
Alberto Quiroga V.
Tuve la fortuna de tener excelentes maestros y unos padres que los pagaran. Uno de esos maestros, Alberto Barragán, nos dijo en una ocasión en primero de secundaria que un buen curso comenzaba forrando el cuaderno. Eran muy exigentes en esos pequeños detalles en la escuela a la que asistí, la Cristobal Colón. No tener el cuaderno forrado era motivo de tener puntos menos, lo cual a veces se nos hacia exagerado, pero son los pequeños detalles los que hacen las grandes diferencias.
Paralelo a mis estudios, solía dar clases de regularización en física y metemáticas a niños con problemas. A todos ellos, acostumbraba como primer punto pedirles el cuaderno para revisarselo y sí, como podrán imaginar, no lo tenían forrado o si lo tenían, estaba muy maltratado.
Cuando un alumno forra el cuaderno, se va formando dentro de él la conciencia de que lo que va a aprender vale la pena y por eso debe ser protegido. Forrar el cuaderno habla de preparación, pero también de mentalización y respeto.
Cuando alguien no forra personalmente el cuaderno, tiene más posibilidades de maltratarlo.
Algunos deportistas exitosos nos han compartido la preparación que tienen antes de la competencia, donde en analogía con el cuaderno, revisan atentamente sus zapatos, su ropa, sienten la cancha o la pista y visualizan la prueba una y otra vez. Están forrando el cuaderno.
Durante mi vida, he tenido la oportunidad de conocer a gente con mucha capacidad potencial, pero autolimitados. Empleados inteligentes, con conocimientos, trabajando a medio gas con el pretexto de que no se esfuerzan porque no les pagan lo suficiente para ello. En una ocasión le pregunte a uno por qué no se esforzaba y me respondió: "Lo haré cuando tenga mi propio negocio".
Deseándole suerte, me quede con la reflexión interna acerca de si esta persona no se llevaría una sorpresa cuando tenga su propio negocio y no tenga las habilidades necesarias para hacerlo rentable, porque no forró el cuaderno, es decir, no se preparó desde que era empleado para ser su propio jefe y no se autoexigió.
¿Acaso una persona que bajo exigencias no se esfuerza, lo hará cuando no tenga exigencias? Yo lo dudo. No en vano dicen que una de las paradojas es que casi todos los que se contratan a si mismos lo hacen de medio tiempo.
El éxito requiere de preparación. Solamente en el diccionario el éxito se encuentra antes del trabajo y la preparación. Si bien el forro del cuaderno no altera en nada el contenido del mismo, el forrar manda un mensaje positivo. No es el forro en si, sino lo que representa el detalle.
Ya no hay maestros que me lo exigan ni puntos perdidos por no hacerlo, pero yo sigo forrando mis cuadernos.
Paralelo a mis estudios, solía dar clases de regularización en física y metemáticas a niños con problemas. A todos ellos, acostumbraba como primer punto pedirles el cuaderno para revisarselo y sí, como podrán imaginar, no lo tenían forrado o si lo tenían, estaba muy maltratado.
Cuando un alumno forra el cuaderno, se va formando dentro de él la conciencia de que lo que va a aprender vale la pena y por eso debe ser protegido. Forrar el cuaderno habla de preparación, pero también de mentalización y respeto.
Cuando alguien no forra personalmente el cuaderno, tiene más posibilidades de maltratarlo.
Algunos deportistas exitosos nos han compartido la preparación que tienen antes de la competencia, donde en analogía con el cuaderno, revisan atentamente sus zapatos, su ropa, sienten la cancha o la pista y visualizan la prueba una y otra vez. Están forrando el cuaderno.
Durante mi vida, he tenido la oportunidad de conocer a gente con mucha capacidad potencial, pero autolimitados. Empleados inteligentes, con conocimientos, trabajando a medio gas con el pretexto de que no se esfuerzan porque no les pagan lo suficiente para ello. En una ocasión le pregunte a uno por qué no se esforzaba y me respondió: "Lo haré cuando tenga mi propio negocio".
Deseándole suerte, me quede con la reflexión interna acerca de si esta persona no se llevaría una sorpresa cuando tenga su propio negocio y no tenga las habilidades necesarias para hacerlo rentable, porque no forró el cuaderno, es decir, no se preparó desde que era empleado para ser su propio jefe y no se autoexigió.
¿Acaso una persona que bajo exigencias no se esfuerza, lo hará cuando no tenga exigencias? Yo lo dudo. No en vano dicen que una de las paradojas es que casi todos los que se contratan a si mismos lo hacen de medio tiempo.
El éxito requiere de preparación. Solamente en el diccionario el éxito se encuentra antes del trabajo y la preparación. Si bien el forro del cuaderno no altera en nada el contenido del mismo, el forrar manda un mensaje positivo. No es el forro en si, sino lo que representa el detalle.
Ya no hay maestros que me lo exigan ni puntos perdidos por no hacerlo, pero yo sigo forrando mis cuadernos.
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miércoles, 3 de febrero de 2010
Herramientas de Análisis.
Alberto Quiroga V.
95% de los problemas de una empresa se pueden resolver con simples herramientas de análisis y de solución de problemas. K. Ishikawa
Kaoru Ishikawa es reconocido mundialmente como padre del análisis científico de las causas de problemas en procesos industriales. Su herramienta más conocida es el llamado Diagrama de Espina de Pescado, de Causa y Efecto o Diagrama de Ishikawa.
¿Qué podemos aprender los mexicanos del siglo XXI de este científico japonés del siglo XX? Muchas cosas, entre ellas a:
Analizar
Hacer un análisis consiste en separar las partes que conforman un todo. Ishikawa planteaba siempre comenzar con un análisis cualquier proyecto de mejora. Y eso es lo primero que podemos aprender de él.
Por ejemplo, si voy a comprar un nuevo equipo de cómputo y lo hago con el primer vendedor que se presenta en mi negocio, no estoy haciendo análisis.
Pero si comienzo por revisar cuales son mis necesidades y con base en ellas determino cuál es el que mejor me funcionará, para de allí partir a buscar con diferentes proveedores no sólo el precio, sino los servicios de mantenimiento, actualización, garantía y similares, entonces las posibilidades de hacer una buena compra aumentan.
Analizar consiste en separar una situación que puede parecer confusa de tal manera que sea manejable. Un análisis muy sencillo de hacer es tomar una hoja en blanco y separarla de arriba abajo por una línea, para poner de un lado lo que está a favor y en el otro lado lo que está en contra de la decisión que pienso tomar. Te invito a que lo hagas en la siguiente oportunidad y verás que aparecerán puntos que no considerarías de no hacer el análisis.
Ir a la Causa
Los mexicanos somos muy dados a atacar los efectos pero no tocar las causas. Por ejemplo, si en un taller mecánico los clientes se quejan frecuentemente de que los autos los entregan sucios (Efecto) estos se limpian, pero no se buscan mecanismos para evitar que estos se ensucien (Causa), como una campaña permanente de limpieza, orden y protección, que evite que los mecánicos manchen con grasa las carrocerías o vestiduras. Cuando se atacan las causas, desaparecen por ello los efectos.
Cada vez que tengas la oportunidad de enfrentar un problema, trata de descubrir la verdadera causa. Ishikawa recomendó siempre ir a las causas, atacar el problema de raíz.
Solucionar los problemas
Ishikawa hizo de la resolución de problemas un proceso sencillo y hasta ameno. Los mexicanos podemos aprender mucho de ello. En realidad, un solucionador, para eso vive y para eso le pagan, entiende que los problemas que le llegan son la razón de su trabajo y se prepara para resolverlos de la mejor manera. La capacitación constante, la visión de servicio y la buena actitud, aunada a técnicas de análisis, hacen de cualquier persona un mejor solucionador y por lo tanto una mejor opción ante los ojos de sus clientes, ya sean comerciales o familiares.
Esto es parte del legado que nos deja este experto. Es mucho más lo que podemos aprender de él.
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95% de los problemas de una empresa se pueden resolver con simples herramientas de análisis y de solución de problemas. K. Ishikawa
Kaoru Ishikawa es reconocido mundialmente como padre del análisis científico de las causas de problemas en procesos industriales. Su herramienta más conocida es el llamado Diagrama de Espina de Pescado, de Causa y Efecto o Diagrama de Ishikawa.
¿Qué podemos aprender los mexicanos del siglo XXI de este científico japonés del siglo XX? Muchas cosas, entre ellas a:
Analizar
Hacer un análisis consiste en separar las partes que conforman un todo. Ishikawa planteaba siempre comenzar con un análisis cualquier proyecto de mejora. Y eso es lo primero que podemos aprender de él.
Por ejemplo, si voy a comprar un nuevo equipo de cómputo y lo hago con el primer vendedor que se presenta en mi negocio, no estoy haciendo análisis.
Pero si comienzo por revisar cuales son mis necesidades y con base en ellas determino cuál es el que mejor me funcionará, para de allí partir a buscar con diferentes proveedores no sólo el precio, sino los servicios de mantenimiento, actualización, garantía y similares, entonces las posibilidades de hacer una buena compra aumentan.
Analizar consiste en separar una situación que puede parecer confusa de tal manera que sea manejable. Un análisis muy sencillo de hacer es tomar una hoja en blanco y separarla de arriba abajo por una línea, para poner de un lado lo que está a favor y en el otro lado lo que está en contra de la decisión que pienso tomar. Te invito a que lo hagas en la siguiente oportunidad y verás que aparecerán puntos que no considerarías de no hacer el análisis.
Ir a la Causa
Los mexicanos somos muy dados a atacar los efectos pero no tocar las causas. Por ejemplo, si en un taller mecánico los clientes se quejan frecuentemente de que los autos los entregan sucios (Efecto) estos se limpian, pero no se buscan mecanismos para evitar que estos se ensucien (Causa), como una campaña permanente de limpieza, orden y protección, que evite que los mecánicos manchen con grasa las carrocerías o vestiduras. Cuando se atacan las causas, desaparecen por ello los efectos.
Cada vez que tengas la oportunidad de enfrentar un problema, trata de descubrir la verdadera causa. Ishikawa recomendó siempre ir a las causas, atacar el problema de raíz.
Solucionar los problemas
Ishikawa hizo de la resolución de problemas un proceso sencillo y hasta ameno. Los mexicanos podemos aprender mucho de ello. En realidad, un solucionador, para eso vive y para eso le pagan, entiende que los problemas que le llegan son la razón de su trabajo y se prepara para resolverlos de la mejor manera. La capacitación constante, la visión de servicio y la buena actitud, aunada a técnicas de análisis, hacen de cualquier persona un mejor solucionador y por lo tanto una mejor opción ante los ojos de sus clientes, ya sean comerciales o familiares.
Esto es parte del legado que nos deja este experto. Es mucho más lo que podemos aprender de él.
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