lunes, 31 de agosto de 2009

Sentido del Humor

Alberto D. Quiroga V.

Ver las cosas con sentido del humor es una de las estrategias para hacer menos pesada una situación difícil. Si bien la línea entre el sentido del humor y otras actitudes como la inmadurez o desfachatez es a veces muy ténue, ver el lado amable de las cosas ayuda a encontrar las más de las veces la salida.

Durante algunos años leí al humorista argentino Aldo Cammarota, quien tenía una pequeña columna en el Heraldo de México llamada "Desde USA con humor". De allí saqué una frase que me ayuda a encontrar humor cuando las cosas están para echarse a correr.

"Cuando pienses que todo va mal, piensa que todo estaría peor si las uñas crecieran hacia adentro"

Si. Por increíble que parezca, recordar que todo puede estar peor, nos puede ayudar a pensar que también se puede estar mejor.

En una ocasión, mientras montabamos una exposición y llevabamos un considerable retraso, faltaban materiales y personal de trabajo alguien me dijo que las cosas no podían estar peor y le dije que sí, que podiamos haber sufrido un accidente o la muerte de un familiar por la mañana. Las cosas si podian estar peor, así que la situación que estabamos viviendo en ese momento si bien era complicada, no era por mucho la peor.

Al final se resolvió el problema, avanzamos y la tensión del momento poco a poco se pierde en el olvido.

Aldo Cammarota en alguna ocasión escribió: Tengo una hija que se viste como Madonna y un hijo que actúa como Rambo. ¡Claro! La cosa podría ser peor, podría tener una hija que actuará como Rambo y un hijo que se vistiera como Madonna.

Aprendiendo de Aldo, desde hace algunos años, he jugado un juego. Ahora tengo 41 años y por momentos caigo en la nostalgia de recordar cuando tenía 20. Añoro la capacidad física y otras cosas más. Pero vivir en el pasado no ayuda y si perjudica. Ahora lo que juego es pensar que tengo 60 años y que añoro cuando tenía 41 y digo: Estoy en la edad que desearía vivir.

Jugar con los escenarios puede ayudarnos a vivir mejor con nosotros mismos.

Y si, no se me olvida la inseguridad, la crisis económica, el peligro de un rebrote de influenza, la falta de trabajo ni muchas otras cosas más. Pero mientras me ocupo de lo que puedo y tengo que hacer, pienso que todo sería peor si las uñas crecieran hacia adentro.

Lo cual me anima a reir, me ayuda a centrarme en lo bueno y me hace sentir mejor.
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A conseguir más clientes

Alberto D. Quiroga V.

Cuando se piensa en conseguir más clientes, se piensa casi siempre en anunciarse, pero antes de hacerlo debes considerar lo siguiente.

Un amigo que tiene un taller en la Ciudad de México me solicitó ayuda para elaborar unos volantes para atraer más clientes a su negocio. Lo escuche atentamente expresar sus ideas y conceptos, hablar de colores de papel y tinta pero cuando terminó de hablar le pedí que me diera unos minutos de su atención para plantearle algunos detalles sobre el proyecto.

Le pregunte a mi amigo porque quería más clientes y me respondió que los que tenía actualmente no eran suficientes. - ¿Regresan? – le pregunte, y me contestó que no, que ese era un problema y que por ello necesitaba más.

Bueno – le comenté – tu problema no está en principio en necesitar más clientes, sino en corregir los errores que hacen que los clientes que logras captar no se queden contigo. La publicidad, como su nombre lo indica, significa hacer del conocimiento del público lo que tú eres y si ahorita hacemos una campaña para atraer más gente ¿Qué imagen se llevarán de ti? Pues una imagen deficiente. Borrar la imagen de un mal servicio es muy difícil y mientras más gente tenga una imagen mala del servicio en tu taller más difícil será borrarla.

Mi amigo estuvo de acuerdo en dejar para después la impresión y difusión de volantes y primero corregir su mal servicio, enfocarse a conservar los clientes antes de buscar otros.

No olvides que vendemos todo el tiempo

A veces se nos olvida que nuestra imagen y comportamiento es una herramienta de ventas permanente y que así como puede atraer al cliente lo puede alejar. He visto en muchos talleres que son respetuosos con el cliente pero irrespetuosos con la esposa o la hija, a las cuales, aun sin decirles nada directamente, se les falta al respeto.

Si un mecánico recargado en la puerta de su taller se la pasa acosando a las chicas que pasan, se está cerrando las puertas a que estas mismas chicas le lleven su auto o el de algún familiar a reparar. La labor de venta es permanente y por ello debemos cuidar la imagen de servicio todo el tiempo.

La mejor recomendación

A veces no me gusta que se repita mucho una frase porque suele caer en el olvido, pero la realidad es que la mejor recomendación es la de un cliente satisfecho. Antes que invertir en volantes, anuncios, promocionales yo sugiero invertir en el servicio, que requiere de un cambio de hábito pero no suele costar más dinero.

Si sus clientes no regresan, averigüe por qué no lo hacen, porque seguramente ellos lo están mal recomendando con otros clientes potenciales. Y si usted cuenta con clientes satisfechos, déles un empujoncito y pídales que lo recomienden con sus familiares y amigos.

En México parece darnos pena pedirle a alguien que hable bien de nosotros, pero yo pienso que es válido solicitar ayuda de los clientes para difundir nuestro buen servicio. Cuando un cliente lo felicite por su trabajo, aproveche para recordarle que también puede atender a sus conocidos.

Pregunta a tus clientes

Una estrategia que utilizo mucho en ventas es la de pedirle a mis clientes datos de prospectos. Abiertamente, cuando un cliente tiene la confianza de platicar conmigo, le hago la pregunta ¿Sabes de alguien que necesite de mis servicios y que me puedas facilitar su teléfono o correo electrónico?

De esta forma, muchas veces me he hecho de clientes porque es mucho más sencillo llamarles de parte de alguien conocido para ofrecerles mis servicios.

Para concluir, si estás pensando en atraer más clientes, antes de pensar en publicidad impresa, piensa en la publicidad del buen servicio: No cuesta más y es mucho más efectiva.
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miércoles, 26 de agosto de 2009

Recordando al hombre del globo

Alberto Domingo Quiroga

En el libro "Que Dios es la mar de raro" el P. Antonio Brambila platica una historia llamada Parábola del Hombre del Globo, en la cual nos narra que un hombre suspendido en un globo aerostático tiene una visión panorámica y observa que un tren va rodeando una montaña. Sobre las vías del tren, adelante en el camino, está una roca que impide el paso pero no está al alcance visual del maquinista, por lo que el hombre del globo le hace señas para que detenga la marcha y evite el descarrilamiento. Sin embargo el maquinista no hace caso de las señales porque el supone que las vías están libres y sucede el impacto. La historia termina cuando el hombre del globo es acusado de provocar el accidente.

La súper-visión que tiene el hombre del globo es un ejemplo de la visión global que tiene Dios de nuestra vida debido a sus infinitas potencia e inteligencia. Por ello muchas veces se nos avisa anticipadamente que algo puede salir mal si seguimos empeñados en recorrer un camino que quien sabe más y tiene una mejor visión nos advierte que es peligroso.

A nivel terrenal, encontramos ejemplos de esta supervisión que puede librarnos de un peligro o riesgo. Por ejemplo, cuando se propone un proyecto, este puede y debe ser probado anticipadamente por una simulación pronosticando su funcionamiento, de tal forma que se identifiquen riesgos que deben ser minimizados. Un asesor, a ejemplo del hombre del globo, puede tener conocimiento de obstáculos que quien hizo el proyecto no ha contemplado.

Cuando se inicia algo, un negocio, una relación, una sociedad o un proyecto, el ambiente se suele rodear de una atmósfera de optimismo, que si bien ayuda, puede ser peligrosa si nos cierra los ojos a los aspectos negativos. En muchos casos, contar con la ayuda de un asesor que tenga una visión diferente puede servir para considerar riesgos que nuestro optimismo o costumbre no nos deja ver.

Para el proceso de aprendizaje por consejos, es necesaria la humildad o cuando menos, el beneficio de la duda. A veces, los seres humanos pedimos consejos para independientemente de ellos mantenernos en nuestra posición inicial. Solemos despreciar los asesores que la vida nos pone en el camino pues contar con uno puede ser tan sencillo como juntarse con alguien que tiene mayor experiencia y aprender de él.

Si nos aferramos a una idea por el simple hecho de ser nuestra y no escuchamos voces que nos advierten, podemos cometer el error del maquinista de la parábola. Por otra parte, quiero aclarar que no todo lo que nos digan deberá ser tomado como verdad, pero mientras más amplio sea el panorama, mejor podrá ser la decisión que tomemos y que al final será nuestra, pero estudiada.

A nivel profesional, me ha tocado participar en muchos proyectos y en algunos, con base en mi experiencia, he señalado problemas que quien está a cargo no ha contemplado. Escuchar que un proyecto, que es como un hijo, tiene defectos no es agradable y al igual que la mamá cuervo del cuento, suelen maquillar mentalmente esos detalles ignorándolos. Después, cuando la realidad borra el maquillaje, la gente, en lugar de aprender vuelve a colocar más maquillaje y se zafa de la responsabilidad con un "me echaste la sal".

Cuando alguien se incomoda conmigo por haberle señalado anticipadamente un problema y me acusa de echarle la sal, recuerdo al hombre del globo.

La diferencia entre una vivencia y una experiencia es el proceso reflexivo que transforma la primera en la segunda. El tiempo no nos hace más sabios, sólo nos hace más viejos, pero la reflexión si nos puede hacer más sabios.

Quien no escucha consejos, por lo menos para evaluar su validez y además se molesta con quien bien intencionadamente le advirtió del peligro, se condena a seguir cometiendo los mismos errores.
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lunes, 24 de agosto de 2009

Noticias de maestros

Alberto Domingo Quiroga
Este lunes 24 de agosto nos da mucho material para comentar con el tema del regreso a clases. Por la mañana, mientras despertaba a mis hijos, lo cual fue muy sencillo porque estaban sinceramente emocionados por regresar a la escuela, escuché las noticias y en especial dos que se estuvieron repitiendo en todos los noticieros radíofónicos a lo largo de todo el día.
La primera fue la nota de que el 75% de los maestros que concursaron para una plaza, reprobaron el examen correspondiente, la segunda fue el trabalenguas acostumbrado de la maestra Gordillo con el tema de la influenza, que al parecer lo tiene negado, puesto que confundió la enfermedad con la influencia y el virus H1N1 con el Hache Ele Ene Ele.

Con referencia a los maestros, se insistió mucho en el bajo nivel de ellos, pero yo quisiera irme un poco más allá. Las estadísticas señalan que las probabilidades de aprobar un examen de opción multiple son mayores al 50% cuando no se sabe nada, contestando simplemente al azar. La experiencia a mí me señala que en un examen de opción múltiple, por lo menos una o dos de las respuestas propuestas son absurdas, lo que nos limita a tener que decidir entre una o dos opciones a lo mucho, si estudiamos medianamente el tema.

Por lo tanto, me asusta que los maestros, quienes deben de enseñar a resolver problemas, no tengan esa capacidad de resolverlos. Conforme las noticias y las entrevistas se mezclaban, los empleados de la SEP buscaban minimizar el hecho con eufemismos, diciendo que si bien el 71% de estos maestros no habian alcanzado el aceptable, tampoco estaban reprobados puesto que caían en la categoria de "Requiere nivelación académica".

Pero regreso a mi planteamiento ¿Acaso el examen fue sorpresa? ¿Les preguntaron cosas que no es su obligación saber? No, el examen estaba programado con tiempo y se les preguntaron cosas que son específicas a su trabajo y al no saber preparar su examen lo han reprobado. En lo personal, los resultados me dejan ver que las plazas se les repartirán a los menos peores y no a los mejores.

Si un maestro no es capaz de preparar un examen, de tener y hacer pequeñas renuncias a tiempo libre y diversión para estudiar, preparar apuntes, utilizar mapas mentales, cuadros sinópticos, hacer acordeones y soportar la presión emocional de someterse a un examen, ¿lo sabrá transmitir a sus alumnos? Me pregunto: ¿Cuantos maestros de los No aprobados hará un resumen de sus fallas y buscará las respuestas correctas, a pesar de que el siguiente examen de colocación será hasta dentro de varios meses?

En cuanto a la Maestra Gordillo, no creo que le falte capacidad. Mover y manejar al Sindicato de la Educación, entretejer y destejer hilos de poder requiere de una inteligencia especial, pero la influenza ha sacado a relucir que tiene problemas con palabras tales como "epidemiológica", la cual le causó un traspies del que salió como si nada gracias a la posición que ella bien sabe que tiene.

Es precisamente porque se siente poderosa por lo que no se preocupa por leer sus discursos antes de pronunciarlos; es por ello, que debido al tamaño de la letra o de la tipografía, que confundó el número uno (1) con la letra ele minúscula (l). Si se sintiera vulnerable, se cuidaría más, leería con anticipación, cuidaría hasta el tamaño y el tipo de la letra. Pero como se sabe con poder, no le preocupa.

El día el hoy, a pesar de haber reprobado o trastabillado, los maestros me han enseñado dos cosas:

Una, que el nombre no basta para resolver un examen y que no es lo mismo saber el camino que recorrerlo.

Dos, que mientras más poderoso me sienta, más vulnerable me puedo volver si descuido los pequeños detalles.

Ojala los maestros también aprendan y nos dejen mucho más tema positivo para la siguiente vez.

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jueves, 20 de agosto de 2009

El manual del auto libre

Alberto Quiroga Venegas
Un joven rico compró un auto y leyó el manual, le llamó la atención que a pesar de haber pagado muchísimo dinero por su vehículo, el manual le imponía muchas restricciones.

- No acelere el auto por encima de las 8,000 r.p.m. porque puede resultar peligroso
- Evite accionar constantemente el pedal del embrague para no dañarlo.
- Durante las mañanas, permita que el motor alcance su temperatura normal de funcionamiento antes de conducirlo.

No leyó más. El joven se rió del manual y lo botó muy lejos. ¿Qué acaso él no era rico y no era ese el mejor auto del mercado? ¿Por qué con todo su poder y su poderosa máquina tenía que respetar límites? No, eso no era para él. Y rechinando llantas salió disparado de la agencia dispuesto a gozar de su libertad.

El manual marcaba que a los 5,000 km. se debía cambiar el aceite, pero el joven era libre y no consideró necesario cambiarlo. Aceleraba por encima de las 8,000 r.p.m. porque el motor estaba diseñado para eso. No respetaba los topes, ni los baches, porque el era libre y pagaba impuestos (por medio de su padre) para que las calles estuvieran bien pavimentadas.

Un día escuchó un reto: A que no haces dos horas y media a Acapulco

¿Qué no? Ya lo verás. Y el carro libre corrió por la carretera, pasó volando por Cuernavaca, Chilpancingo y llegó a Acapulco orgulloso porque era un carro libre manejado por un joven libre. De regreso, adelantito de Chilpancingo, el auto libre comenzó a echar humo, reventó el motor, se desclocho y se tuvo que orillar, para sufrir la humillación de ver pasar muchos autos "reprimidos" que no corrían y si respetaban las reglas.

De regreso a la Ciudad de México, el joven, aprisionado en una olorosa cabina de una grúa, veía por el espejo lateral el auto en el que alguna vez quiso ser libre, fuertemente atado por las cadenas de remolque.
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martes, 11 de agosto de 2009

El paracaídas

Alberto Domingo Quiroga
No se trata de ser pesimista, se trata de estar preparado por si las cosas salen mal para tener una tranquilidad que nos permita estar mejor.

No recuerdo el nombre, pero sí la escena de una película con el tema de carreras por varias ciudades, donde uno de los conductores arranca el espejo retrovisor, porque no es necesario ver hacia atrás, solamente hacia adelante. La alegoría o ejemplo de esta acción es que quien ve hacia atrás no está listo para ganar, pero...

La cuestión aquí no está en ver hacia atrás o no, sino en por qué vemos hacia atrás. Una noche, regresaba con mi esposa y con mi hijo Felipe a casa. Casi de madrugada, la calle estaba vacía. Por el espejo retrovisor vi a lo lejos un par de traileres. Acostumbrado a espejear cada determinado tiempo, al volver a mirar por el espejo retrovisor los vi mucho más cerca, lo que me indicó que venían a una velocidad excesiva. De inmediato me orille en una bahía para autos y les dejé el paso libre y a los pocos segundos pasaron junto a nosotros a más de 150 kilómetros por hora, se pasaron un alto donde por poco destrozan a una camioneta que confiada pasaba con la luz verde y desaparecieron en la distancia.

Quedamos asustados por el movimiento repentino y el paso ruidoso de los camiones. Siendo dos de la misma compañía, supuse que estaban jugando carreras, tal vez alterados por algo como el alcohol; al verlos por el espejo retrovisor preferí moverme, lo que fue bueno, pues dudo que hubieran frenado para no golpearnos. Mi intención era llegar a casa, pero si no hubiera utilizado los espejos y me hubiera centrado sólo al frente, quien sabe si lo hubiéramos logrado.

De igual manera, la intención de todos los pilotos de avión es regresar a salvo al suelo, pero reconocen que existen riesgos y por ello llevan paracaídas. Contemplar un riesgo no es ser pesimista, quedarse en el pensamiento del riesgo sin hacer nada si lo es.

Ultimamente, la situación económica ha sido muy complicada, los despidos son una amenaza que existe, aun cuando no se quiera contemplar. La tensión emocional provocada por la amenaza de un despido es equivalente por momentos a la pérdida de un ser querido o un divorcio. No es una situación agradable, pero es real.

Para todos aquellos que están en este caso es recomendable tener un paracaídas. ¿Qué puede ser un paracaídas? Tener una opción para cuando suceda lo peor es un paracaídas. Aprender una habilidad nueva para autoemplearnos o utilizar parte del tiempo libre para vender por catálogo, puede dar una tranquilidad para estar mejor en el trabajo actual.

Cuando un ejecutivo temeroso por perder su empleo deja de tomar decisiones complicadas por el miedo a equivocarse, cae en un círculo vicioso, porque las empresas quieren personas que tomen decisiones, lo empiezan a presionar, toma menos decisiones y acaban por despedirlo. Cuando un dependiente de mostrador trabaja con miedo a que lo corran, reduce su rendimiento y aumenta las posibilidades de que lo despidan.

Pero si cuentan con un paracaídas que les dé una tranquilidad psicológica, pueden desarrollarse mejor en su trabajo y mejor aún, pueden negociar más confiados y no dejarse manipular, porque también es cierto que a las empresas no les conviene deshacerse de personas capaces en tiempos de crisis.

Obtener ingresos adicionales por un pequeño negocio, contar con alternativas de trabajo por si se termina el actual y tener un ahorro que permita enfrentar un despido son ejemplos de paracaídas que permiten una tranquilidad para quien tiene un empleo y teme perderlo.

Al igual que las vacunas se aplican para prevenir la enfermedad y no para provocarla, aplícate la pregunta: ¿Qué haría si me despidieran de mi trabajo? y busca la mayor cantidad de respuestas posibles. Muchas de esas opciones, como arrancar un pequeño negocio familiar, se pueden realizar desde ya y no esperar a que te despidan. Con la diferencia de que con seguridad económica puedes tomar decisiones reflexionadas y si te despiden sin opciones tomarás decisiones presionadas.

En resumen: No sufras mientras vas en el avión pensando que te pueden arrojar y no esperes a que te arrojen para buscar un paracaídas. Mejor ten uno a la mano, disfruta el viaje y si te arrojan, disfruta del paisaje mientras pendes de tu paracaídas.
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jueves, 6 de agosto de 2009

Asesinos y secuestradores

Alberto Quiroga V.

En las pasadas elecciones, un partido político propuso la pena de muerte para los asesinos y los secuestradores.

El tema resulta complicado. Existen voces a favor y en contra, pero quiero tomarlo como punto de partida para comentar que creo que existe una clase especial, invisible pero tangible, de asesinos y secuestradores.

Si hiciéramos una discusión acerca de quien es bueno y quien no, alguien podría argumentar bondad en no matar, no robar, no mentir o cometer ese tipo de faltas.

La realidad es que la mayoría creemos ser buenos por no estar al nivel de los malos malos como son los asesinos y los secuestradores, pero ¿Nos consta que nunca hemos matado ni secuestrado a nadie?

Durante algún tiempo practique karate. Asistía a clases un niño gordito y bonachón a quien el grupo eligió para ser blanco de burlas. Un día, ese niño llegó triste porque su mamá tenía pocos días de fallecida y algunos del grupo se burlaron de él porque ya no tenía mamá. Si bien yo no me burlé, tampoco hice nada para impedir eso. El niño jamás regresó a las clases.

¿Acaso no le matamos su deseo de aprender karate? ¿No secuestramos su deseo de tranquilidad? ¿No le robamos el recuerdo de una madre intacto, sin burlas?

Mucha gente sobrevive como muerta porque le han robado sus sueños y su tranquilidad, no una banda de secuestradores, sino sus propios familiares, al denigrarlos desde pequeños, menospreciándolos y condenándolos a vivir con una baja autoestima.

Maestros, comunicadores y líderes sociales han secuestrado la capacidad de pensar de sus alumnos y seguidores para manipularlos y aprovecharse de ellos, ya sea dando clases a medias, noticias tendenciosas o planes demagogos.

En una empresa, un jefe puede asesinar, despidiéndolo, a un subalterno capaz, para eliminar un potencial enemigo de su puesto o puede secuestrar sus capacidades y proyectos adueñándose de ellos.

Una madre egoísta puede asesinar a su hijo adulto condenándolo a vivir como niño por el miedo de quedarse sola o por envidia puede secuestrar los sueños de crecimiento de su hija.

Un padre puede matar a burlas los planes de su hijo de estudiar una carrera y un hombre puede secuestrar una excelente oportunidad para su hermano si no le comunica un recado de una empresa interesada en sus servicios.

Estoy seguro que un buen examen de conciencia nos revelaría que en la vida muchas veces hemos sido secuestradores y asesinos de sueños y de anhelos, de metas y realizaciones y tal vez por ello a causa de nosotros alguien deambule como muerto a pesar de estar vivo. Nos podemos defender argumentando que fue de manera inconsciente, pero no por ello dejamos de hacer daño.
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martes, 4 de agosto de 2009

Cerrando la puerta

Alberto D. Quiroga V.

Mucha gente cuando está bajo presiones fuertes, cansancio o enfermedad, puede sufrir lo que se conoce como bloqueo mental. En otras, como un caso más grave, el bloqueo mental se presenta de forma casi constante debido a creencias fuertemente arraigadas.

Como ejemplo de bloqueo mental, tenemos el que sufren los estudiantes cuando a pesar de haber estudiado, durante el examen se olvidan de sus conocimientos, como si se les borrara la mente.
También es ejemplo de este efecto el que sufren algunas personas que se resisten a hablar en público u ocupar puestos de trabajo que representen trato con la gente.

Todos los seres humanos en mayor o menor medida hemos sufrido bloqueos mentales involuntarios, hemos dejado de hacer o decir lo que nos convenía porque nos falla la memoria o la voluntad. Pero lo interesante de esos bloqueos es que se les menciona en los libros de psicología como un problema, pero en lo personal creo que puede ser una virtud, si lo sabemos aprovechar en beneficio de nuestro desarrollo personal. Así como una puerta con candado sirve para impedir que entren en una habitación, pero tambíen para que salgan los que están dentro, de la misma manera el bloqueo mental que nos cierra a lo que nos sirve de manera involuntaria, puede servir para bloquear de forma voluntaria aquello que nos daña. Todo es cuestión de variar el enfoque y ocupar los mismos medios para liberarnos de los miedos que nos impiden crecer .

Por ejemplo, cuando una persona tiene que hablar en público por primera vez, se puede enfocar en el terror que le representa sentir las miradas del auditorio, en la dificultad de aprenderse de memoria el tema, en la responsabilidad de estar solo al frente y con todo esto la situación se le torna estresante, provocando un bloqueo mental. Pero si en lugar de enfocarse en lo negativo se centra en lo positivo, puede ver las ventajas. Por ejemplo, se puede visualizar a él mismo al término de la conferencia, cuando el auditorio le aplaude agradecido. Puede imaginarse disfrutando de la plática y los pensamientos de admiración del público ante su sapiencia. Esto representa bloquearse mentalmente, pero a lo negativo.

¿Es sencillo bloquearse mentalmente a lo negativo?

No, no es sencillo, pero tampoco es imposible. Así como cuando empezaste a caminar lo hiciste primero gateando y después tomado de la mano de un adulto, de igual manera cuando empiezas a usar el bloqueo mental de manera positiva tendrás que hacerlo como un proceso gradual.
Comienza con una situación más sencilla de aquella que te causa el bloqueo. Tomare el ejemplo de los estudiantes. Si se bloquea en los exámenes, puede usar una simulación, pidiéndole a un profesor o un compañero que le facilite un examen de cursos anteriores y a un amigo que haga las funciones de maestro, para que se enfrente al examen desde antes y se acostumbre a la presión.

A pesar de estar bloqueado, el cerebro suele recordar que es lo que le causa angustía y provoca el bloqueo, la simulación puede servir para identificar claramente estos bloqueadores: Hacer una lista de ellos para identificarlos sirve para generar estrategias individuales para cada bloqueador para a su vez bloquearlos.

Los bloqueos mentales se presentan gracias a pensamientos negativos que abarcan toda la actividad mental, impidiendo la adecuada reacción.

Conocí un vendedor que sufría bloqueo mental cuando se enfrentaba a una clienta atractiva y joven. Sus compañeros se burlaban de él y su patrón se molestaba. Mientras el cliente fuese de sexo masculino él se comportaba adecuadamente, pero no con mujeres guapas. Platicando con él, me confesó que por alguna razón que desconocía, se sentía menos antes estas mujeres y por ello lo manipulaban, se ponía nervioso y les otorgaba descuentos, además, sentía como las chicas descubrian su debilidad, se aprovechaban de ella y esta situación lo hacía sentir menos.

Me siento menos -me confesó- las veo tan guapas, con dinero y me siento menos, y por eso se aprovechan de mí.

En este caso, el bloqueador era la belleza de una mujer y por lo tanto debíamos bloquearlo. La estrategia fue la siguiente. Cualquier mujer, por muy bella que sea, debe tener un defecto, porque a final de cuentas es humana. Le sugerí a este vendedor dedicarle unos segundos a ubicar este defecto, tal vez un ojo más pequeño que el otro, asimetría en las orejas, arrugas en la cara, una combinación desagradable en la ropa o cualquier cosa que él considerara de mal gusto, feo o desagradable, y que se centrará en ello durante la negociación.

El era buen vendedor, pero debía bloquear lo que le causaba daño. Obviamente, no debía mencionarle el defecto a la persona (tal vez ni era defecto) pero si debía utilizarlo para quitarle fuerza a lo que lo bloqueaba.

La estrategia le funcionó, se sintió más liberado para negociar con mujeres, pues de la misma forma que su cerebro les daba un poder negociador mayúsculo gracias a su belleza, su mismo cerebro les restaba poder al enfocarse en los defectos.

Como te decía al principio, todos tenemos bloqueos mentales que nos impiden crecer y que nos cierran puertas. La solución está en pasarnos del otro lado de la puerta y cerrárselas a ellos.
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