lunes, 20 de julio de 2009

Contestadora automática

Alberto D. Quiroga V.
Parte de la despersonalización en las relaciones humanas está reflejada en el uso y abuso de las contestadoras automáticas. Como muchas otras herramientas, las contestadoras se crearon con el fin de facilitar el trabajo de los seres humanos, pero su mal uso acaba por entorpecerlo.

Son ya muchas las historias cómicas que se han escrito, parodiando los menús de estos equipos. La realidad, más que cómica, comienza a ser trágica porque si la comunicación es un proceso complicado cuando se hace directamente entre dos personas, cuando interviene una máquina el proceso puede convertirse en algo imposible.

Borrar el mensaje de un cliente molesto puede ser una tentación muy atractiva; eliminar la invitación de alguien que nos es antipático también. La contestadora nos da la posibilidad de evadir a quien no queremos. Pero, por otro lado, evadir puede ser complicado. Un cliente molesto que exige una garantía, no se quedará conforme con dejar un mensaje, por el contrario, intentará el contacto personal pero más molesto aun que antes de dejar su reclamación en la máquina grabadora. Las contestadoras facilitan la evasión, y la evasión facilita el crecimiento de los problemas.

Por otra parte, las grabadoras han sido un excelente medio para dejar constancia de un contacto. Recuerdo algunas películas de drama que buscaban crear ansiedad cuando la mujer amada llamaba justo después de que el hombre amado salía a comprar unos cigarros, para regresar a su apartamento a recoger rápidamente su maleta, tomar un taxi e irse para no volver. En esas situaciones, un recado en la contestadora cambiaría el curso de la película.

Para quien las utiliza adecuadamente y responde, la contestadora puede ser una aliada, pero...

¿Eres una contestadora automática?

Hoy me he encontrado pensando en si algunos seres humanos, influenciados por las contestadoras, se han grabado un menú que impide comunicarse con ellos. Algunas personas, a ejemplo de algunas compañías, han grabado en sí mismas un menú que dice cosas como estas:

Hola, si me vienes a contar problemas tuyos, no me interesa. Si quieres dinero, no tengo. Si es para una invitación a comer, acepto. Si quieres que yo te ayude, olvídalo, tengo bastante con lo mío.

Cuando los escucho, me dan la apariencia de máquinas que contestan automáticamente, sin pensar. Personas que escuchan halagos y los interpretan como agresiones, porque así se han programado. Los hay también quienes se sienten solos y contestan de tal manera que se aíslan cada día más. Están los egoistas, que no quieren escuchar de problemas a menos que sean lo que ellos tienen.

Están los que reciben amablemente el recado, escuchan y agradecen la confianza, pero después borran las peticiones de ayuda o consuelo, tal como si fuese una reclamación de garantía en una empresa con pésimo servicio. Otros, aceptan opiniones siempre y cuando coincidan con las propias.

Y la verdad es que nos vamos despersonalizando, estamos allí, contestamos, hablamos amablemente, pero nos volvemos fríos. No es posible establecer una comunicación con seres irrepetibles con contestaciones repetidas e irreflexivas.

He dejado de viajar en transporte público por cuestiones de trabajo, pero cuando lo puedo hacer, me gusta observar. Las personas hablan mucho, pero se comunican poco. Un caso evidente de esto, fue una ocasión en que dos chicas viajaban de pie, miraban a diferentes lados, de frente y las dos platicaban de su propio tema. Mientras una comentaba lo mucho que sufría en el trabajo, la otra no dejaba de platicar de su novio, sosteniendo una conversación como esta:

- Y si, me da mucho miedo que me vayan a correr, porque el supervisor me trae ganas...
- Pues así son los hombres, ya ves mi novio, como es de celoso y le digo que no ando con nadie...
- Si, nadie quiere hablar ya conmigo por lo mismo, porque tiene miedo de que también las agarren con ellos...
- Si mi novio me agarrara con otro, pues voy de acuerdo en sus celos, pero yo no le he dado motivos.
- Yo tampoco le doy motivos al viejo ese, pero se me hace que se esta yendo por otro lado...
- Pues a lo mejor mi novio se va por otro lado y me lo dice para destantearme...
- Pues a mi me destantea esto por tanto desempleo...

Y cada quien con su conversación y cada quien con su visión, contestando automáticamente.

Así que atención: Que las contestadoras, el correo, el chat y demás medios de comunicación no nos hagan olvidar que del otro lado está una persona única e irrepetible, porque contagiados ahora también lo olvidamos cuando tenemos a nuestro interlocutor en persona.
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