Alberto Domingo Quiroga .
La ciudad se paraliza,
las clases se suspenden,
las calles se vacían,
los comercios cierran…
El hombre,
antes orgulloso de sus logros,
por momentos se siente pequeño a pesar de
sus grandes edificios,
poderosas máquinas y
modernas computadoras.
La enfermedad desconocida lo sume en la incertidumbre.
Un maestro pequeñito,
diminuto,
microscópico,
le enseña al hombre la humildad,
que lo verdaderamente importante no está aquí,
en la Tierra,
que sólo estamos de paso y
que nuestros planes deben ir más allá de acumular bienes
en un mundo tan incierto que
hasta un pequeño virus lo puede tambalear.
.
viernes, 15 de mayo de 2009
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