miércoles, 13 de abril de 2011

Parangón político




En este país es muy común hablar mal de los políticos y de la gente que trabaja en el gobierno; el pueblo gusta de expresarse con enojo de muchas de sus prácticas.
Pero mientras nada más nos dediquemos a criticar viviremos lo mismo en cada elección y periodo: Promesas, ataques al competidor, deslealtades, evidencias de incompetencia, declaraciones inoportunas, peculados y muchas más barbaridades.

Quien se pueda dar un buen paseo por México notará que el ambiente político y electoral es un reflejo de nuestra sociedad.

¿Cómo nos atrevemos lo mexicanos a hablar mal de nuestros políticos si nosotros, como sociedad, tenemos los mismos vicios que criticamos?

Que ellos mienten...
...tal como miente el albañil, el plomero, el ingeniero, etc. que queda de reparar algo el lunes y se presenta -si es que lo hace- cínicamente hasta el jueves.

Que son faltistas...
...muchos con cualquier pretexto se reportan enfermos en sus trabajos y han matado cinco veces al abuelo para pedir el día.

Que no cumplen lo que prometen...
...también se les debe "rogar" a proveedores para que entreguen lo que ya está pagado.

Que roban...
...muchas empresas hacen de su contratación un robo disfrazado y muchos empleados ocupan el tiempo de su sueldo en cosas por las que no les pagan.

Que abusan de sus privilegios...
...analiza a "ejecutivos" de nivel medio para arriba y encontrarás en muchos de ellos ese mismo abuso.

Casi cualquier situación que les criticamos a los políticos tiene su parangón en algún punto de la sociedad.

Estoy de acuerdo en que critiquemos objetivamente a los políticos. Pero de la mano también debemos criticarnos como sociedad y como personas. Nuestros políticos no van a cambiar por gusto, lo van a hacer cuando los presione o se les sustituya por una sociedad que no se preste a avalar con la indiferencia o la complicidad. Por mucho que los maltratemos de palabra, mientras no tomemos acciones de mayor fondo, sin entrar en contubernio con ellos cuando nos "convenga" y no seamos mejores en lo que a nosotros corresponde, nuestros políticos seguirán siendo el fiel reflejo de nuestras malas prácticas.
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