miércoles, 27 de abril de 2011

El Interprete


Me platicaron de una forma un tanto humorística de un curso impartido en Estados Unidos a mexicanos. El instructor hablaba en inglés y le tocaba a un latinoamericano traducir al español. Lo chusco de ello es que mientras el instructor mostraba las partes de la máquina, decía unas diez frases y se emocionaba, el traductor lo resumía todo en una sola frase y no le ponía ninguna emoción al hacerlo. El curso resultó pésimo a causa de ello.

Aunque en nuestra anécdota la diferencia de idiomas era una barrera evidente, aun entre gente que hable un mismo idioma existen obstáculos de comunicación. Lo peor es en nosotros mismos cuando traducimos equivocadamente lo que escuchamos y observamos.

Si estamos deprimidos y vamos por la calle, un "Buenos días" puede ser traducido en nuestra mente como una burla y generar un resentimiento hacia quien solamente tuvo la intención de desearnos lo mejor en esa mañana.

Bien sabido es que la buena traducción no solo traslada palabras sino también emociones y sentidos. Un maestro en la universidad, torpemente, se la pasaba criticándonos por ser ingenieros industriales simplemente porque él era ingeniero químico. Un día llegó de buenas a la clase y nos dijo: Les voy a contar un chiste -hizo una pausa y agregó- No, mejor no, no está a su nivel.

El grupo no respondió a su provocación y el maestro volvió al ataque. -Bueno, está bien, se los voy a contar.

El chiste que nos contó en realidad no era malo pero tuvo en contra estar precedido de una burla. Al terminar todo el grupo permaneció en silencio y un compañero concluyó a nombre de todos: Tenía razón profesor, no está a nuestro nivel.

Nosotros interpretamos que estábamos por encima del nivel, el profesor por debajo. Cada quien se quedó con la interpretación deseada.

Recordando la vida de San Juan Bosco, cuando alojó a los primeros jóvenes en su escuela y éstos le robaron durante la noche, interpretó el hecho como una reacción natural de quienes no habían aprendido algo diferente a robar, lo que lo llevó a tomar con más fuerza su misión de educador. Jesús en la cruz nos sorprendió perdonando a quienes lo clavaban porque no sabían lo que hacían, interpretando que si supieran realmente que él era el hijo de Dios no lo hubieran tocado.

Los programas cómicos han hecho excelentes demostraciones de las confusiones que pueda causar una mala traducción. Las mismas acciones o palabras, interpretadas en un sentido u otro pueden llevarnos a extremos tan distantes como el amor o el odio, el perdón o el resentimiento. Siendo nuestros propios traductores, en mucho depende como interpretemos lo que vemos y escuchamos.
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