martes, 19 de abril de 2011

Lo que le falta a la frase




Uno de los juegos que me gusta jugar es acompletar frases. Entendiendo que cuando las frases son de los demás es un juego meramente especulativo y a veces hasta calumnioso, extender las oraciones para conformar una idea oculta puede ayudar a entender algo más de cómo actuamos los seres humanos. Hay frases que suenan bonitas y aceptables mientras están incompletas, pero una vez que se complementan toman un sentido diferente.

Como ejemplo visito a un deudor para cobrarle y me suelta la consabida frase: No tengo dinero...
Y yo acompleto en mi mente: "...para pagarte a ti."

Porque viendo que gasta en otras cosas deduzco que no es la falta de dinero lo que le detiene pagarme.

Son muchas las frases que acompleto en mi mente y a pesar de ser una adivinanza, me sirve para recordar que puede existir una enorme brecha entre el decir, pensar y hacer.

Pero para no ser injusto las más de las veces juego exclusivamente conmigo mismo y descubro como trato de engañarme. Con ello voy demoliendo mis trincheras de excusas y soltando lastres con este ejercicio de acompletar las frases.

Así que cuando me intento justificar con la mitad... busco el complemento.

-No he tenido tiempo de hacer tu proyecto... porque me he pasado perdiendo las horas en otras cosas.

-Aun no he contactado al cliente que me recomendaste... ya que ni siquiera he hecho el intento de llamarle.

-Te recomiendo que esperes a tomar esta decisión... porque ni siquiera he leído lo que me mandaste.

-Se extravió el documento que me entregaste... pues me valió un cacahuate desde el principio.

Detrás de nuestras excusas siempre hay puntos suspensivos. Nadie mejor que uno mismo para saber qué es lo que acompleta la frase.

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