Tuve la oportunidad de colaborar en la organización de una exposición de limpieza y mantenimiento industrial. Uno de los expositores me compartió una conversación que tuvo con una "clienta". La empresa en cuestión tenía un bote de plástico especial, como de unos 100 litros y con ruedas para moverlo. Quiero aclarar que en ese entonces aun no se popularizaban los botes de basura con rueditas, así que éste era una novedad. Sin embargo, no solamente por la facilidad de jalarlo no era un bote común, sino por la característica de que estaba hecho a prueba de sustancias peligrosas, soportaba ácidos y solventes y por ello su precio era muy superior a lo que podría costar uno similar en un supermercado.
La señora, que se había colado en una exposición especializada, mezclada entre gerentes y jefes de mantenimiento preguntó por el precio del bote de basura. "No es un bote de basura" se le aclaró "es un bote para el manejo de desechos tóxicos".
No me importa -contraatacó la clienta- me gusta que tenga ruedas porque yo no puedo cargar.
Sí señora, pero tampoco creo que lo pueda o quiera pagar, porque vale $2,000
Ah que viejo tan ratero -fue la respuesta- nomás porque tiene rueditas me lo quiere vender mucho más caro.
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A veces, cuando alguien me quiere tratar cómo no merezco o cuando alguien me dice que se siente como que no vale porque los demás no lo aprecian suelo recordar está historia. El bote de desechos tóxicos solamente puede ser apreciado en lo que vale por aquel que conoce -y reconoce- su potencial. Como bote de basura, el de nuestra historia, era muy caro, pero como un bote especial para manejar el riesgo, su precio era justo.
En la vida no falta quien nos quiera arrojar basura y por ello podemos sentirnos devaluados, pero ¿Qué acaso el bote de basura no vale mucho más que lo que contiene? Nosotros siempre seremos más valiosos que la basura que nos quieran aventar, además, la gran ventaja del ser humano es que tiene la capacidad de limpiarse, no es estático como el bote.
Y siempre estará nuestra libertad: El bote no puede decidir si recibe la basura de otros, pero nosotros sí.
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