martes, 27 de julio de 2010

Medicina EG (Echale Ganas)



Un consejo engañoso y común es el multicitado "Échale ganas". Se da en aparente actitud de ayuda pero muchas veces acaba en un simple formulismo o descargo de conciencia.

Te está yendo mal en un negocio, con tu salud o emocionalmente y llega alguien, te da un golpecito en la espalda y te dice, tal vez con la mejor de las intenciones: No te dejes, échale ganas.

En la vida no todo es esforzarse, si el esfuerzo no está bien encaminado trabajar más puede perjudicar en lugar de ayudar.

La conquista del Polo Sur es un buen ejemplo de esto. El noruego Amundsen y el inglés Scott compitieron por llegar primero, pero aun cuando el segundo fue quien le echo más ganas, fue el primero quien ganó la carrera por un mes de diferencia.

Scott fue un ejemplo de perseverancia. En su diario nos dejó constancia de lo que pasaron él y sus compañeros antes de morir en la Antártida. Se enfrentaron al frio, a la muerte de sus caballos y perros y ni eso los alejó del objetivo de llegar al polo, al grado tal de jalar por ellos mismos los trineos. Aun cuando fueron perdiendo los medios y las fuerzas, le siguieron echando ganas...

Pero murieron en la nieve durante el regreso.

Curiosamente, las últimas palabras de su diario fueron dedicadas a su familia, para ellos fueron sus últimos pensamientos. La conquista del polo perdió peso y al final quedó lo más importante. Sirvió de poco echarle ganas a una carrera que estaba perdida.

Por eso comento que es engañoso el tratar de animar dando ánimos. El apóstol Santiago, en su carta, comenta esta actitud de simplemente motivar con la voz.

Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, y ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin darles lo necesario para el cuerpo; ¿de qué les sirve eso? (St 2,15-16)

Creo que tú como yo hemos pasado por momentos difíciles en los que no sabemos qué hacer, o si sí sabemos, no tenemos los medios. Cuando en esos lapsos alguien nos da la consabida palmada en la espalda y nos dice "échale ganas" nos hacen sentir que no nos estamos esforzando lo suficiente o que no nos preocupa ya resolver el problema.

En la vida hay dos grandes motivadores: El deseo de ganar y el temor de perder. Quien está ante un problema grave generalmente está consciente de lo que puede perder y de lo que desearía ganar, el problema es ¿Cómo evitar perder y cómo lograr ganar? En principio la motivación allí está pero le hace falta cauce en la mayoría de los casos.

Entonces es la falta de medios lo que desmotiva.

Alguien está ante la quiebra de su negocio. Se esfuerza en levantarlo pero ni así puede encontrar la salida. Pierde dinero, tiempo y se desgasta tratando de vender un producto desplazado o intentando colocar un servicio que no tiene demanda. Para ayudar a un amigo que estuviera en una situación así se requiere de un proceso de análisis y consultoría. Se le puede sugerir hacer un alto, reestructurar la empresa y dejar de invertirle a actividades que no reditúan y proponerle unas que sí lo hagan, lo cual aparentemente puede complicar la situación en el corto plazo pero componerla en el mediano. Claro que para esto se requiere un esfuerzo mucho mayor que una palmadita en la espalda y una frase de cajón.

Ante problemas emocionales sucede lo mismo. Quien sufre estados depresivos tiene muy claro que debe hacer "algo" pero no sabe qué. Todavía, en momentos de calma, busca respuestas que van más allá de simplemente echarle ganas. Incapaces de controlar sus emociones, de interpretar adecuadamente el pasado ni de visualizar el futuro, se sumen más y más en una situación de la cual una palmadita en la espalda puede ayudar a hundirlos más.

Es precisamente porque la gente le ha echado ganas y a pesar de ello no resuelve sus problemas, que suele deprimirse. Si esa medicina "EG" no ha funcionado sugerirla no ayuda y sí deprime. YO, dentro de mis limitaciones, sí le estoy echando ganas, pero me sirve de muy poco -dice quien está en problemas.

Por el contrario, si estando un amigo sumido en una dificultad nos colocamos a su lado y le decimos: Sé que tienes problemas ¿Cómo puedo ayudarte? podemos generar la suficiente sinergia para ayudar a corregir la situación.

Claro que esta actitud encierra compromiso. Se nos puede pedir tiempo o recursos que no son sencillos de dar. Sin embargo, no hay forma de ayudar a menos que renunciemos a algo propio.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario