jueves, 8 de julio de 2010

Todo lo que yo no tuve

Cuántas veces has escuchado a un padre o a una madre decir de su hijo: Quiero darle todo lo que yo no tuve.

¿Puedes enumerar todo lo que no tuviste? Hablando exclusivamente en el plano material, estoy seguro que a ti y a mí nos faltaron muchas cosas, ante lo que tendríamos que analizar qué tanto nos hicieron falta en realidad, qué tanto esa escasez nos afectó al grado que tengamos que darle a nuestros hijos lo que nosotros no tuvimos.

Thomas Alva Edison, a los 14 años tenía que vender periódicos en un tren en marcha y aprovechaba los recorridos para estudiar y hacer experimentos ¿Cuánto de lo que le faltó ayudó a estimular su creatividad? ¿Qué fue lo que si tuvo? Careció de muchas cosas materiales, pero algo fundamental en su incipiente carrera de inventor lo fueron el apoyo y la fe de una madre que creía en él.

Una carencia infantil se puede quedar grabada de manera peligrosa. Limitados, como somos todos nosotros, tenemos enfoques estrechos y pensar en darle a un hijo todo lo que no tuvo su padre abre la posibilidad de que no le den lo que SI tuvieron sus progenitores y mayor riesgo aun, se puede privarlos de lo que realmente necesitan. Revisemos la historia ¿Por qué padres exitosos tienen por lo general hijos que no lo son?

A veces nuestro cerebro arma una idea con base en una imagen no a partir de lo que tiene sino a partir de lo que le falta, como en las ilusiones opticas. Una de las más famosas es aquella en la que se pueden ver dos cabezas frente a frente o un candelero, según se decida qué es sombra o luz y qué es sólido. Pero no se pueden ver ambas cosas al mismo tiempo.

Algunas personas, con poca capacidad visual, ante algunas ilusiones ópticas sólo pueden apreciar una parte de la ilusión y no su totalidad. De igual manera, algunos padres quedaron tan marcados por algunas carencias o ausencias en su vida, que se enfocan en demasía por brindarselas a sus hijos, aun cuando para ellos esto no resulte necesariamente benéfico.

-Yo no pude estudiar, pero mi hijo se será arquitecto.
¿Realmente tu hijo quiere ser arquitecto? ¿Es esa su vocación? ¿Le gusta?

-Mi mamá nunca me dejaba ir a fiestas, yo a mi hija siempre le voy a dar permiso y la confianza.
¿Esas reuniones a las que asiste tu hija son buenas para ella, le ayudan? ¿No estas confundiendo confianza con laxitud?

-A mi me molestaba mucho que me levantaran temprano los fines de semana, yo a mis hijos los dejo acostados hasta que los escupe la cama.
¿Has notado que tus hijos llegan al lunes con la insatisfacción de no haber aprovechado el fin de semana?



Los padres no podemos ser como el péndulo, oscilantes entre extremos del yo no tuve y tu sí tendrás.

Considero que los padres, dentro de nuestras posibilidades, debemos buscar brindarles a nuestros hijos en primera instancia lo necesario, tanto en el plano material, como en lo referente a hábitos y valores, independientemente de si nosotros los tuvimos o carecimos de ello. Pero compensar en ellos nuestras frustraciones es hacerles tragar un antídoto para un padecimiento que ellos tal vez no tienen y a la vez puede privarlos de lo que realmente necesitan.
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