martes, 26 de enero de 2010

Gula

Alberto Quiroga Venegas

Hablar de gula es hablar de uno de los pecados capitales. Entendida como la tendencia desordenada a abusar de los alimentos y las bebidas, no es para nada mencionada en los medios de comunicación. Ni lo mande Dios, los podrían tachar de mochos y mojigatos.

Lo que si se menciona y ocupó gran parte de las noticias presidenciales del dia de ayer, fue el alto índice de obesidad que padecemos los mexicanos y que nos lleva a ocupar el primer lugar mundial en niños de 5 a 11 años. Descontando los problemas de obesidad provocados por otras enfermedades o padecimientos, me centraré en aquellos que son directamente causados por exceso de comida.

Más vale gordo que dé risa que flaco que cause lástima- Se justificarán algunos.
Es la curva de la felicidad - Dirán otros
Son músculos en reposo o reservas para el futuro -Bromearán.

Pero lo que no es broma es el grave riesgo de colapsar la ya de por si endeble estructura de salud pública que será incapaz de atender todos los problemas derivados del sobrepeso.

Se habla mucho de corregir los problemas de obesidad de la sociedad, pero es ella misma en parte quien promueve la gula, porque conviene al consumismo, que es a su vez una de las formas más tremendas de esclavitud. La realidad es que muchos tienen en sus manos los medios para alimentarse bien pero no pueden hacerlo porque sus hábitos son mucho más fuertes.

Son muchos los argumentos que nos podrian invitar a comer sanamente, pero la gula es un enemigo silencioso y oculto que no se menciona en este problema.

La realidad es que mucha gente come en exceso para provocarse un placer desordenado y es incapaz de poner un alto porque no hay quien le invite a ello. Los niños, quienes actualmente más están sufriendo por este problema, están expuestos permanentemente a mensajes que los invitan a comer sin orden. Y esto no es solamente en la publicidad, que se burla diciéndonos "A que no puedes comer sólo una". No, también están los programas que manejan un ataque más sutil y por lo tanto más dañino.

"Mataría por una hamburguesa chorreante de grasa" dice el protagonista de un programa y se escuchan de fondo las risas grabadas. Es decir, un pedazo de carne con pan vale el convertirse en asesino. Escenas en las que niños cambian su parecer ante la vista de un alimento son comunes. También abundan los concursos para ver quien come mas hotdogs, pizzas o donas en un minuto, que muestran caras de humanos embarradas de alimentos.

Aliméntate sanamente, dice el consejo. Traga como animal, responden esos concursos.

Los lemas publicitarios piden, como el de una conocida paleta de chocolate, caer en la Tentación. Los restaurantes, tiendas departamentales y cooperativas escolares difícilmente dejarán de vender esos alimentos que engordan pero que son ampliamente buscados. Así se estará librando la batalla para atacar este problema. Saldrán campañas con lemas que intentarán ser pegajosos, pero se seguirá prefiriendo lo pegajoso del cuerito del pollo rostizado. Los niños continuarán comiendo desordenadamente porque no hay quien les explique de viva voz y con su ejemplo que el comer por comer es malo.

Y casi nadie hablará de valores, como la Templanza, ni de pecados, como la Gula. No, ni lo mande Dios, podrían tacharlos de mochos y mojigatos.
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