lunes, 25 de enero de 2010

¡Sóbate!

Alberto Quiroga Venegas.

Julio salió de paseo con sus amigos, estaban jugando fútbol cuando aparentemente sin razón, cayó al suelo y se llevó las manos al tobillo. Nadie creyó que se había lastimado y no le hicieron caso. A sus quejas, respondieron con burlas y Julio siguió caminando y fingiendo que no le había pasado nada.

Ya en la noche, el dolor era insoportable y su familia lo llevó al doctor de urgencia, quien le confirmó que el tobillo estaba fracturado. Cuando sus amigos lo vieron, a la par de disculpas le dieron explicaciones: No pensamos que fuera cierto. No lo creíamos. No fue en mala onda.

La realidad es que quienes lo rodeaban cuando se fracturó dudaban porque no lo habían visto sufrir el accidente. El mismo Julio dudaba de que le hubiera pasado algo grave pues solamente había resbalado y caído en un pequeño hoyo. El doctor explicó que entre el pasto mojado, tenis con suela lisa, el peso propio de Julio y la adecuada combinación de fuerzas haciendo palanca, la fractura estaba hecha.

A veces nos cuesta trabajo darnos la oportunidad de fallar. No es la primera vez que sé de alguien que desprecia el dolor como señal de alerta y lo interpreta como debilidad. En el caso de Julio, pesó más el no querer pasar como débil y la realidad es que se dañó más el tobillo. La "hombrada" de seguir con el tobillo roto hubiese sido justificada en un caso de urgencia o de peligro, pero no en el caso de un simple juego de fútbol.

Muchos varones y algunas mujeres, fieles a una imagen impuesta, no se dan la oportunidad de sentirse débiles y su aparente fortaleza los lleva a situaciones equivocadas. Personas que pierden el camino, tomando decisiones equivocadas, se resisten a aceptar el error y se hunden más en él.

Recuerdo que era muy frecuente el sufrir golpes o caídas durante los juegos propios de adolescentes y jóvenes. Cuando esto pasaba y alguien daba con todo su peso en el suelo, el grito de burla ¡Sóbate! se escuchaba y hacia que el afectado simulara que no le dolía. Ahora, al paso de los años, me pregunto cuántos de nosotros quedamos dañados de las rodillas, caderas, hombros o algo más por no sobarnos y ahora el tiempo nos está cobrando la deuda de no atendernos adecuadamente.

Y cuantos más, del dolor físico pasamos a otros dolores y nos aferramos a situaciones que nos dañan sin sobarnos y sin tratar de cambiarlas, solamente para dar la idea de ser muy machos o muy machas.

Sobarnos es reconocer el dolor. Reconocer el dolor es aceptar que algo nos daña y que debe ser atendido. Si algo te duele, ¡Sóbate! Y si ves que alguien se soba, averigua antes de pensar que solamente está fingiendo. .

No hay comentarios:

Publicar un comentario