Hola amigo:
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Hemos pasado mucho tiempo juntos y creo que has llegado a conocerme y que he llegado a conocerte y por eso me animo a decirte que a veces no te entiendo.
Dices creer en Dios, aceptas gustoso invitaciones a bautizos, bodas y primeras comuniones y tienes tu rosario colgando del espejo retrovisor de tu auto pero tus actitudes a veces me causan desconcierto.
Te gusta ir a la iglesia, pero sólo cuando hay fiesta después, llegas tarde y te mezclas entre los invitados. Fuera de ello, dices muy orgulloso que vas a misa cuando te nace y aquí te quiero hacer la primera pregunta: ¿Por qué vas a trabajar aunque no te nace? Tú me has dicho que odias los lunes así que no entiendo porque no dices: Hoy no voy a trabajar porque no me nace.
Claro, me pones el pretexto de que la misa es aburrida, de que siempre es lo mismo, pero sigues viendo los partidos de la selección mexicana y tiene años perdiendo, lo que no impide que hagas de cada partido todo un ritual, te prepares con tu playera, botanas, apagues el celular y ¡Que nadie te moleste!.
Creo que si prepararas la asistencia a misa de la misma manera las cosas serian diferentes. Si pusieras atención a las lecturas y a la homilía (el mensaje del sacerdote) te darías cuenta que cada misa es diferente y que todas traen un mensaje.
Hace unos días te molestaste porque se te acercó Julián después de muchos años a pedirte dinero: "Quesque su hijo está mal" repetiste en tono de burla y agregaste que como no iba a estar mal el niño si siempre Julián ha sido de lo peor. Tiene años sin buscarme- agregaste- y ahora que lo hace es para pedirme dinero.
¿Cuantos años tienes sin buscar a Dios sin interés? Te acuerdas de él cuando te quedas sin trabajo, cuando hay amenaza de recortes, cuando tus hijos se enferman pero ¿y después?
Recuerdo un día que criticaste al padre de tu parroquia porque se había comprado un auto del año. Te pregunte que si era de lujo y me respondiste que no, pero a pesar de ello te ensañaste y lograste coro con los que nos acompañaban censurando los gastos. En otras ocasiones tu mismo has dicho que si odias a alguien debes regalarle un carro usado, porque sale más caro el mantenimiento y que en estos tiempos de baja inflación sale mucho mejor comprar un auto nuevo. Pero a pesar de ello te ensañaste.
¿Por que no te ensañas igual con el dueño de tu empresa, si sabes que su fortuna se la ha ganado defraudando al fisco y robándose el pago de las horas extras? ¿Será acaso que si lo criticas te cerrarás las puertas a un ascenso o a un aumento?
En alguna ocasión te preguntaron ¿Eres católico? Y respondiste: Bueno, lo que se dice católico... pues voy a misa cuando me nace y yo creo a mi manera. Y me pregunto por qué no respondiste simplemente que si.
Otras veces te han preguntado que si eres ingeniero y respondes rápidamente que si, pero yo se que tienes años haciendo trabajo de oficina, que el cálculo diferencial e integral se ha borrado de tu memoria y que tienes pavor de enfrentarte a un proyecto porque sabes que estás desactualizado. Pero ya me imagino escuchándote: Bueno, lo que se dice ingeniero, no soy, tengo el título pero ya no se nada y sumo dos más dos a mi manera...
Seguramente a estas alturas de la carta te estarás preguntando por que pierdo mi tiempo y te critico pero aprovecho para aclararte que mi intención no es ofenderte sino invitarte a la reflexión.
En algunas ocasiones la vida te ha tambaleado y te has acercado a Dios y has sentido esa tranquilidad y esa paz, pero la costumbre te lleva, una vez olvidado el problema, a la vida sosa que en cuestión de espíritu llevas casi siempre. Tienes ya varios años de bonanza, sin problemas, en los que tu familia y tus hijos han gozado de salud, de seguridad y Dios cada vez está más lejano de ti porque así tú lo quieres. El que cree a medias por lo general está más cerca del mal que del bien. Como te decía, parece que tienes a Dios en un botiquín, recurres a él en el dolor pero llevas tanto tiempo sin dolor que corres el peligro de deshacerte del botiquín por considerarlo inservible.
Amigo, se más comprometido, más entregado. Cuando juegas fútbol te preocupan tus zapatos, tu uniforme, estás al pendiente de los horarios y de los calendarios, entrenas, te cuidas y compras suplementos alimenticios para mantenerte en forma. No dejaste de jugar fútbol por el problema de los cachirules, ni por los fracasos en los mundiales ni porque Maradona haya sido un drogadicto. De igual manera te pediría que le pongas el mismo empeño a los ejercicios del alma, que te prepares, practiques y que no te alejes de Dios con el pretexto de los errores de algunos malos sacerdotes o fieles.
Y me dirás: ¿Qué tiene de malo el fútbol? ¿Qué tiene que ver con Dios? Y te diré que es sólo un ejemplo para la conclusión.
Y aquí viene lo interesante. No se trata de que no seas malo, se trata de que seas bueno. Alejado de Dios, sin hacer el mal, es como si estuvieras en medio del mar flotando sobre una tabla. Mientras no te falte ésta te sentirás a gusto, pero cualquier giro de la vida te puede zarandear y son muchos los que arrepentidos por su alejamiento de Dios cometen el error de sentirse olvidados, caen en la desesperanza y acaban por perderse.
Te decía que mucha gente parece tener a Dios como en un botiquín, pero tú y yo como ingenieros sabemos que la gran mayoría de la gente, en una emergencia no recuerda ni siquiera en donde lo tiene y menos como usarlo. No me gustaría que en un caso de urgencia no supieras como encontrar a Dios, prefiero que lo tengas cerca todo el tiempo.
Con afecto.
Alberto Domingo
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