miércoles, 21 de enero de 2009

Despertando al león

Alberto D. Quiroga V.

Nos comentaba un maestro de Planeación estratégica, que si no teníamos la seguridad de correr más rápido que el león, lo mejor era no despertarlo.

A diario hay personas que despiertan al león, tan solo para que éste las devore. Por ejemplo, a diario fracasan negocios porque su planeación dejó de lado factores que eran de alto riesgo para el buen éxito, y que por un exceso de optimismo o de ceguera no fueron contemplados.

Si bien los libros de motivación nos dicen que solo fracasa aquel que se atreve, a veces se nos olvida que solo triunfa aquel que logra conjuntar las piezas, y que si bien la casualidad a veces ayuda, en la mayoría de los casos dejar las cosas al azar o al destino puede ser demasiado riesgoso.

En todo proyecto debemos identificar al león, y evaluarlo de tal manera que sepamos por lo menos a que velocidad debemos de correr, y por qué no, tener la precaución de tener un árbol cerca por si las piernas no nos dan y necesitamos un refugio.

¿Cuándo despierto al león?

- Cuando emprendo un negocio sin el suficiente capital o conocimiento.
- Cuando provoco a mi competencia con una promoción que no puedo sostener, o que mi competidor supera, aprovechando mi inercia en su favor.
- Cuando confío en demasía en información no verificada, o tomo como válidos datos inciertos.
- Cuando no soy lo suficientemente humilde para esperar antes de atacar a un cliente que tiene mucho más poder negociador que yo, y que me abruma con pedidos que no puedo surtir.
- Cuando minimizo de palabra mis defectos, en lugar de superarlos.
- Cuando mi orgullo y vanidad me lanzan a donde mi sensatez me dice que no debo ir.

Es muy satisfactorio vencer al león. Es muy gratificante superarse y prepararse para ganar y convencer, pero de no ser que no haya otra alternativa, no lo despiertes, a menos que estés seguro de vencerlo.

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