Alberto D. Quiroga V.
Nos comentaba un maestro de Planeación estratégica, que si no teníamos la seguridad de correr más rápido que el león, lo mejor era no despertarlo.
A diario hay personas que despiertan al león, tan solo para que éste las devore. Por ejemplo, a diario fracasan negocios porque su planeación dejó de lado factores que eran de alto riesgo para el buen éxito, y que por un exceso de optimismo o de ceguera no fueron contemplados.
Si bien los libros de motivación nos dicen que solo fracasa aquel que se atreve, a veces se nos olvida que solo triunfa aquel que logra conjuntar las piezas, y que si bien la casualidad a veces ayuda, en la mayoría de los casos dejar las cosas al azar o al destino puede ser demasiado riesgoso.
En todo proyecto debemos identificar al león, y evaluarlo de tal manera que sepamos por lo menos a que velocidad debemos de correr, y por qué no, tener la precaución de tener un árbol cerca por si las piernas no nos dan y necesitamos un refugio.
¿Cuándo despierto al león?
- Cuando emprendo un negocio sin el suficiente capital o conocimiento.
- Cuando provoco a mi competencia con una promoción que no puedo sostener, o que mi competidor supera, aprovechando mi inercia en su favor.
- Cuando confío en demasía en información no verificada, o tomo como válidos datos inciertos.
- Cuando no soy lo suficientemente humilde para esperar antes de atacar a un cliente que tiene mucho más poder negociador que yo, y que me abruma con pedidos que no puedo surtir.
- Cuando minimizo de palabra mis defectos, en lugar de superarlos.
- Cuando mi orgullo y vanidad me lanzan a donde mi sensatez me dice que no debo ir.
Es muy satisfactorio vencer al león. Es muy gratificante superarse y prepararse para ganar y convencer, pero de no ser que no haya otra alternativa, no lo despiertes, a menos que estés seguro de vencerlo.
miércoles, 21 de enero de 2009
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