Alberto D. Quiroga V.
Pasando por los nombres de curiosidad, chisme o el muy nahuatl de mitote, la costumbre de perder el tiempo en lo que no es provechoso sigue estando muy arraigada en nosotros.
Tengo ya algun tiempo pensando si no sería muy ocioso realizar un estudio para saber cuanto tiempo perdemos en cosas que no nos importan, y cuanto tiene de costo oculto la costumbre de meternos donde no nos llaman.
Por ejemplo: Yo vivo en la salida a Queretaro, en las orillas de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Todos los días me enfrento a un tránsito de vehículos realmente pesado, pero hay diás en que lo pesado se vuelve insoportable, y lo que se recorre en 30 minutos se acaba recorriendo en 50 o 60.
¿La causa? Tal vez un choque ligero entre dos automóviles. Pero lo comentable de esto es que es muy probable que los dos automoviles involucrados en el choque esten sobre el acotamiento, y en teoría no obstruyen el paso. Pero la necesidad o el morbo de enterarse que paso hace que los automovilistas disminuyan la velocidad, (tanto en el primero, como en el segundo o tercer carril) y algunos hacen alto total con tal de enterarse si hubo muertos o heridos, o simplemente ver que pasa.
Sumando el tiempo que perdemos todos. ¿Cuantas horas hombre se perderan por un simple alcance entre dos autos?. No lo sabemos con seguridad, pero sin duda es mucho.
Lo curioso del caso, es que los que estamos haciendo fila para pasar, nos desesperamos, pero cuando llegamos al lugar del suceso, contribuimos con unos segundos a lo que minutos antes criticabamos. Aquí, a la cultura del chisme se une la cultura del egoísmo.
Cuantas veces una ambulancia no ha podido llegar a tiempo, porque decenas o centenas de chismosos bloquean los accesos, y no solo no ayudan sino que entorpecen. ¿Podremos calcular las muertes por estas causas? ¿Podremos ponerle precio a una vida humana?
Eso es en la calle. ¿Qué pasa en las empresas?
En los negocios y oficinas se pierde mucho tiempo hablando de cosas que "pudiesen ser", pero que nadie sabe. Que si va a haber recorte de personal, que si Fulanito se está robando información, que si Perenganita y Zutanito andan...
Y cosas por el estilo. Nuevamente resulta imposible saber el costo de esta tendencia, y sus repercusiones.
No sabemos cuanto cuesta a una persona recuperar su autoestima después de verse involucrada en un chisme, o cuantos ascensos se han visto bloqueados por rumores, o cuanta gente ha caido en la depresión por informaciones que no eran ciertas, pero que tuvieron el tino de afectarle.
Son solo dos campos en los cuales nos damos cuenta que nuestros viejos tenían razón cuando nos enseñaron que mucho ayuda el que no estorba.
Es decir, si lo que estamos haciendo no es benéfico para nadie, es mejor no hacerlo.
O mejor aun, que todo lo que hagamos tenga una utilidad, y no un perjuicio.
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HOLA ALBERTO ME DA MUCHO GUSTO ENCONTRARTE AQUI PUES TUS COMENTARIOS SON ACERTADOS Y AYUDAS A REFLEXIONAR BUENO POR LO MENOS AMI ME HAN AYUDADO
ResponderEliminarTE FELICITO Y TE ENVIO UN SALUDO CON AFECTO
MONICA SILVA (EX COMPAÑERA DE TRABAJO DE LUIS PRECIADO)