lunes, 8 de agosto de 2011

El pez que murio de sed


No se sabe con seguridad de donde le vino la idea, pero el caso fue que al pececito rojo de la pecera se le ocurrió que no debía beber agua. Uno de los peces más sabios supuso que fue después de que el doctor, dueño de la pecera, dejó abierta una revista sobre vinos a un costado del cristal y desde donde se podía leer que la gente fina solamente vivía de tomar champaña. Si bien siempre se creyó más que los demás, un día notaron que sin decir nada dejó de tomar agua y se comenzó a poner irritante, se portaba aun más soberbio con los demás peces y se burlaba de ellos por conformarse con simple agua simple.

El pececito rojo no aguantó mucho, una mañana amaneció panza arriba flotando en la pecera.
Dicen que los peces solamente tienen memoria de corto plazo y el pececito fue olvidado en la pecera. Gracias a las letras podrá ser recordado por algunos a manera de advertencia para no morir de sed en medio de agua.

Planteado de otra forma, hay personas quejandose por años de no encontrar trabajo pero sin moverse un poco para tratar de encontrarlo. Muchos se quejan de soledad al tiempo que son tan soberbios y agresivos para que alguien desee estar junto a ellos. Son muchos los que buscan la champaña fuera de casa (que es efímera y convenenciera) y desprecian el agua del hogar con el argumento de ser simple.

Están los que reniegan de sus talentos porque anhelan los de los demás, los que se quejan de su cuerpo a pesar de estar sanos, repelan de sus padres, hijos o pareja; de su empleo a pesar de tenerlo en tiempos de crisis, siempre pensando en que la vida fuera de la pecera es mejor. A ellos la vida se les hace insoportable: No disfrutan lo que tienen porque es imposible obtener lo que no tienen.

Al final, un día amanecen panza arriba flotando en la pecera.
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