Se dice sarcásticamente que los libros de autoayuda solamente le sirven a quien los escribe. Entrar en una discusión de si funcionan o no cae en un plano muy subjetivo y relativo, tal como dicen de aquellos productos milagros, los resultados pueden variar de persona a persona.
Lo que no es para nada subjetivo es que muchos que han escrito libros de este tema se han visto muy beneficiados económicamente y llegan a sacar uno nuevo con una frecuencia que nos indica que o se la pasan escribiendo o alguien más los escribe para ellos. También están los que no pasaron de su obra prima y desaparecen.
Por eso no me agrada el simplismo de decir que los libros de autoayuda solamente le ayudan a quien los escribe. Sin embargo, quiero tomar esa afirmación como válida para compartir con ustedes algo que nos puede servir a todos. Vamos escribiendo cada quien nuestro propio libro de autoayuda para que en principio nos ayude a nosotros mismos.
Escribir es una actividad que activa muchas funciones del cerebro: Al escribir tenemos que traducir las ideas en palabras y éstas en caracteres. Si lo hacemos a mano debemos acomodar las ideas en párrafos y los párrafos en la hoja, activando funciones espaciales y mecánicas. Como se piensa más rápido de lo que se escribe, este desfase permite reflexionar sobre nuestras ideas. Quedando las cosas por escrito, nos sorprendemos de lo que escribimos y pensamos, algo que no sucede cuando simplemente nos quedamos cavilando y borramos lo que nos disgusta de nuestra mente.
Releer nos puede permitir ver que lo que considerábamos el fin del mundo en realidad fue un problema sin importancia, nos descubre errores y aciertos y nos permite ser más asertivos, porque no es lo mismo pensar "Ojalá te mueras" que verlo escrito y entender la dimensión de lo que estamos pensando.
Si nos decidimos a escribir ese libro de autoayuda, en el podemos poner todos esos consejos que les damos a los demás y que no nos funcionan a nosotros mismos. Tal vez viéndolos escritos pensamos que son de otra gente, les damos credibilidad y los ponemos en práctica. También podemos anotar todo aquello que escuchamos y nos influye, para que así no se difumine en el tiempo. Nuestro libro de autoayuda podrá incluir ¿Por qué no? todos esos triunfos y privilegios que tenemos y que cuando nos caemos se nos llegan a olvidar. Con todo esto, no será difícil que una vez escrito te sorprendas a ti mismo con ideas maravillosas que en las crisis se te esconden.
Así que se le queda de tarea a quien la quiera: Vamos a escribir un libro de autoayuda.
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