Alberto Domingo Quiroga Venegas
Hay un relato en los evangelios que me habla mucho de la amistad. Quisiera compartirlo completo para no quitar ni agregar nada y después comentarte algunas consideraciones.
Curación de un paralítico
Mc 2, 1-12
Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa.
Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico.
Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados".
Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior:
"¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?"
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando?
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate, toma tu camilla y camina"?
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados —dijo al paralítico— yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual".
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Me gusta este relato porque habla de la amistad. No se especifica si el paralítico tenía fe, pero al decir “al ver la fe de esos hombres” es seguro que los que lo llevaban si la tenian.
Jugando un poco, quisiera pensar por un momento que el paralítico no tenía fe pero sus amigos lo fueron a buscar a su casa y le dijeron: Amigo, está en la ciudad quien te puede curar.
El paralítico, después de años en cama, les dice que eso no es posible, que ya los médicos lo intentaron todo y ha sido inútil. Pero a los amigos no les importa, lo suben a una camilla y durante el camino lo van animando. Cuando llegan a la casa donde estaba Jesús, ven lleno pero aun así no se detienen.
Te trajimos aquí –le dijeron- y ahora no nos vamos hasta que te atienda.
Y allí, a un costado de la multitud que les impide el paso, planean como acercarlo a Jesús.
-¿Y si nos metemos a empujones?
-No, traemos la camilla y lo pueden tirar.
-¿Y si esperamos a que salga?
-No sabemos cuanto tarde y se puede desanimar nuestro amigo.
Entonces se les ocurre entrar por la casa de al lado, subir a la azotea y llegar por arriba.
Mientras tanto el paralítico les dice: Ya ven, no hubieramos venido, tanto problema y para nada.
Pero aun así los amigos no ceden.
Efectuan el plan, consiguen el permiso de la casa de al lado, suben a la azotea, se brincan a la casa donde está Jesús.
¿Dónde conseguimos las cuerdas? -Pídelas prestadas al de la tienda aquella.
¿Nos soportará el techo? -Lo sabremos hasta que subamos
¿Tienes dinero para pagar las tejas? -Ya empeñaremos algo.
Y comienzan a quitar las tejas. El dueño de la casa les grita que no, pero ya después pagarán ellos, lo importante es acercar al amigo a Jesús.
Hecho el agujero lo bajan.
En este momento, el paralítico, aunque fue más obligado por los amigos que por convicción, se ha contagiado de la fe de estos y al ver a Jesús se pone en sus manos.
Y Jesús no lo cura de su parálisis, se limita a sanarlo de su alma. Pero esto no desanima al paralítico, al contrario. El iba por la salud del cuerpo y ha encontrado algo mucho mejor, la salud del alma.
Allí no termina el proceso. Jesús sale al paso de las murmuraciones y lo sana también del cuerpo.
Termina la historia cuando el paralítico sanado toma su camilla y se marcha.
Y los amigos ya no son mencionados.
Otra versión de la historia pudiera ser que el paralítico tuviese fe y que él sea quien motive a los amigos a llevarlo y lo haga de tal manera que les transmita la fe. Pudiera ser que ellos asistan más por amistad, pero acaban siendo contagiados del sentimiento y por ello dice claramente “Viendo la fe de aquellos hombres”
Definitivamente no entra aquí el que aquellos cargadores hayan sido pagados porque la fe no se puede comprar.
Esto es lo bello de la historia. Cinco hombres que comparten la fe y que se ven motivados en buscar el bien de uno sólo. Solidaridad, amor, comprensión y fortaleza son los ingredientes que los llevan frente a Jesús.
Y cuando el paralítico se ve sanado los amigos desaparecen porque de momento ya no son necesarios. Pero allí están.
Una frase dice que los amigos deben ser como la sangre, que acude a la herida sin necesidad de ser llamada. Pero mientras no hay heridas la sangre cumple su labor de manera callada y oculta.
Dios quiera que tengamos la sabiduría y oportunidad de rodearnos de amigos así, que cuando estemos paralíticos nos lleven frente a Jesús, transmitiendonos y compartiendonos su fe.
Y por nuestra parte tratar de ser ese tipo de amigos que sortean problemas para ayudar y que están cuando se les necesita.
Hay un relato en los evangelios que me habla mucho de la amistad. Quisiera compartirlo completo para no quitar ni agregar nada y después comentarte algunas consideraciones.
Curación de un paralítico
Mc 2, 1-12
Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa.
Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico.
Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados".
Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior:
"¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?"
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando?
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate, toma tu camilla y camina"?
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados —dijo al paralítico— yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual".
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Me gusta este relato porque habla de la amistad. No se especifica si el paralítico tenía fe, pero al decir “al ver la fe de esos hombres” es seguro que los que lo llevaban si la tenian.
Jugando un poco, quisiera pensar por un momento que el paralítico no tenía fe pero sus amigos lo fueron a buscar a su casa y le dijeron: Amigo, está en la ciudad quien te puede curar.
El paralítico, después de años en cama, les dice que eso no es posible, que ya los médicos lo intentaron todo y ha sido inútil. Pero a los amigos no les importa, lo suben a una camilla y durante el camino lo van animando. Cuando llegan a la casa donde estaba Jesús, ven lleno pero aun así no se detienen.
Te trajimos aquí –le dijeron- y ahora no nos vamos hasta que te atienda.
Y allí, a un costado de la multitud que les impide el paso, planean como acercarlo a Jesús.
-¿Y si nos metemos a empujones?
-No, traemos la camilla y lo pueden tirar.
-¿Y si esperamos a que salga?
-No sabemos cuanto tarde y se puede desanimar nuestro amigo.
Entonces se les ocurre entrar por la casa de al lado, subir a la azotea y llegar por arriba.
Mientras tanto el paralítico les dice: Ya ven, no hubieramos venido, tanto problema y para nada.
Pero aun así los amigos no ceden.
Efectuan el plan, consiguen el permiso de la casa de al lado, suben a la azotea, se brincan a la casa donde está Jesús.
¿Dónde conseguimos las cuerdas? -Pídelas prestadas al de la tienda aquella.
¿Nos soportará el techo? -Lo sabremos hasta que subamos
¿Tienes dinero para pagar las tejas? -Ya empeñaremos algo.
Y comienzan a quitar las tejas. El dueño de la casa les grita que no, pero ya después pagarán ellos, lo importante es acercar al amigo a Jesús.
Hecho el agujero lo bajan.
En este momento, el paralítico, aunque fue más obligado por los amigos que por convicción, se ha contagiado de la fe de estos y al ver a Jesús se pone en sus manos.
Y Jesús no lo cura de su parálisis, se limita a sanarlo de su alma. Pero esto no desanima al paralítico, al contrario. El iba por la salud del cuerpo y ha encontrado algo mucho mejor, la salud del alma.
Allí no termina el proceso. Jesús sale al paso de las murmuraciones y lo sana también del cuerpo.
Termina la historia cuando el paralítico sanado toma su camilla y se marcha.
Y los amigos ya no son mencionados.
Otra versión de la historia pudiera ser que el paralítico tuviese fe y que él sea quien motive a los amigos a llevarlo y lo haga de tal manera que les transmita la fe. Pudiera ser que ellos asistan más por amistad, pero acaban siendo contagiados del sentimiento y por ello dice claramente “Viendo la fe de aquellos hombres”
Definitivamente no entra aquí el que aquellos cargadores hayan sido pagados porque la fe no se puede comprar.
Esto es lo bello de la historia. Cinco hombres que comparten la fe y que se ven motivados en buscar el bien de uno sólo. Solidaridad, amor, comprensión y fortaleza son los ingredientes que los llevan frente a Jesús.
Y cuando el paralítico se ve sanado los amigos desaparecen porque de momento ya no son necesarios. Pero allí están.
Una frase dice que los amigos deben ser como la sangre, que acude a la herida sin necesidad de ser llamada. Pero mientras no hay heridas la sangre cumple su labor de manera callada y oculta.
Dios quiera que tengamos la sabiduría y oportunidad de rodearnos de amigos así, que cuando estemos paralíticos nos lleven frente a Jesús, transmitiendonos y compartiendonos su fe.
Y por nuestra parte tratar de ser ese tipo de amigos que sortean problemas para ayudar y que están cuando se les necesita.
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