martes, 23 de abril de 2013

Abreviaturas




Utilizadas comúnmente para ahorrar tiempo, con el uso de los teléfonos celulares y redes sociales para mandar mensajes estás prácticas de acortar palabras y frases están tomando mucha fuerza.
Pero las abreviaturas se utilizan desde hace mucho. En los libros antiguos, cuando la tipografía o la escritura a mano era lenta, acortar era muy conveniente, porque en lugar de poner "Su Excelentísima Majestad, Don Felipe II que Dios guarde" en cada hoja, simplemente se ponía "S.E.M.Dn. FelipeII qDg" y se ahorraban tinta y tiempo.

Mientras se entienda el lenguaje, las abreviaturas cumplen su función, pero cuando confunden, el ahorro de tiempo puede resultar muy perjudicial.

Una joven ama de casa le mando un mensaje a su recién esposo que estaba en el supermercado:

NO C T OLVIDE TRAER 2K DE DETERGENTE P/ROPA Q YA NO HAY = CTQM

El marido, que no recorría el supermercado desde su adolescencia y nervioso por no fallar en su nuevo papel de proveedor, revisó la enorme lista que ya llevaba surtida en el carro y se regresó por los dos kilos de detergente y también por dos kilos de queso porque interpretó que = CTQM significaba igual cantidad también de queso mozzarella.

Cariño, Te Quiero Mucho, pero ¿Qué vamos a hacer con dos kilos de queso?

Abreviar textos en lo antiguo obedecía a la carencia de recursos. Hoy obedece más a la prisa que no nos deja utilizar los 200 caractéres a los que tenemos derecho y acortamos provocando equívocos.

Pero las abreviaturas no solamente pueden confundir cuando escribimos sino también cuando vivimos.

Porque por comodidad vamos abreviando nuestro profesionalismo, nos conformamos con cumplir y con pasar a cobrar cada quincena, justificándonos en que no es necesario hacer de más si con lo que hacemos basta, pues además ya cuando entramos dimos mucho y dejamos las bases para trabajar menos.

Por comodidad, vamos abreviando las muestras de cariño. Pensamos que nuestros seres queridos siempre van a estar allí y que además de todo ellos ya saben que los queremos, reduciendo al mínimo nuestras demostraciones de afecto, con el peligro de caer en un círculo vicioso de distanciamiento.

Por comodidad, lo que debiera ser una buena oración se ve reducida a una persignada mal hecha y al aventón pues al cabo que Dios ya lo sabe todo así que para qué orarle.

Y así vamos reduciendo todo, abreviando un mensaje de entrega y de amor para dejarlo a veces en algo intrascendente.

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