Han llegado a mí algunos libros sobre el Perdón. La importancia de perdonar y perdonarse, enunciada magistralmente en el Padre Nuestro tiene un enorme peso para poder avanzar en esta vida. Quien no perdona es comparado con quien lleva una carga inútil, no le sirve y si desgasta.
Dentro del proceso de perdonar tiene una parte fundamental desarrollar la capacidad de olvidar las ofensas recibidas. Leyendo esto suena muy bien que tengamos la capacidad de olvidar tal como si pudiéramos borrar con una goma mágica un bello papel que fue rayoneado por algún pintor maldoso o incompetente. Olvidar las ofensas da a quien perdona un nuevo comienzo con sus respectivas oportunidades.
Lo sé. Yo mismo me releo y veo que no es nada fácil hacer esto. Los segundos invertidos en escribir estos párrafos son bastante engañosos porque como humanos los resentimientos se pueden alojar en nuestro corazón por décadas. Pero que tenga su dificultad el olvidar algunas ofensas no le resta poder sanador a la gracia de perdonar.
En este proceso de ofensas que van y que vienen, donde algunas se diluyen en el olvido pero otras permanecen como grabadas en hierro, podemos todos nosotros jugar un papel muy importante y jugar a ser promotores de olvido de ofensas.
En la antigüedad, los cronistas llevaban la relación poética de todo lo que hacia el Amo que los había contratado. En la actualidad, muchos, sin contrato, juegan el papel de cronistas de ofensas y mencionan y recuerdan constantemente las ofensas, dificultando olvidar. A veces nosotros mismos llevamos una relación tan detallada de las ofensas que no hay lugar en nuestra agenda para nada más, para un nuevo amigo, para un nuevo plan.
Ayudemos a olvidar, no caigamos en el juego de recordar las ofensas ni de alimentar el resentimiento, ayudemos a quien sufre al lado nuestro a poder olvidar para que esa carga no lo desgaste, ayudémonos nosotros mismos a poder perdonar.
Así que esa carta que nos hace daño por lo que dice y que nos recuerda una traición estaría mejor en el fuego que en el cajón del escritorio. Esa foto que nos dice que las promesas jamás se cumplieron y todos esos objetos, detalles y lugares que tomamos, recordamos y recorremos solamente para dañarnos debemos dejarlos para dar espacio a otros.
Un antiguo consejo nos mandaba: No menciones la soga en casa del ahorcado.
No menciones las ofensas que has recibido porque te dará trabajo olvidarlas. No le recuerdes a tu amigo las ofensas que le han hecho para ayudarle a perdonar.
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