De las fiestas infantiles que vivimos de niños hay una gran diferencia a las que acudimos de adultos. Ya no nos interesa saber el truco.
En una fiesta infantil vi como el mago se contorsionaba porque un pequeñín se negaba a permanecer en su sitio. El nene quería saber dónde estaba el truco, a donde iban tantas bolitas que el mago aparecía y desaparecía en sus manos. Mientras veo al pequeño curioso volteo y pregunto: ¿Cuál es el truco? y fríamente me responden -Se las debe esconder en la manga- y continua la plática
de adultos, llena de problemas de inseguridad, crisis económica y broncas conyugales.
El truco no está en la manga, porque por eso alza las manos -pienso yo- y por mientras el pequeñín duplica los esfuerzos buscando en la maleta del mago.
La madurez parece decirnos: No busques el truco, simplemente acéptalo. Y es precisamente por aceptar sin querer saber que los adultos nos quedamos con la idea de que por arte de magia mi vecino tiene más dinero, mi primo goza de un matrimonio feliz y mi anciana tía vive su enfermedad con una alegría que parece absurda. Ya no nos interesa saber el truco.
Para resolver problemas o cambiar situaciones para bien existen técnicas (trucos dirían los magos) que permiten que las cosas que parecen imposibles o muy difíciles se puedan simplificar. Puede que la envidia me diga simplonamente que mi vecino tiene más dinero porque tiene "suerte", pero si me interesara en averiguar el truco, podría descubrir que es una persona dedicada, formal, que constantemente se prepara y localiza oportunidades por una permanente visión de su mercado.
Esto de los trucos o técnicas lo he visto muy claramente en el campo de las ventas. Quien posee ciertas habilidades vende mucho más con menos esfuerzo que aquellos que carecen de conocimientos. Por poner un ejemplo, un vendedor hábil reconoce cuando debe dejar de insistirle al cliente potencial porque es muy poco probable que compre, para dedicarle ese tiempo a quienes sí van a comprar.
Con base en lo anterior, podemos casi asegurar que si nos va mal en algo es porque probablemente ya nos hemos olvidado de esa inquietud infantil por descubrir y aplicar los trucos. Con la edad nos volvemos apáticos y simples observadores de una vida, en un papel de espectadores y no de actores. El niño que intenta descubrir el secreto del mago lo hace con la intención de saber que él mismo también puede hacerlo. Si te ha tocado conocer un secreto revelado de un mago, notarás la sencillez de muchos de ellos.
La vida nos da algunos secretos muy sencillos, nosotros somos quienes los hacemos complicados: La reflexión, el estudio, la oración, el enfoque empático, la humildad, el trabajo, el perdón, el respeto, la solidaridad, la amistad verdadera, todos ellos son "trucos" que permiten que nuestra familia, matrimonio, empresa y nuestra vida en general sea mejor.
Si el mago puede aparecer y desaparecer pelotitas tú también puedes. Si otros están mejor, tú igualmente: ¿Quiéres saber el truco? Averígualo y verás que no es cuestión de magia.
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