Querido Santa Clos:
Te quiero agradecer por lo mucho que me has ayudado en mi intento de sacar a Dios del corazón de los hombres. En el pasado recibí ayuda de políticos, líderes y militares, pero debo reconocer que con tu bonachona figura has logrado mucho más que todos ellos.
Gracias a ti, mi estimado gordito, la Navidad para muchos no es más que una fecha comercial y ya no se menciona para nada ese Niño Jesús que tanto me (nos) estorba. Quién iba a pensar que con esa panzota lo desplazarías tan fácilmente. Curiosamente, la persecución y el ataque generan mártires y testimonios y se fortalece la fe, tú en cambio, has sido mucho más sutil y mucho más efectivo porque entiendes y representas ese hedonismo que tanto me beneficia.
¡Qué genial estrategia la de sacar la Navidad de Belén y llevartela al Polo Norte, cambiar los ángeles por gnomos y los pastores por renos de nariz roja!
¡Debo reconocer que tu habilidad es casi tan malevola como la mía!
Así que yo también te escribo con gusto una cartita y mientras más sigas desplazando a Jesús, con mayor gusto podré seguir gritando:
¡Feliz Navidad!
Atentamente.
Tu amigo el diablo.
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