Alberto Quiroga V.
Cuando se habla del tema ecológico el término de desperdicio sale si se abunda en lo que al cuidado de la naturaleza se refiere. Nuestros desperdicios contaminan.
Así que parece que está en nuestra propia naturaleza desperdiciar, aclarando que no es lo mismo deshacernos de lo que nos estorba que tirar lo que aun nos sirve por considerarlo inservible.
Las toneladas de basura que diariamente se recogen en pueblos y ciudades nos hablan de que es mucho lo que tiramos porque lo consideramos de poco o nulo valor. Pero después, en los tiraderos, existen los llamados "pepenadores" quienes se ocupan de rescatar cosas que aun tiene valor para ellos. Es mucha la gente que vive de los deshechos. Aun antes de llegar al tiradero, quienes se ocupan de recoger la basura, se encargan de pre seleccionar el cartón, el metal, la ropa e incluso aparatos electrónicos y otros objetos que la gente tira porque ya no quiere tenerlos.
Nos hemos acostumbrado a desperdiciar.
Y no sólo en lo material, pues hemos pasado esta mala costumbre a lo inmaterial y a lo espiritual.
Desperdiciamos el tiempo de una manera bárbara, porque no lo vemos y porque parece que no nos cuesta. Y nuestros valores, esos tan atacados y tan ridiculizados, también se van porque maliciosamente se nos hace creer que en lugar de ayudarnos nos estorban.
El consumismo le da la vuelta a las cosas muy rápido. Lo que hoy está de moda mañana está en el basurero. El amor eterno dura muy poco.
Y el humano, que está llamado a ser eterno, desperdicia su trascendencia en aras de lo intrascendente.
¡Qué desperdicio!
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