Una supuesta consejera de la radio, a la que no me interesa promocionar diciendo su nombre, acostumbra interrumpir a las personas que se atreven a llamarle para pedirle consejos cuando éstas mencionan la frase "Gracias Dios".
Si quien llama menciona, por ejemplo: "Mi hija, gracias a Dios terminó la prepa" provoca una reacción casi furibunda -No, no fue gracias a Dios, fue gracias a que tuvo la capacidad.
Y así, sin fallar, cada que alguien se atreve a mencionar la frase viene la reacción inmediata. Pregunta: ¿Y la capacidad, quién se la dió?
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Pues yo quiero darle gracias a Dios que te puedo escribir. Sí, gracias, porque me regaló unos padres, maestros, hermanos y amigos que me han llevado por este correr, me enseñaron las letras, me llevaron a la escuela, me compraron o prestaron cuadernos y se esforzaron cuando no entendía la diferencia entre la "b" y la "d". La capacidad, poca o mucha, no la compre, no me la obsequió nadie sino Dios, a El se la agradezco.
Flaqueo mucho, dudo más. Cuando pareciera que no hay motivos para seguir escribiendo, me llega un correo de "alguien" a quien quizá no conozca que me dice tácitamente que siga al agradecerme lo que he escrito. ¿Por qué cuando parece que escribo en vano siempre me llega un mensaje que me da ánimos? La respuesta la tengo en el corazón.
No sé si escriba bien o mal, eso no me compete, lo que si puedo decir con toda seguridad es que doy gracias a Dios que te puedo escribir.
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