viernes, 20 de julio de 2012

Pensando en equipo

Dicen que dos cabezas piensan mejor que una. Extrapolando esta afirmación podríamos concluir que diez piensan mejor que dos. Esto no siempre es cierto.

En varias ocasiones, durante las juntas de trabajo, escuchando la lucha de egos donde las ideas que se imponen no son las mejores sino las más ruidosas, se me viene a la mente el libro de las leyes de Murphy que dice en su capítulo de "Comiteología": Un comité es el único organismo vivo que tiene doce estómagos y ningún cerebro.

Dos cabezas no siempre piensan mejor que una, porque si una se dedica a pensar y la otra a bloquear sistemáticamente, la duda o insatisfacción sembrada en la primera acaba por afectar. De aquí la importancia de saber con quien reunirte a pensar.

Dos amigas se la pasaban analizando la manera de corregir sus problemillas estéticos. Con un ligero paño en la cara ambas buscaban recetas para embellecer su piel. Pero una de ellas sabía que aun con la piel en buen estado sus rasgos no eran bellos y envidiaba a la otra, así que no tenía empacho en compartirle e invitarle a seguir recetas que decía ser buenas pero que resultaban incluso peligrosas. Cuando la piel de la amiga se dañaba, hipócritamente le decía: Qué raro que a ti no te funcione, porque a mí me ha ayudado mucho.

Confiada en la sincera amistad, se preocupaba por saber que estaba haciendo mal al aplicarse las recetas dando por descontado que era víctima de la envidia. Seguramente si intentara resolver el problema de manera individual, tendría mejores resultados.

Por eso insisto, es muy importante saber con quien te reunes a pensar.

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