martes, 14 de febrero de 2012

El tesoro




 
¿A quién no le invitó una película de piratas al sueño de encontrar un tesoro? ¿Quien no ha visitado una vieja casona y juega en su mente a ver si no hay en las paredes una olla llena de monedas de oro?

La verdadera amistad, como tesoro, a veces se oculta a los ojos inexpertos y pareciera requerir de un mapa para ser hallada.

Hace algun tiempo, caminaba lentamente por la calle y ví unos metros adelante una pequeña cadena, mugrienta y opaca, resaltado sobre la blanca banqueta. Varias personas que caminaban delante de mi detuvieron un poco su marcha y la dejaron en su lugar. Alguno más la movió con el pie y continuó su andar. Yo la ví, me detuve y la recogí, comentándole a mi acompañante: "Es de oro".

-Cómo crees, alguien más la hubiera recogido.

-Es de oro -insistí y llegando a casa la lavé y pulí para confirmar mi creencia.

Para reconocer un amigo se necesita una visión especial. Los verdaderos amigos, como la cadena encontrada, a veces parecen empañarse y ensuciarse, sobre todo en momentos en que hacen lo correcto que nos duele. Estoy seguro que una cadenita pulida de latón a pesar de ser de menor valor, hubiera tenido más éxito para ser levantada que esa vieja cadena de oro. Existe el riesgo del brillo simulado de una persona para irnos por el camino equivocado.

 Es cuestión de saber buscar. Cada quien decide con que ojos busca a sus amigos.

Muchas gracias por el don de la amistad.

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