viernes, 1 de octubre de 2010

Me encanta el spam

A.

"No puedes decidir que no te llegue el spam; si puedes decidir que hacer con él"

Debo confesarlo, me encanta el correo no deseado, el famoso spam. Lo descubrí porque me negué muchas veces a programar mi correo para borrarlo inmediatamente, siempre con la precaución de si por error se iba para allá algún correo realmente importante.

La verdad es que nunca aparecía en la bandeja de spam un correo importante para mí. Fue cuando me di cuenta que el spam me permitía por momentos jugar y distraerme, sentirme apreciado después de que un cliente me cancelaba un proyecto o creerme parte de algo cuando en la soledad de mi computadora me encontraba sin ideas para avanzar.

Con el spam se que hay alguien que se preocupa por mi salud, así me lo dicen los muchos correos que me ofrecen (por si se llegan a necesitar), desde vitaminas y minerales hasta viagra sin receta médica. Por lo mismo sé que se interesan mucho por mí en el Caribe, ya que me mandan continuos ofrecimientos de viajes y hoteles para disfrutar de esas merecidas vacaciones que no he podido tomar desde hace años.

También me llegan docenas de correos avisándome que hay un desgraciado que se ha intentado meter a mis cuentas de Banamex, Bancomer, City Bank y American express, además de muchos otros bancos que yo no conozco, ni en los que sabía que tenía inversiones, por lo que me siento más confiado sabiendo que hay donde echar mano en caso de que llegue a necesitar dinero. Y es gracias al spam que me he enterado de la existencia de estas cuentas mías.

El spam me dice que del otro lado del mundo, de China, varias empresas han descubierto mis dotes de vendedor y quieren que sea su distribuidor, ya sea de celulares, ipods, pantallas de plasma y cualquier cosa electrónica que pueda desear el hombre moderno.

No puedo dejar de mencionar que me entristece cada vez que me avisan que se murió un tío mío y que me ha dejado como único heredero (justo a mí, entre tantos hermanos y primos que tengo) pero al mismo tiempo me alegro que el tío pensó en mí y me dejó toda su fortuna a cambio de unos miles de dólares que debo depositar en un banco de Inglaterra, para cubrir los trámites legales.

Gracias a ese correo "no deseado" me entero que en Brasil me están esperando a mí (sí, únicamente a mí) para cerrar un programa de certificación, a veces de ventas, a veces de oratoria o hasta de clases de zumba, pero siempre es a mí a quien le ofrecen el último lugar y por quien no puede arrancar el curso, lo que resalta mi importancia.

También, religiosamente, desde Australia, una anciana y rica viuda no puede sino pensar en mí para dejarme toda su fortuna porque su difunto marido la ha dejado sola y ella se siente morir sin él y sabe que yo soy una buena persona, que haré excelente uso de ese dinero, por lo que solamente me pide un pequeño apoyo para pagar la transferencia bancaria.

Es por el spam que sé que he sido seleccionado entre miles de millones de personas para arrancar un negocio que me hará rico en poco tiempo. Eso me hace sentir importante. Debido al correo no deseado que me llega por decenas sé que estoy en la mente de muchos de una manera mucho más permanente que en la de mis amigos, porque mientras estos me mandan un correo de vez en cuando, la gente de spam me manda cientos a diario.

Es por eso que no los bloqueo, porque si se preocupan por mí, lo menos que puedo hacer es dejarlos un rato en la bandeja y leerlos de vez en cuando.

Por eso les digo: Me encanta el spam.
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