martes, 29 de marzo de 2011

El truco




De las fiestas infantiles que vivimos de niños hay una gran diferencia a las que acudimos de adultos. Ya no nos interesa saber el truco.

En una fiesta infantil vi como el mago se contorsionaba porque un pequeñín se negaba a permanecer en su sitio. El nene quería saber dónde estaba el truco, a donde iban tantas bolitas que el mago aparecía y desaparecía en sus manos. Mientras veo al pequeño curioso volteo y pregunto: ¿Cuál es el truco? y fríamente me responden -Se las debe esconder en la manga- y continua la plática
de adultos, llena de problemas de inseguridad, crisis económica y broncas conyugales.

El truco no está en la manga, porque por eso alza las manos -pienso yo- y por mientras el pequeñín duplica los esfuerzos buscando en la maleta del mago.

La madurez parece decirnos: No busques el truco, simplemente acéptalo. Y es precisamente por aceptar sin querer saber que los adultos nos quedamos con la idea de que por arte de magia mi vecino tiene más dinero, mi primo goza de un matrimonio feliz y mi anciana tía vive su enfermedad con una alegría que parece absurda. Ya no nos interesa saber el truco.

Para resolver problemas o cambiar situaciones para bien existen técnicas (trucos dirían los magos) que permiten que las cosas que parecen imposibles o muy difíciles se puedan simplificar. Puede que la envidia me diga simplonamente que mi vecino tiene más dinero porque tiene "suerte", pero si me interesara en averiguar el truco, podría descubrir que es una persona dedicada, formal, que constantemente se prepara y localiza oportunidades por una permanente visión de su mercado.

Esto de los trucos o técnicas lo he visto muy claramente en el campo de las ventas. Quien posee ciertas habilidades vende mucho más con menos esfuerzo que aquellos que carecen de conocimientos. Por poner un ejemplo, un vendedor hábil reconoce cuando debe dejar de insistirle al cliente potencial porque es muy poco probable que compre, para dedicarle ese tiempo a quienes sí van a comprar.

Con base en lo anterior, podemos casi asegurar que si nos va mal en algo es porque probablemente ya nos hemos olvidado de esa inquietud infantil por descubrir y aplicar los trucos. Con la edad nos volvemos apáticos y simples observadores de una vida, en un papel de espectadores y no de actores. El niño que intenta descubrir el secreto del mago lo hace con la intención de saber que él mismo también puede hacerlo. Si te ha tocado conocer un secreto revelado de un mago, notarás la sencillez de muchos de ellos.

La vida nos da algunos secretos muy sencillos, nosotros somos quienes los hacemos complicados: La reflexión, el estudio, la oración, el enfoque empático, la humildad, el trabajo, el perdón, el respeto, la solidaridad, la amistad verdadera, todos ellos son "trucos" que permiten que nuestra familia, matrimonio, empresa y nuestra vida en general sea mejor.

Si el mago puede aparecer y desaparecer pelotitas tú también puedes. Si otros están mejor, tú igualmente: ¿Quiéres saber el truco? Averígualo y verás que no es cuestión de magia.
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Decáologo de Serenidad


Hoy quiero compartir con ustedes estos consejos que nos dejó el papa Juan XXIII. A diferencia de muchos libros de autoayuda que buscan convencer al hombre de que puede por si solo salir de sus problemas, en la guia que nos comparte el papa Juan viene el recordatorio de que Dios está pendiente de nuestra debilidades para apoyarnos cuando le necesitamos.

1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mi mismo.
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8. Sólo por hoy haré un programa detallado. Quizás no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré, y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9. Sólo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo.
10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

(JUAN XXIII)

jueves, 24 de marzo de 2011

De segunda mano

Comprar cosas usadas puede tener ventajas, una de ellas es que el precio puede estar muy por debajo de lo que cuesta algo similar nuevo. Pero entre las desventajas de comprar de segunda (o tercera) mano está la de no saber el origen de lo que estamos comprando.

En los tianguis abundan cosas usadas a precios atractivos: Algunas de ellas son robadas, otras reacondicionadas o maquilladas para que funcionen al momento. A menos que el vendedor sea de confianza, una radio que funciona en el mercado puede ser que se niegue a sonar llegando a casa. Y salida la mercancía, no hay reclamación.

A pesar del riesgo para muchos es atractivo comprar así. Es verdad que en los tianguis se pueden encontrar buenas cosas pero con ciertos productos el riesgo es grande. Una televisión comprada a mitad de precio puede significar perder el 50% de enganche de una nueva con garantía. En lo que a salud se refiere, una botella de licor adulterada con etanol puede provocar ceguera o muerte.

Pasando del tema de segunda mano en artículos llego a las pláticas y lecturas de todos los días. Me pasa por la mente la reflexión acerca de cuanto de lo que me transmiten puede ser comparado con estos productos que se venden en la calle, con precios atractivos pero vicios ocultos y maquillados. Los chismes y "cadenas" son un excelente ejemplo de esto. La información, ya sea por correo electrónico, chats o pláticas de pasillo vuela de persona a persona y comprobadamente mucha de esa información no es de fiar, pero creer en ella nos hace perder tiempo y mucho peor, confianza.



Me llama la atención como la gente puede llegar a difamar y hasta acabar con una persona transmitiendo mentiras. Me asustan frases tales como: "No me creas pero..." "pues así como me lo cuentan te lo cuento" o "pues entre que es sí o no yo te lo platico" que pueden acallar la conciencia de quien transmite el error. Quien coopera se convierte en cómplice.



Mencionaba párrafos arriba que comprar de segunda mano implica riesgos. Puede parecer barato (y sabroso) creer y propagar un chisme, pero al final puede resultar muy caro.

miércoles, 23 de marzo de 2011

El bulto

 

¿Cuánto pesa el bulto? Se dice que sólo el que lo carga sabe lo que trae adentro. Yo pongo en duda está afirmación. Mucha gente tiene tantos años cargando lastres que estoy seguro ya ni siquiera sabe que estos están allí.

Algunas escuelas de psicología insisten en que hay hechos lamentables en la vida de todos nosotros que nos dañaron y lastimaron y que aparentemente hemos borrado de nuestra memoria, pero su influencia permanece con nosotros toda la vida mientras no tengamos conciencia de ello.

Es casi como si fueramos a salir de viaje y alguien más que nunca ha viajado a donde vamos nos hiciera la maleta. Nos puede faltar o sobrar equipaje. Probablemente cargaremos con cosas inservibles y faltarán algunas necesarias.

Podemos encontrar un ejemplo de cargas que van en nuestro bulto en el llamado Miedo a la prosperidad, en el cual quien lo padece renuncia constantemente a cosas buenas por razones desconocidas, se bloquea a lograr negocios, fracasa en la escuela o rechaza regalos. Tal vez en su costal hay alguna instrucción o recuerdo que le hace confundir lo bueno con algo malo.

En definitiva, nuestro bulto la gran mayoría de las veces pesa más de lo que debiera. Hay cargas que no deben estar. Algunas las conocemos pero es tal la costumbre que ya no nos imaginamos sin ellas, otras están ocultas y disimuladas y por eso no las sacamos. Subjetivamente, un bulto no pesa lo mismo para todos, algunos son muy fuertes y tienen la capacidad de llevar pesados bultos sin problemas. Otros están tan desanimados que una pequeña carga los puede tirar al piso.

Para que un bulto pese menos, existen estrategias. Hacernos más fuertes es una de ellas; la aceptación y la oración nos ayudan a ejercitar nuestra voluntad para cargar la Cruz de cada día. La inteligencia juega también un papel importante ayudándonos a sacar de nuestro bulto cargas que no nos corresponde cargar. La caridad, la humildad y el amor nos ayudan a dejar que otros (incluido Dios) nos ayuden con nuestra carga y a su vez nos ayudan a usar nuestras fuerzas para aligerar otras cargas de quienes desfallecen.
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jueves, 10 de marzo de 2011

Ayudando a olvidar


Han llegado a mí algunos libros sobre el Perdón. La importancia de perdonar y perdonarse, enunciada magistralmente en el Padre Nuestro tiene un enorme peso para poder avanzar en esta vida. Quien no perdona es comparado con quien lleva una carga inútil, no le sirve y si desgasta.

Dentro del proceso de perdonar tiene una parte fundamental desarrollar la capacidad de olvidar las ofensas recibidas. Leyendo esto suena muy bien que tengamos la capacidad de olvidar tal como si pudiéramos borrar con una goma mágica un bello papel que fue rayoneado por algún pintor maldoso o incompetente. Olvidar las ofensas da a quien perdona un nuevo comienzo con sus respectivas oportunidades.

Lo sé. Yo mismo me releo y veo que no es nada fácil hacer esto. Los segundos invertidos en escribir estos párrafos son bastante engañosos porque como humanos los resentimientos se pueden alojar en nuestro corazón por décadas. Pero que tenga su dificultad el olvidar algunas ofensas no le resta poder sanador a la gracia de perdonar.

En este proceso de ofensas que van y que vienen, donde algunas se diluyen en el olvido pero otras permanecen como grabadas en hierro, podemos todos nosotros jugar un papel muy importante y jugar a ser promotores de olvido de ofensas.

En la antigüedad, los cronistas llevaban la relación poética de todo lo que hacia el Amo que los había contratado. En la actualidad, muchos, sin contrato, juegan el papel de cronistas de ofensas y mencionan y recuerdan constantemente las ofensas, dificultando olvidar. A veces nosotros mismos llevamos una relación tan detallada de las ofensas que no hay lugar en nuestra agenda para nada más, para un nuevo amigo, para un nuevo plan.

Ayudemos a olvidar, no caigamos en el juego de recordar las ofensas ni de alimentar el resentimiento, ayudemos a quien sufre al lado nuestro a poder olvidar para que esa carga no lo desgaste, ayudémonos nosotros mismos a poder perdonar.

Así que esa carta que nos hace daño por lo que dice y que nos recuerda una traición estaría mejor en el fuego que en el cajón del escritorio. Esa foto que nos dice que las promesas jamás se cumplieron y todos esos objetos, detalles y lugares que tomamos, recordamos y recorremos solamente para dañarnos debemos dejarlos para dar espacio a otros.

Un antiguo consejo nos mandaba: No menciones la soga en casa del ahorcado.

No menciones las ofensas que has recibido porque te dará trabajo olvidarlas. No le recuerdes a tu amigo las ofensas que le han hecho para ayudarle a perdonar.
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lunes, 7 de marzo de 2011

La paradoja del expulsado




Quienes han practicado o gustan de ver deportes de conjunto seguramente han tenido esta experiencia: Una expulsión de un jugador no siempre es malo, en ocasiones beneficia al equipo que en teoría se debería ver perjudicado.

Si el jugador que es obligado a salir de la cancha estorbaba en lugar de ayudar, no jugaba a tope y acusaba negligencia, lo mejor para su equipo es que lo saquen, porque así sus compañeros tomarán consciencia de la ausencia y no se confiarán, por el contrario se deberán esforzar para suplir una ausencia real, cosa que no harán mientras el jugador esté en la cancha.

Cuando practicamos deporte aficionado los fines de semana, no siempre entran a la cancha los mejores ya que la amistad, interés o el compañerismo tienen un peso importante al definir la alineación. Así que si el compadre viene crudo lo alineamos porque él es el que paga todos los domingos el arbitraje y nos da los uniformes cada temporada. Pero resulta que el compadre crudo no sabe si el balón real es el de la derecha o el de la izquierda, se lo lleva por velocidad cuantas veces quiere el contrario y con dificultad recorre de un solo esfuerzo veinte metros seguidos.

¿Cambiarlo? -Ni pensarlo, la última vez hizo un berrinche que casi acaba en tragedia.

Así que cuando el compadre confunde el balón con la entrepierna de otro jugador y resulta expulsado, el equipo se acomoda, suple la ausencia y juega mejor.

Muchas veces estar "completo" no es garantía de estar bien. Cristo nos mandó un mensaje muy claro en este sentido cuando nos invitaba a dejar una mano o un ojo fuera de la jugada porque es mejor entrar tuerto o manco al cielo que enteros al infierno.

Paradójicamente, las pérdidas que vamos sufriendo en nuestras vidas, expulsiones podríamos llamarles, no siempre significan una desgracia, a veces significan el motor de cambio que necesitamos para corregir nuestras vidas.

El despido de un trabajo que nos aleja de la "amistad" o el "negocio" inconveniente. La enfermedad que nos recuerda que somos efímeros. El robo sufrido que nos invita a reflexionar en el verdadero valor de lo material y lo espiritual. El accidente que nos da una segunda oportunidad. Todas esas expulsiones, contra nuestra voluntad, pueden sacar de nuestro campo algo que en teoría apreciábamos pero en realidad estorbaba para nuestro fin último.

De momento, al ver la tarjeta roja, sentimos que eso que ya no está en la cancha nos hará falta; después, terminado el partido el resultado nos puede enseñar que en realidad nos perjudicaba.
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