sábado, 28 de noviembre de 2009

Hablando de machos...

Alberto Quiroga V.

México, como muchos otros paises, sufre de la terrible enfermedad social que es el machismo. Condenando las actitudes que dañan directamente a otras personas, que por lo general son sus esposas e hijas y a veces también los hijos, los machos representan para mi una increíble oportunidad de hablar de las incongruencias de esta vida.

Aclaro nuevamente, repruebo totalmente las golpizas, agresiones verbales y limitaciones con las que los machos lastiman a las mujeres.

Pero por otra parte, no se que me da ver que detrás de un macho, está una persona por lo general miedosa, insegura de si misma, incompetente y prácticamente digna de lástima, porque ha de ser horrible saberse así y tener que aparentar otra cosa. Y claro, mucho más horrible convivir con y depender de alguien así.

Me duele ver a un macho aventarle la comida a su mujer porque "sabe" mal, pero me da risa verlo tragarse los insultos de su supervisor porque a ese le teme y no le puede hacer nada.

Me molesta ver como el macho le impide a sus hijas estudiar porque ellas deben estar en la casa, pero se me hace cómico ver como el macho aunque quisiera no podría estudiar porque no se cree con la capacidad para aprobar un examen ni tiene la disciplina para asistir a un curso.

El macho es muy macho, le grita y le pega a su mujer, pero en la calle cuando lo detienen aun sin cometer una infracción, se baja humildemente de su coche, le dice "oficial" a un simple policía, le saluda y le da dinero porque le tiene miedo y no conoce sus derechos.

El macho grita y clava una mirada de fuego en su casa, pero en la calle le tiembla la voz y baja la cabeza frente a un delincuente o un policía judicial.

El macho en su casa no cocina ni levanta su ropa, pero en su trabajo aunque no le paguen es capaz de hacer trabajos serviles para agradarle al jefe.

El macho es muy hombre, excepto cuando se encuentra con alguien más poderoso. Los machos presumen de tener muchas mujeres, son pocas las mujeres que presumen de tener un macho como pareja.

Si las madres dejaran de crear machos, para educar hombres, bastaría una generación para hacer de este un México mejor, pero a veces me da la impresión de que algunas mujeres persiguen un consuelo de tontas, pensando que porque a otras les va a ir como les fue a ellas eso las hará sentirse mejor.

Conozco a machos que en su casa son verdaderos tiranos, pero en la calle son verdaderos tapetes. El macho es un ser de extremos, pasa de la intolerancia a la sumisión, de la tiranía a la sobajez, de la soberbia a la autohumillación. Que difícil será para el macho buscar el justo medio, tanto en su casa como fuera de ella.
Si los papeles se invirtieran y los machos fueran en su hogar diligentes y tolerantes y en la calle exigieran sus derechos, el país comenzaría a cambiar. Por mientras, los machos seguiran causando terror en sus casas y provocando lástimas fuera de ella.

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jueves, 26 de noviembre de 2009

Mañana es un excelente día

Alberto Quiroga V.

La fascinación por el día de mañana está probablemente en que al no existir, lo podemos moldear en la a mente a nuestro antojo.

A partir de mañana podemos ser mejores personas, más capaces, más felices, más libres. El día de mañana siempre puede ser mejor de lo que es el día de hoy.

Alguien podrá decir con justificada razón: Hoy no tengo fuerzas ni ganas de cambiar, pero mañana será un día diferente y podré iniciar el camino para ser mejor persona. A partir de mañana comenzaré esa dieta que el postre que tengo ahorita frente a mis ojos me impide comenzar o a partir de mañana dejaré de ser una persona temerosa para ser una segura de si misma. A partir de mañana comenzaré a estudiar para ser adulto, hoy por mientras déjame ser joven y despreocupado. A partir de mañana empezaré a dar el extra que se requiere de mí en tiempos de crisis pero por mientras dejame estar hoy un rato más en mi zona de confort. Hoy, los miedos, las angustias, las limitaciones y las desidias están presentes, pero mañana, mañana desapareceran.

Por eso digo, mañana es un excelente día, con el pequeño inconveniente de que tal vez nunca llegará.
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martes, 24 de noviembre de 2009

Reflexiones en un semáforo

Alberto Quiroga V.

En una todavía oscura mañana de otoño, mientras esperamos que el semáforo cambie a la luz verde, mi hijo y yo vemos a uno de esos artistas urbanos encender las puntas de dos bastones. Una vez con fuego, los bastones giran rápidamente haciendo vistosas figuras en la oscuridad, volando a varios metros de altura para volver a caer, siempre girando y siempre llamando la atención.

Mientras mi hijo y yo nos cuestionamos si en la punta le ponen gasolina o petróleo para que permanezcan encendidas a pesar del vuelo, los segundos pasan y se esmera cada vez más el artista en hacer sus mejores trucos. Cambia la luz a verde y los sonidos de las bocinas no se hacen esperar, el artista sale de su letargo, retiene sus bastones, los apaga y corre a tomar unas monedas que le ofrecen en el coche de enfrente. Cuando arrancamos, mi hijo y yo alcanzamos a ver una sonrisa que refleja nerviosismo: ¡Se le han escapado más propinas!

Sobre el camino mi hijo y yo reflexionamos. El artista ha estado tan concentrado en su número que se le ha olvidado que lo hace para ganar dinero, pero además, no ha planeado bien su estrategia. Si entre cada cambio de luz hay un minuto, perder diez segundos en acomodar sus bastones y encenderlos es perder el 16% del tiempo disponible para el espectáculo y alargarlo le roba el tiempo de recolectar.

No dudamos, concluimos mi hijo y yo, que él tiene ganas de hacer lo que hace, se ha levantado temprano, hace frío y no le importa, sabe hacer sus trucos y los hace bien, le ha invertido horas al entrenamiento y dinero a sus materiales, sin embargo, se ha olvidado del objetivo y se ha quedado con una propina cuando pudo obtener más.

El caso del artista urbano no es ajeno a muchos de nosotros, que muchas veces nos esforzamos y nos preparamos, pero tal pareciera que un pequeño detalle hace que las cosas salgan mal. Mientras ese detalle no se corrija, las cosas seguirán saliendo mal. Y para corregirlo hay que detectarlo.

En otras ocasiones he platicado de la tendencia muy humana de centrar los enfoques sólo en algunos aspectos, como en el enamoramiento, que se contemplan exclusivamente algunos detalles agradables y se obvian otros que no lo son. Esta tendencia mencionada evita que se consideren los detalles generales y particulares en su totalidad y que se consideren solamente algunos, lo que nos lleva a apreciaciones que bien pueden ser falsas, bien pueden ser erróneas o por lo menos incompletas.

A veces las personas pueden estar haciendo bien todo lo que hacen y ni así obtener sus resultados esperados. El problema no es que estén haciendo algo mal, sino que les está haciendo falta hacer "algo".

Un comerciante puede abrir temprano, tener su mercancía en orden y vigente, ser amable para atender y ni así vender lo suficiente. El se puede preguntar y responderse a sí mismo que todo lo que hace lo hace bien, pero aquí el problema sea tal vez falta de carisma para vender, no ofrecer servicios que la gente busca y que él no tenga o no dar servicio a domicilio. No es lo que hace, sino lo que le falta hacer.

En otros casos, se hace lo correcto, pero en el orden equivocado o a destiempo. También la sincronía es importante. No es lo mismo estudiar a una semana del examen que hacerlo dos horas antes, porque el tiempo pasa de ser aliado a ser enemigo. Medir los tiempos es básico para otorgarle a cada actividad su secuencia y su periodo adecuados. Si bien al vestirnos resulta claro que los calcetines se ponen antes que los zapatos, en los procesos reales a veces esto no es tan evidente y si esto te parece absurdo, recuerda a la gente que llega con las maletas hechas a la terminal de autobuses a ver si hay boletos disponibles en plena temporada vacacional. Comprar el pasaje y preparar el equipaje son dos cosas buenas y necesarias para viajar, pero la secuencia a veces no se respeta.

Hacer lo que se debe, en la forma y tiempo que se deben. Así de sencillo... y así de complicado.
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viernes, 13 de noviembre de 2009

No me gustan esos chistes

Alberto Quiroga Venegas

Quiero comentarles que no me gustan los chistes de gallegos, no conozco nadie de Galicia, no puedo ni debo juzgar o estereotipar a quienes no conozco y por lo tanto no dar por ciertos los malos atributos que se les quieren dar.

También existe otra razón que no me mueve ni a escuchar ni a contar chistes de gallegos y esa es que mucho de lo que se menciona para burla de los gallegos oculta la trágica realidad mexicana que tomamos a juego.

¿Cuantos gallegos se necesitan para cambiar un foco? Cinco, uno para que se suba a la mesa y lo sostenga en alto y otros cuatro para que le den vuelta a la mesa.

¿Cuantos mexicanos se necesitan para tapar un bache? Diez, uno para ir por las tortillas, otro para que caliente la tapa de tambo a manera de comal, dos más para que desvíen el tránsito con un trapo que alguna vez fue rojo, uno arriba del camión de volteo para cuidar que nadie se lo robe, dos más para ir por los refrescos para todos, dos para manejar la pala y la aplanadora y uno más para supervisarlos.

Pero mientras el de los gallegos es chiste, lo de los mexicanos es una triste realidad que pagamos con nuestros impuestos.

No conozco ningún gallego, pero no creo que sean capaces de poner corrector sobre la pantalla del monitor de la computadora. Por nuestra parte, los mexicanos somos expertos en poner "corrector" para intentar tapar ridículamente nuestros defectos con miles de pretextos.

También he escuchado el chiste del gallego que no sabia sumar 2+2 y siempre pedia otra oportunidad, y cuando contestó correctamente por casualidad, fue el público gallego el que pidió otra oportunidad.

A los mexicanos, por años, nos han hecho mal las cuentas. Administramos mal la abundancia. Cínicamente aceptaron que ya nos habían saqueado pero que ya no nos volverían a saquear y ¿qué crees? Les dimos otra oportunidad.

Esta el chiste del gallego que devolvía el diccionario porque no tenía índice. Por su parte tenemos las estadísticas de los mexicanos que en nuestra gran mayoría no leemos ni un libro al año, tenga índice o no.

A un gallego le dijeron que su mujer lo engañaba con su mejor amigo, entonces mató al perro. A los mexicanos nos han estado engañando por años, pero seguimos votando por ellos a cambio de una despensa pagada con nuestro propio dinero.

Es por eso que no me gustan los chistes de gallegos.
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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Curiosa similitud

Alberto Quiroga V.

Mientras la Ciudad de México se ve envuelta en el caos propiciado por las protestas del Sindicato Mexicano de Electricistas SME, escucho en la radio opiniones en contra (las más) o a favor (las menos) de las protestas.

Entiendo en lo general el cierre de esa compañía. A un mes del despido de los 40 mil trabajadores, el suministro de energía eléctrica ha sido constante, lo cual confirma que Luz y Fuerza se podía operar con mucho menos gente. Lo lamento por aquellos trabajadores que hacían su trabajo adecuadamente y que ahora se tienen que enfrentar a la nada sencilla tarea de emprender un nuevo negocio o de contratarse en otro lado.

También debo ser sincero. Jamás sufrí de cobros excesivos aunque ya me había acostumbrado a fallas en el suministro, que si bien no eran sino de unos cuantos minutos, en medio de una conferencia me ponían a temblar porque dependo del uso de equipos de sonido y de proyección.

Por mencionar algunos, la Compañía de Luz se liquidó con los siguientes argumentos:

-Era inoperante, costaba demasiado dinero y comparada con otras compañías similares su eficiencia era muy baja.
-Los subsidios que se le otorgaban se perdían por improductividad.
-Sus trabajadores gozaban de prestaciones muy por encima del promedio de los trabajadores en México.
-El servicio era deficiente, se prestaban a actos de corrupción.
-Sus negligencias eran costosas para la industria, los comercios y los hogares, por sus constantes fallas.


Y aquí viene lo curioso, si en lugar de compañía de Luz y Fuerza ponemos Cámara de Diputados o Partidos políticos, los argumentos encajan perfectamente. La pregunta es: ¿Que esperan para cerrarlos?
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martes, 10 de noviembre de 2009

Absurdo asueto

Alberto Quiroga Venegas

En estos momentos no se sabe en que va a terminar la propuesta aprobada de los diputados para descansar el 20 de noviembre con motivo del aniversario del inicio de la Revolución Mexicana.

Como podemos recordar, desde el 2006 se planteo que los días festivos se recorrieran a los lunes para generar los llamados "fines de semana largos" de tal manera que si un día feriado cayera en un día diferente al lunes, no se cortaran las actividades. Entre estos días a recorrer estaba el 20 de noviembre y por ello este año se iba a descansar el 16 (lunes) en lugar del 20 (viernes).

Sin embargo, parece que nuestros diputados se enteraron el mes pasado que el 20 de noviembre es aniversario 99 de la revolución y que el año que entra es el centenario, puesto que el 27 de octubre propusieron que este año se descanse el 20, además del 16 que estaba en su lugar, para poder festejar el centenario de la mencionada lucha.

La propuesta aun debe pasar al Senado donde puede ser rechazada, lo cual en lo personal espero.

Las justificaciones que plantearon los diputados son absurdas. Por ejemplo, se dice que se busca fomentar la convivencia familiar y fomentar el turismo. ¿Acaso se puede planear y desarrollar un turismo de calidad con medidas al vapor? ¿Hay alguna forma de obligar a que la gente conviva con sus familiares por el simple hecho de faltar al trabajo? Por fin ¿Vamos a festejar la Revolución o a fomentar el turismo y la convivencia?

Esta medida no es sino otra muestra más de que estamos gobernados por personas que hacen planes sobre las rodillas, con un total desconocimiento de los efectos colaterales de medidas como estas. Me pregunto: ¿Algunos de los diputados habrán previsto que en esa semana, los empresarios deben parar sus empresas y descansar sus gentes dos días hábiles, uno de ellos no previsto, con la consecuente pérdida económica? Y aclaro, al hablar de empresarios no me refiero a Carlos Slim ni a Emilio Azcárraga, me refiero a Don Juan el dueño la Ferreteria "Gallo de Oro", con diez trabajadores o a Doña Lupe, la propietaria de la tintorería "Lupita", que orgullosamente emplea a dos personas pero apenas sobrevive en estos tiempos. También muchas personas que trabajan a destajo, lo menos que quieren en estos momentos es parar para dejar de percibir ingresos (Me incluyo en ellos).

Claro que para gente acostumbrada a ir a "trabajar" cuando se les ocurre, que gozan de un sueldo faraónico y que no tiene una visión más allá de la tribuna de la cámara de diputados, pues la medida debe parecer excelente.

Ya otras veces los mexicanos hemos hecho en la realidad lo que los políticos no pueden hacer en sus planes. Tal vez ahora sea el momento de ignorarlos e ir a trabajar, aun si por una absurda ley nos obligaran al descanso.

Esperando que no se apruebe, me despido.

martes, 3 de noviembre de 2009

Navidad Comercial

Alberto Quiroga V.

En 1979, la compañía Xerox desarrolló una herramienta para aprender y estudiar a los competidores y la llamó "benchmarking" que podría ser traducida como tomar referencia o hacer una comparativa. Con esta herramienta, podemos emular a quienes van teniendo mejores ideas y anticiparnos a quienes están en el mismo ramo.

El benchmarking con el tiempo fue cambiando y evolucionando y algunos nos sólo estudiaron a los competidores sino a cualquier proceso que tuviera alguna relación con lo que hacemos o debiéramos hacer.

Por ejemplo, una estética de corte de pelo podría aprender de un restaurante en lo referente a servicio a dientes, así como una empresa de venta de revistas podría aprender de una de mensajería en cuanto a distribución.

En esta época, los católicos podemos aplicar un "benchmarking" navideño y aprender de como las tiendas le sacan jugo a la navidad, para que nosotros podamos sacarle jugo a la Navidad (me gustaría que notaras que una va con mayúscula y otra con minúscula).

Primer punto: Definamos un objetivo.
Para las tiendas el objetivo es muy claro, aprovechan la navidad para vender, es fin de año, invierno, hay aguinaldos, se presta para gastar y hacer regalos y esto lo saben bien los dueños y directores de las tiendas.

Para los católicos, ¿el objetivo es claro? ¿Sabemos que es la Navidad? ¿Hemos reflexionado acerca de la trascendencia de que Dios se vuelva hombre y decida vivir entre nosotros?

Segundo punto: Preparémonos con tiempo.
Las tiendas ya desde septiembre comienzan a bombardearnos con la navidad, con árboles, esferas, renos y santa closes. Para ello ya han hecho un estudió de mercado, han comparado precios, calculado existencias, pronosticado ventas y desarrollado planes de publicidad, promoción y de emergencia por si las cosas no marchan. No esperan a diciembre para hacer uso de este tiempo sino que lo anticipan y planean.

Los católicos también tenemos nuestro tiempo de preparación y se llama Adviento y se recuerda vivamente en los cuatro domingos anteriores a la Navidad. Debe ser un tiempo de reflexión y preparación, debemos meditar sobre el hecho de que Dios nazca entre nosotros y preparar el corazón para recibirlo.

Tercer punto: Desaparece lo accesorio.
Para las tiendas cuyo objetivo principal es vender, todo lo que no sirva para este fin debe desaparecer. Por eso conviene más santa clos, porque da regalos, que un humilde niño que prefirió nacer en un pesebre en lugar de hacerlo en una recamara calientita, con estéreo cuadrafónico, juegos de video y aire acondicionado. Las tiendas no promueven la reflexión ni la solidaridad porque eso podría bajar sus ventas. En resumen, eliminan todo aquello que los aleje de su objetivo.

Los católicos también deberíamos borrar todo lo accesorio e intrascendente. Veo a muchos más preocupados por preparar la cena de navidad que por preparar la comunión en la misa. Otros están más enfocados en poner el árbol y los renos que en poner el nacimiento cuya representación nos lleva a pensar en la humildad del nacimiento de Cristo. Borremos todo aquello que puede desacralizar la Navidad para hacerla una fecha comercial más.

Cuarto punto. Redoblemos esfuerzos.
Las tiendas comienzan a ampliar sus horarios para abarcar más horas de ventas. Contratan personal eventual para estas fechas y hacen alianzas con bancos y proveedores para dar facilidades de pago.

Los católicos también debemos redoblar esfuerzos. Aun hay mucha gente en el mundo que no sabe que Dios nos ha nacido hace dos mil años. Hay muchos que en estas fechas se sienten vacios y necesitan de nosotros para reencontrarle un sentido a su vida. Busquemos alianzas para servir mejor a nuestros hermanos y facilitar que Dios nazca en más corazones.

Punto final. No olvides el objetivo.
Este es el objetivo de las tiendas: Vender, vender y vender. Sin venta no hay navidad, no hay ganancias y la tienda desaparece.

Salvar, salvar y salvar. Salvarnos a nosotros y ayudar a la salvación de los demás. Ese es el objetivo de los que estamos en la Tierra y creemos en un Cristo redentor. Jesús nace entre nosotros para traernos la salvación y regresa al cielo dejándonos esa tarea a sus seguidores. La Navidad es un tiempo de reflexión y alegría, pero también es un tiempo de compromiso.

Me despido así amigos, deseándoles lo mejor es estás fechas, y creo que lo mejor es que Jesús renazca en nosotros y nos transforme.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Un peligro que no se ve

Alberto Quiroga V.

Ayer estuve con mi esposa y mis hijos el Pachuca, la Bella Airosa. Fiel a su nombre, estuvo soplando un viento frió que nos recuerda el invierno cercano.

Entrando a la ciudad vi las instalaciones del Tec de Monterrey y recordé hace algunos años cuando montamos allí una exposición y los stands fueron tirados por el viento. Eso me ayudó a tratar de compartir un poco de cultura con mi familia y salió el tema de la Bella Airosa y el porque del sobrenombre.

Recordé que cuando monté la exposición le especifiqué al cliente que los stands no se podían montar a la intemperie.

No va a llover -me interrumpió.
No me preocupa la lluvia -le contesté- me preocupa el viento.

No ha soplado -contraatacó y sarcásticamente le respondí: ¿Sabes por qué a Pachuca le dice la Bella Airosa? No te puedo montar a la intemperie.

El cliente aceptó poner una carpa pero sin embargo y a pesar de la plática, se las arregló para obligar a mi gente a montar dos stands a la intemperie con el pretexto de que estaban entre dos edificios que le protegían del viento y como yo no fui en esa ocasión a supervisar ni me reportaron el detalle, el cliente se salió con la suya, pero sólo momentáneamente, porque a las pocas horas tuvo que avisar de los stands en el piso y todo se complicó por no atender las precauciones debidas.

Varias veces me he preguntado porque la gente no piensa en la fuerza del viento y llego a la conclusión de que lo hace porque no lo ve. El sentido al que más peso le damos es por lo general el de la vista y lo que no vemos suele ser menospreciado.

El viento puede tirar estructuras que en apariencia son sólidas tal como pasó en 1940 con el Puente de Tacoma (Foto de esta entrada), del cual incluso existe una filmación que se volvió un clásico en las escuelas de ingeniería para explicar estos fenómenos de fuerza y resonancia. En Estados Unidos, donde los tornados son devastadores, se contempla más la fuerza del viento, pero a nivel práctico en México no se le toma en cuenta a pesar de que derriba anuncios espectaculares, casas de madera, provoca accidentes de tráfico y llega a voltear camiones. Con todo ello, no es visto como un elemento peligroso por eso precisamente, porque no se ve.

Y así como no vemos el viento tampoco apreciamos el efecto de esa pérdida de valores disfrazada de libertad o de esa deficiencia en la educación que se ha trasladado de las aulas a la televisión. No vemos esos peligros y por ello son más peligrosos: Porque no los vemos.

Para proteger lo que queremos o valoramos debemos utilizar algo más que la vista, tenemos más sentidos y sobre todo tenemos una capacidad que nos lleva a interpretar lo que nuestros sentidos captan. Confiar sólo en lo que vemos nos puede llevar a resultar dañados por lo que no vemos.
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Lista de contactos

Alberto Quiroga Venegas

Uno de las actividades más provechosas en los humanos es detenerse a reflexionar sobre su vida. Pensar duele, cuesta y puede ser peligroso, por eso a muchos no les conviene que pensemos. Pero a nosotros si.

Nos conviene pensar y reflexionar porque es de nuestra inteligencia de donde podemos sacar los ingredientes para ser mejores y felices.

Hace algunos años, cuando el Papa Paulo VI dijo la frase: Joven, piensa lo que quieras, pero piensa; muchos se escandalizaron y dijeron estaba dando permiso a los jovenes de que piensen lo que fuera.

La razón que dio Paulo VI fue muy sencilla, pues explicó que en realidad los jóvenes (y los demás, agregaría yo) por lo general no piensan y dejan su destino en manos de los demás. Si un joven piensa, aunque piense mal, será guiado por una razón natural que a la larga lo llevará de manera lógica a la verdad.

Pero si un joven no piensa toda su vida será manipulado.

En nuestra vida, muchos de los errores que cometemos son el fruto de no pensar, de no reflexionar.

Detengamonos un momento a pensar seriamente porque somos así, porque nos vestimos así, porque nos agreden las virtudes o los defectos de otras personas.

Si no sabes por donde comenzar a reflexionar te dare una pequeña tarea, si tú lo quieres.

Revisa tu lista de contactos del correo.

¿A quién tienes por compromiso?
¿Quién es ese a quien le mandas correos que ni conoces y no sabes porque está allí?

¿A quién tienes que pedirle perdón?

¿A quién debes eliminar porque no es conveniente su amistad o su relación contigo?

¿Quién es quien desearias que ya no te envie correos?

¿A quién tienes por amistad?

¿A quién no le has escrito y sabes que requiere de tus palabras?

Con este sencillo ejercicio constatarás que la reflexión es como una noble planta que siempre da buenos frutos.
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